El olor asqueroso del alcohol penetra mis fosas nasales. Un rostro encantador aparece en mi campo de visión, y si, es mi hermoso prometido con una cara nada feliz.
- ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? ¿Vamos al hospital? – Quiero ser sincera y confesarle lo que vi, sin embargo, es mi día feliz, es nuestro día feliz, por lo que decido callar tal información que en el fondo sé es importante.- Estoy bien, solo bajó mi presión. – su ceño se frunce, sin embargo, opta por seguirme la corriente. – Denme espacio, siento que me falta aire. – pido, y es verdad. Que estén sobre mí no ayuda. Miro a Dalbert, quien me observa serio. – Vamos a casa vida.Mi ogro hermoso y solo asiente. Me ayuda a ponerme de pie, nos despedimos de todos con la excusa que iré a descansar, aunque todos vivimos en la misma casa.Cuando llegamos por fin a nuestro hogar, tomados de la mano ingresamos dentro de ella y subimos en silencio hasta nuestra habitación. Una vez en ella, decido agradecerle a Dalbert su h- Sabes la palabra clave. – más que una pregunta, es una afirmación. - Sí, señor.Cuando termino de decir esas palabras, me susurra un “Buena Chica” mientras el sonido de un vibrador o lo que sea que tenga en mano, suena. Supongo que me recorrerá con eso el cuerpo, sin embargo, siento como algo presiona mi pezón. Duele, pero es algo soportable. Besa el otro lado para estimularme y siento como la humedad colapsa entre mis piernas. Me remuevo excitada. Soy tan sensible a él, a sus toques, a sus juegos. Ese juguete recorre mis labios, mi cuello, mis senos que están sensibles y baja de manera lenta y peligrosa por mi vientre hasta llegar en mis labios, logrando que arquee mi cabeza y que un gemido escape de mi boca al percibir aquello en esa zona. Cerré mis ojos dejándome hacer, disfrutando de las sensaciones que me generaba ese aparato. Sin embargo, quería más.Se
Despierto desorientada por los rayos de la luz del sol. He olvidado cerrar las cortinas la noche anterior, y para ser francos estábamos muy ocupados haciendo otra cosa que pensar justamente en eso.Solo puedo imaginarme ser devorada salvajemente bajo la luz de la luna que ingresaba por este ventanal que ahora mismo da paso a una luz mucho más molestosa. Gruño en respuesta de descontento. Quiero dormir más, sin embargo, reacciono al notar que al lado mío se encuentra vacío. Frio y vacío.A rastras salgo de la cama, me preparo lentamente y cuando por fin estoy lista, salgo de la habitación, tomándome de frente con un guardia que se encontraba recostado por la pared frente a la puerta de mi habitación. - ¿Qué ocurre? – pregunto, ya que me parece ilógico que haya seguridad aquí si afuera estamos rodeados.- Me pidieron que la escoltara hasta el comedor. &nda
Dalbert BrownConfianza.¿En serio confié en las palabras de éste hombre al recibir su mensaje? Sé que he sido un idiota, pero esta vez me pasé. Creer en las palabras de un loco es caer bajo. Salí esta madrugada, porque supuestamente solo debía llegar a un acuerdo con él con respecto a dinero. Le creí al mencionarme que no tenía como defenderse y sobrevivir después de la muerte de su jefe. No obstante, solo era una trampa, porque apenas salí fuera de la mansión, fui interceptado por dos camionetas y varios hombres, quienes, a parte de golpearme, me han secuestrado y ahora estoy aquí, sucio, ensangrentado y respirando el aroma a humedad mezclada con algo podrido
