El mejor regalo de cumpleaños. Juliana miró la hora, efectivamente había ido a despedirse de las personas que laboraban en el consorcio, ella desde los dieciséis años colaboraba en la empresa, su sueño era convertirse en la nueva CEO, claro cuando su mamá decidiera dejar su cargo. —Voy tarde, voy tarde —susurró mientras conducía por la carretera, camino de regreso a la Momposina—, mis padres se van a enojar, pisa a fondo el acelerador Juliana. —Se dijo así misma. La chica incrementó la velocidad, requería llegar con tiempo, sin embargo recordó las palabras de su padre. «Más vale perder un minuto de la vida, que la vida en un minuto»Bajó la velocidad, al límite permitido en la carretera, aunque odiaba llegar tarde a los compromisos familiares. Unos minutos después cuando estaba cerca de la Momposina y estaba en los linderos de la hacienda de los Villamizar, un caballo salió desbocado de los potreros. Juliana hizo una maniobra, frenó de golpe, se metió con todo y su auto a los pas
Una bomba de tiempo:«Ay, qué bonita es esta vida. Aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares, siempre hay alguien que nos quiere, siempre hay alguien que nos cuida…»Los Duque Osorio cantaban a todo pulmón dentro de la SUV que se trasladaban hacia el pueblo de Tapao en el municipio de Montenegro. Los más pequeños ansiaban llegar al parque del café, y disfrutar de todos los juegos que miraron en la página web. Ana Paula y Juan David, observaban a través de los vidrios el hermoso paisaje. Juan Andrés permitió que su hijo mayor Christopher que en ese entonces tenía diecisiete años fuera conduciendo, pero él iba a su lado, dirigiendo. —Baja la velocidad. —Papá, voy a sesenta kilómetros por hora —bufó. —¿No te has fijado cómo nos rebasan los autos que van detrás? —rebatió Christopher.—¡Mira al frente! —ordenó. —No lo distraigas, lo pones más nervioso —reclamó Paula—, si no confías en él para que le das el auto. Juan Andrés soltó un bufido. —Está bien, no diré nada, pero co
—¡Sí, soy una escort! —gritó la bella mujer de larga cabellera castaña, piel clara, y ojos color chocolate. —¡No tuve más opciones en la vida! —vociferó agitada—, era eso, o ver morir a mi hermano, así que, si me amas, debes aceptarme con lo que implica, ser una dama de compañía. El hombre inclinó su cabeza, su respiración era agitada, abría y cerraba sus puños, se debatía entre los prejuicios sociales tan elevados que tenía, y el amor que aquella mujer, dedicada a acompañar y complacer hombres había despertado en él. Ella lo miraba expectante, el corazón le latía a prisa, esperaba una respuesta, entonces él giró y clavó su azulada mirada en sus dulces ojos color miel, se reflejó en ellos. —Yo te amo, y te voy a sacar de esta vida —aseguró. —No es fácil —sollozó ella—, esos hombres no lo van a permitir… —¡Ya estás bajo mi protección! ¡Nadie volverá a obligarte a hacer lo que no quieres! —La abrazó muy fuerte. —Tengo miedo. —Se aferró al pecho de él—, nuestra relación será comp
Miguel abrió sus ojos, parpadeó, aún veía borroso, frunció el ceño, y buscó con la mirada a la mujer que minutos antes vio en la alcoba. —¿En dónde está Luciana? —indagó con desesperación. La mirada de Irma su novia se oscureció por completo, fingió una sonrisa, pero cada vez que él recordaba a su gran amor, ella se llenaba de celos, que le quemaban la piel como las llamas del infierno. —Cariño, esa mujer está muerta. Miguel negó con la cabeza. —¡No! ¡Yo la vi! ¡Estuvo aquí! —exclamó agitado. —¡Debo ir a buscarla! —expresó con la respiración acelerada, se notaba angustiado, intentó ponerse de pie, pero de nuevo se mareó. Irma sentía que se comía lo más amargo, la garganta le quemaba como hiel. —Ella murió, por favor descansa, ya no pienses en esa mala mujer —solicitó gruñendo. Miguel resopló, apretó sus puños. «¡Yo la vi, era ella, estoy seguro!» dijo en su mente. «¡Debo averiguar por mi propia cuenta!»Cerró sus ojos, necesitaba estar más restablecido y pensar con claridad.
