Capituló 3

P.O.V. Eileen

Traigo a mi pequeño Tom, mi gato, que me regalaron mis padres hace un año. Él es mi más fiel amigo, siempre me ayuda a aliviar el estrés y la rabia.

Pero esta vez, lo necesito más que nunca. Solo recordar lo que pasó hace unos momentos me revuelve el estómago. “¿Cómo pudo hacerme esto?”

Me paseo por la habitación con Tom en mis brazos, escuchando su ronroneo reconfortante. Me gusta ese sonido; es lo único que calma mi mente agitada. Lo coloco en el suelo y me acerco al escritorio, buscando consuelo en mi diario.

Abro el cuaderno y escribo con mano temblorosa:

“Hoy ha sido el colmo, todo por culpa del imbécil de Adrien.

Tuvo el descaro de entrar en las regaderas de las mujeres y empezar a tocarme. Me sentí como una de sus meretrices. Lo que más me desconcierta es que mi mente se bloqueó en ese momento. No entiendo lo que me ocurrió.

Sentía temor, pero una oleada de adrenalina recorrió mi cuerpo. Cuando colocó su pierna entre las mías, no sé cómo describirlo: fue una experiencia inédita, algo que nunca antes había vivido.”

Cuando estuvo tan cerca de mí, el aroma de su colonia invadió mis sentidos. No sé qué fragancia era, ya que nunca antes había tenido a un hombre tan cerca, así que fue la primera vez que experimenté eso. Pero ese olor me hizo sentir algo extraño, una emoción que quiero entender.

Necesitaré muchos libros para aprender sobre estos sentimientos sin tener que pasar por más experiencias desagradables, porque quiero que mi primera vez sea inolvidable y con alguien que realmente me ame.

Así que espero que Adrien haya disfrutado de su humillación hacia mí. La vergüenza de ser vista por sus amigos y, además, desnuda, fue más de lo que puedo soportar. Por otro lado, sé que Damián está interesado en mí, pero para mí, él no es más que otro mujeriego.

Es hora de que me tome mi revancha.

De repente, alguien entra en mi habitación con un estruendoso golpe contra la pared. Volteo para ver a Casandra, con su rostro marcado por la irritación.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no tocas? —Le digo mientras aparento una cara de enojo.

—¡Cómo qué pasa, me dejaste tirada en la escuela! ¡Te busqué y ya no estabas, le tuve que pedir a Mónica que me llevara a mi casa! —pone sus manos en su cintura.

—Lo siento, Casandra, pero necesita irme de emergencia —le digo, pero no quiero que sepa lo que pasó entre Adrien y yo.

—Aja. Eso ni tú te la crees —cierra la puerta y se sienta en el borde de la cama—. Así que quiero que me digas qué fue lo que pasó.

—No es nada —intenté desviar la conversación, evitando profundizar en el tema.

—¿Me lo vas a contar o prefieres que le pregunte a toda la escuela? —Se cruza de brazos, agitando el pie en una mezcla de frustración y ansiedad.

—¿Por qué tienes que ser tan insistente? —Suelto un suspiro pesado—. Todo es culpa de Adrien.

—¿Ahora qué pasó entre ustedes? —Su mirada es una mezcla de impaciencia y desaprobación.

—Fue algo completamente diferente esta vez. Mira, se cancelaron mis clases de gimnasia, así que decidí ir a ducharme antes de que Mónica y las demás regresaran. Ya sabes cómo ella se burla de mi cuerpo—digo, tratando de apartar el tema.

—Sí, pero no te salgas del tema —mi amiga me conoce demasiado bien.

—Bueno, me estaba duchando y escuché unos pasos. Pensé que eras tú, incluso te pedí la toalla para secarme. Pero cuando salí de la regadera, sentí una mano tocando mi piel y aún creía que eras tú. Pero no eras tú. Era Adrien. Intenté que se fuera, pero él no hizo más que acercarse, hasta que me empujó contra la pared. Me agarró las manos y las colocó sobre mi cabeza. Sentí su respiración cerca de mi cuello y, peor aún, tenía su pierna entre las mías—observé la reacción de mi amiga—. Espero que ahora me entiendas. Tuve que salir de allí tan rápido como pude.

—Una pregunta: ¿Estaba desnudo? —mi amiga suelta, como si solo escuchara lo que le conviene.

—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No escuchaste lo que te dije? Pero si tanto te interesa, sí, estaba desnudo, solo llevaba una toalla alrededor de la cintura —omito la parte donde todo eso parecía un intento de mostrarme que yo también podría sucumbir a él.