Con mucha dificultad me puso de pie, logrando apartar de su cintura dicha navaja y muy afilada, por cierto, y sin que la pelinegra logre darse cuenta empezar a cortar a duras penas tales nudos. - ¿Por qué lo hiciste? – pregunto Olivia, quizás para distraerla de mis movimientos o realmente se sentía curiosa. - Solo quería vengarme de su padre. No sabía que eran mafiosos. - Él no te perdonará. – digo, refiriéndome a Andréi. Se de primera mano que el aprecia bastante a Oli, que daría la vida por ella. Entenderán al aprecio que me refiero.- ¿Quién? – pregunto, y libere mis manos. Sin importarme nada me lance al suelo y corte de una la soga que amarraban mis pies, Verónica reaccionó y se lanzó sobre mi gata, quien logró esquivarla. Cayó de bruces al suelo, sin embargo, en ningún momento soltó el
La cura no es ganarle a la herida. Es aprender a caminar con ese pedazo roto.No hay batallas.Hay realidades. *** Los días fueron pasando de manera tranquila, la prensa gracias al buen trabajo de Paulo, no logró recaudar información. Los preparativos para mi boda van súper bien, aunque al principio a Olivia le parecía muy extravagante lo que había solicitado. Ella anhelaba una boda sencilla, sin embargo, eso es imposible. La prensa me comería vivo si el gran magnate tuviera una boda de esa categoría, así que ahora me encuentro organizando mi propia boda.- Aun tienes tiempo para pedir tu vestido de Francia, Olivia. – aviso tranquilo, mientras observo las distintas rosas con la señora Frank, la organizadora. - Ya lo tengo, Dalbert. ¿Qué te parecen estas flores? Quedarían bonitos. – inquiere. Señalándome unos azules.- Muy sencillos. – rueda los ojos.
Olivia CampbellEl cuerpo en medio de la oscuridad, reflejado por la luz de la luna, más bien, parece una luminiscencia. Asombroso. Dalbert es una bonhomía, asimismo también es un hombre presuntuoso, envarada, no solo en carácter sino tambien en comportamiento. Tiene un poco de los dos.Su voz, - suspiro – su voz para mis oídos es un sonido excesivamente dulce. La elocuencia con la que se dirige no solo a mí, sino a los demás me deja cautivada. Siempre fue un hombre eficaz, inteligente y sensato. De la misma forma, pero no a la altura, tambien fue un casanova de lo peor, aunque es admirable como nunca se dejó embaucar por ninguna mujer, a excepción de mí. Nunca lo haría, pues es el amor de mi vida, mi f
Unos murmullos, de algunas féminas se escuchaban, más preferí ignorarlas mientras me sumergía patéticamente en mi disputa interior. No obstante, mientras tenía la mirada perdida por así decirlo, pude observar por el rabillo del ojo como una imagen masculina se acercaba y tomaba asiento en mi mesa. - Sabía que te encontraría aquí. – sonreí apenas, sin embargo, él suelta una risita. - ¿Qué haces aquí Andréi?- Tratando de alegrar el día de una damisela. - No estoy en apuros.- Pero estás triste. Suspiro, y los ojos se me empieza a llenar nuevamente de lágrimas por lo que bajo la mirada para evitar que me vean así. Respiro.Respiro. - ¿Cómo me encontraste? - Dalbert me llamó para preguntar si estoy contigo. Al principio me alarmé, pero luego me dijo que
Su mano toca mi piel por debajo de mi sostén, presionando en ese lapso mi pecho. Se sienta sobre el sofá, quedando a horcadas sobre él. Su otra mano va levantando por completo la falda que tenía, logrando hacerlo desaparecer de mi cuerpo, mientras sus labios esparcen besos mojados por mi cuello, haciéndome suspirar.- Quiero tenerte. – susurra contra mi cuello, mientras chupa y besa mi piel. - Ya me tienes. – confieso. De un momento dado, me deslizo de su cuerpo, dejado caricias suaves con mis dedos y uñas a la vez. Desde su pecho hasta la pretina de su pantalón.Con las manos un poco torpe desabrocho el boton de su pantalón y con suma delicadeza se lo voy deslizando, recibiendo ayuda de su parte, de la misma forma se lo quito el bóxer. En ningún momento me ha quitado los ojos de encima, hasta el momento en que mis manos comenzaron a acariciarlo, de arriba, abajo; dejando besos suaves y mojados. Levanto la mirada y lo veo con los ojos cerrados, y la cabeza hacia atrás.