Al día siguiente. Luciana caminaba por las calles de la ciudad de Cuenca, tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta, la mañana había amanecido casi con siete grados de temperatura, el cielo estaba nublando, y una bruma de neblina adornaba las montañas alrededor. Necesitaba con urgencia conseguir un nuevo empleo, y en una esquina se encontró con el puesto de periódicos, y mientras la mujer le daba el cambio, la mirada de Lu, se posó en la portada de una importante revista. «La hermosa ciudad de Cuenca en Ecuador, ha sido escogida por el importante empresario Juan Miguel Duque y su bella novia: Irma Mejía para la celebración de su boda en la catedral de la Inmaculada»La mirada de Lu cambió de tinte, apretó el diario con todas sus fuerzas. —El evento del año —susurró arrastrando las palabras. —Imagine señorita que, por esa boda, se van a cerrar las calles de la ciudad ese día, no van a permitir vendedores ambulantes, dicen que es el evento del año —comunicó la mujer al notar
La suave voz de una niña pequeña se coló por los oídos de Juan Miguel, se hallaba de rodillas, con la mano en el estómago, entonces alzó su cara, y miró ese tierno rostro. Dafne era una mini copia de Luciana cuando era niña, tenía su mismo color de piel, sus facciones suaves, su cabello color chocolate, solo el color de sus ojos era distinto, la pequeña los tenía azules como su papá; sin embargo, la mente del hombre aún no tenía claridad. Dafne parpadeó al mirar a aquel señor, sintió una extraña sensación, pero no fue temor, sino algo diferente, él la observaba con dulzura, ella lo contempló atenta, y luego arrugó el ceño. —Usted se parece mucho a mi hermano —comunicó. Miguel se sentía aturdido, necesitaba tomar su medicamento, veía borroso, todo empezaba a dar vueltas a su alrededor, la voz de la niña se le hizo lejana. —¿Se siente mal? —preguntó la chiquilla, abriendo sus ojos, de par en par. —¿Está herido? —indagó Mike, al llegar corriendo agitado. —No veo sangre a su alr
—¡Dafne! ¡Mike! La voz fuerte y gruesa de Emiliano sobresaltó a los chiquillos. —¡Nuestro papá! —exclamaron agitando sus manitas, asustados. —¿Qué hacemos? —preguntó Mike a su hermana, abriendo sus ojos de par en par. —Entretenlo, sácalo de la casa, mientras usted. —Miró al hombre que rescataron—, debe esconderse, venga conmigo al baño —suplicó, agarró a su propio padre de la mano y ambos sintieron una gran calidez. —Pero…—Juan Miguel no deseaba esconderse, sino más bien dar la cara, agradecerle al padre de los niños por la valentía de ellos, pero al verlos tan asustados y desesperados, accedió muy a su pesar. Mike escondió la caja de Luciana, bajo la cama, y salió corriendo a saludar a Emiliano. —Hola —contestó agitado. Emiliano lo observó con suma atención. —¿Qué está pasando? ¿En dónde está tu hermana? —Me acordé de que mañana debemos llevar unos materiales, y la librería de la vuelta ya mismo cierra, vamos pronto. —Lo tomó de la mano para sacarlo de la casa. —Es
Era viernes por la noche, el jefe de Luciana se había enterado de que ella solía cantar de vez en cuando en los bares, y le pidió que esa noche lo hiciera en el restaurante. Lu tenía las emociones a flor de piel, contaba las horas y deseaba que no amaneciera, que no llegara el medio día del día siguiente, el alma le dolía, la tristeza se le notaba en el semblante, en su mirada llena de melancolía, hasta pasó por su mente, presentarse en la iglesia, desenmascarar a Irma, pero desistió, tenía miedo que al hablar, Albeiro su ex pareja apareciera a hacerle daño a sus hijos. —Está bien —contestó y suspiró profundo. —Perfecto, pediré que preparen el escenario. —¿Qué vas a cantar?—Aunque no sea conmigo —respondió. ****Dafne y Mike se aseguraron que Emiliano se estuviera duchando, aprovecharon ese momento para tomar el móvil de él, y marcar el número que estaba en la tarjeta que les dejó Juan Miguel. «Usted se ha comunicado al consorcio colombiano de café Alma mía, en este momento no