—No puede ser. Tú has conseguido más que yo, y eso que me he esforzado mucho. Pero dime, ¿cómo es su cuerpo? —Coloco mi mano en la frente, sintiendo una mezcla de frustración y decepción por la actitud de mi amiga.

—¿Cómo es posible que estés tan preocupada por el cuerpo de ese engreído e ignores lo que me pasó? —le respondo, claramente enfadada.

—Pues parece que no pasó nada, porque te veo aquí, muy tranquila y muy tú. —A veces me pregunto cómo puedo seguir siendo amiga de alguien con esa actitud.

—Tienes razón, no pasó nada y, además, no iba a dejarlo. Primero lo habría golpeado en los huevos antes de permitir que me tocara. —Finjo una actitud de indiferencia, porque no quiero que mi amiga se entere de que Adrien tocó cualquier parte de mi piel con sus manos.

—¿Entonces dime cómo es su cuerpo? —dejó salir un suspiro de frustración.

—Me rindo, no puedo contra ti. —Me levanto de la silla y me voy directo a la puerta. La abro y salgo. Escucho los pasos de mi amiga detrás de mí.

—Eileen, espera. ¿Qué piensas hacer con Adrien? —grita mi amiga, pero sigo ignorándola. Entro a la cocina, tomo un vaso, lo lleno de agua y me lo bebo con rapidez. Mi amiga llega y se sienta frente a mí.

—¿Ahora qué? —le pregunto, buscando saber qué trama.

—¿Qué vas a hacer con Adrien? —Se cruza de piernas, esperando una respuesta. Dudo por un momento si revelarle mi plan, pero justo cuando estoy a punto de hacerlo.

—¿Quién va a hacer qué con Adrien? —escucho la voz de mi madre. Ella entra en la cocina y Casandra se levanta de la silla.

—Hola, señora Rossi. —Casandra se acerca a mi mamá, le da un pequeño abrazo y un beso en la mejilla.

—Hola, Casandra. Me dijeron que estabas aquí, así que decidí venir a saludarte. ¿Cómo está tu madre? —mi madre empieza a hablar con Casandra.

—Bien, señora Rossi. Un poco estresada por la fiesta de caridad. Pero en general, bien —responde Casandra.

—Dile a tu madre que iré estos días a ayudarle con la fiesta. Que no está sola, que me tiene a mí —mi madre dice con una sonrisa amable. A pesar de haber tenido dos embarazos, aún conserva una figura envidiable.

—Bueno, señora Rossi ya es algo tarde, solo viene a saludar a Eileen. Pero ya es hora de que me vaya —dice Casandra, le da un abrazo a mi madre y me lanza una indirecta a mí—. Nos vemos mañana en la escuela.

—Sí, hasta mañana —le digo y veo cómo ella se va. Cuando está a una distancia lejana, mi madre se acerca a mí.

—¿Qué vas a hacer con Adrien? —Veo que mi madre nos escuchó.

—Nada, mamá, y además sabes que te he dicho que eso no me gusta, que escuches lo que hablo con Casandra —le digo mientras dejo el vaso en el lava trastos.

—Hija, sabes bien que, si quieres empezar tu vida sexual, solo dime y yo te diré todo lo que quieras saber. O dime si es que quieres tener algo con Adrien.

—Cierro mis ojos y respiro ante lo que dice mi madre. Pero es buena mamá por intentar hablar de esas cosas conmigo.

—No, mamá, no es nada relacionado con eso, sabes bien y yo te he dicho que el día que yo decida dar ese paso será porque estoy muy segura y enamorada. Además, Adrien ni me interesa. Tú sabes mejor que nadie cómo es nuestra relación —le digo mientras me cruzo de brazos.

—Qué alivio. Sí, hija, sé que ustedes no se llevan muy bien. Pero sabes que no estoy muy contenta con que te pelees con él. Sabes que su familia y la nuestra son buenos amigos y no se ve bien que ustedes se peleen por todo—. Ya va a empezar mi madre con decirme cómo según debo de tratar a Adrien.

—Está bien, mama, intentaré no pelear con él. Pero ya me voy a dormir, es tarde —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla—. Hasta mañana, mamá.

—Hasta mañana, mi niña. —Me da un beso y yo me voy a mi habitación.

Entré en ella. Me pongo mi pijama de vestido, es toda de seda, es muy suave y me voy directo a mi cama. Me acuesto y en eso escucho la notificación en mi teléfono. Lo tomo en mi mano y es un mensaje de Casandra.

~ “Te salvó la campana, pero mañana me dirán todo”.

Veo su texto y no le contesto. Dejo el teléfono en el buró. Me meto entre las cobijas. Veo como Tom se recuesta en mis pies. Me acomodo en la cama y me quedo dormida…

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