Amarte es mi condena. Cap. 34: Un plan.

Majo caminaba de un lugar a otro, miraba su reloj con impaciencia, escuchó el helicóptero, entonces sintió que el corazón se le quería salir de la emoción, era cuestión de minutos para ver a su hermana.

Quince minutos después las hermanas Duque se fundían en un fuerte abrazo, Malú miró la casa en la cual se refugiaba Majo, y aunque el estilo era sencillo, había lujo, notó que se veía muy radiante, feliz, y que estaba bien cuidada.

—¿Estás bien? ¿Ese hombre te trata mal?

—Sí estoy bien —respondió—. Salvador… imposible tratarme mal. —Sonrió recordando su travesura. —¿Y tú? ¿Cómo están todos en la hacienda?

—Muy angustiados por ti, y todo lo que está ocurriendo, quiero una explicación Majo, por favor —suplicó.

Majo asintió, miró a su hermana a los ojos, la agarró de las manos y la llevó a tomar asiento. Una de las mucamas apareció, y María Joaquina como si fuera la señora de la casa ordenó café y galletas.

Malú observó que en casa la trataban con respeto, las dudas rondaban su mente
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