P.O.V. Eileen
Traigo a mi pequeño Tom, mi gato, que me regalaron mis padres hace un año. Él es mi más fiel amigo, siempre me ayuda a aliviar el estrés y la rabia. Pero esta vez, lo necesito más que nunca. Solo recordar lo que pasó hace unos momentos me revuelve el estómago. “¿Cómo pudo hacerme esto?” Me paseo por la habitación con Tom en mis brazos, escuchando su ronroneo reconfortante. Me gusta ese sonido; es lo único que calma mi mente agitada. Lo coloco en el suelo y me acerco al escritorio, buscando consuelo en mi diario. Abro el cuaderno y escribo con mano temblorosa: “Hoy ha sido el colmo, todo por culpa del imbécil de Adrien. Tuvo el descaro de entrar en las regaderas de las mujeres y empezar a tocarme. Me sentí como una de sus meretrices. Lo que más me desconcierta es que mi mente se bloqueó en ese momento. No entiendo lo que me ocurrió. Sentía temor, pero una oleada de adrenalina recorrió mi cuerpo. Cuando colocó su pierna entre las mías, no sé cómo describirlo: fue una experiencia inédita, algo que nunca antes había vivido.” Cuando estuvo tan cerca de mí, el aroma de su colonia invadió mis sentidos. No sé qué fragancia era, ya que nunca antes había tenido a un hombre tan cerca, así que fue la primera vez que experimenté eso. Pero ese olor me hizo sentir algo extraño, una emoción que quiero entender. Necesitaré muchos libros para aprender sobre estos sentimientos sin tener que pasar por más experiencias desagradables, porque quiero que mi primera vez sea inolvidable y con alguien que realmente me ame. Así que espero que Adrien haya disfrutado de su humillación hacia mí. La vergüenza de ser vista por sus amigos y, además, desnuda, fue más de lo que puedo soportar. Por otro lado, sé que Damián está interesado en mí, pero para mí, él no es más que otro mujeriego. Es hora de que me tome mi revancha. De repente, alguien entra en mi habitación con un estruendoso golpe contra la pared. Volteo para ver a Casandra, con su rostro marcado por la irritación. —¿Qué pasa? ¿Por qué no tocas? —Le digo mientras aparento una cara de enojo. —¡Cómo qué pasa, me dejaste tirada en la escuela! ¡Te busqué y ya no estabas, le tuve que pedir a Mónica que me llevara a mi casa! —pone sus manos en su cintura. —Lo siento, Casandra, pero necesita irme de emergencia —le digo, pero no quiero que sepa lo que pasó entre Adrien y yo. —Aja. Eso ni tú te la crees —cierra la puerta y se sienta en el borde de la cama—. Así que quiero que me digas qué fue lo que pasó. —No es nada —intenté desviar la conversación, evitando profundizar en el tema. —¿Me lo vas a contar o prefieres que le pregunte a toda la escuela? —Se cruza de brazos, agitando el pie en una mezcla de frustración y ansiedad. —¿Por qué tienes que ser tan insistente? —Suelto un suspiro pesado—. Todo es culpa de Adrien. —¿Ahora qué pasó entre ustedes? —Su mirada es una mezcla de impaciencia y desaprobación. —Fue algo completamente diferente esta vez. Mira, se cancelaron mis clases de gimnasia, así que decidí ir a ducharme antes de que Mónica y las demás regresaran. Ya sabes cómo ella se burla de mi cuerpo—digo, tratando de apartar el tema. —Sí, pero no te salgas del tema —mi amiga me conoce demasiado bien. —Bueno, me estaba duchando y escuché unos pasos. Pensé que eras tú, incluso te pedí la toalla para secarme. Pero cuando salí de la regadera, sentí una mano tocando mi piel y aún creía que eras tú. Pero no eras tú. Era Adrien. Intenté que se fuera, pero él no hizo más que acercarse, hasta que me empujó contra la pared. Me agarró las manos y las colocó sobre mi cabeza. Sentí su respiración cerca de mi cuello y, peor aún, tenía su pierna entre las mías—observé la reacción de mi amiga—. Espero que ahora me entiendas. Tuve que salir de allí tan rápido como pude. —Una pregunta: ¿Estaba desnudo? —mi amiga suelta, como si solo escuchara lo que le conviene. —¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No escuchaste lo que te dije? Pero si tanto te interesa, sí, estaba desnudo, solo llevaba una toalla alrededor de la cintura —omito la parte donde todo eso parecía un intento de mostrarme que yo también podría sucumbir a él. —No puede ser. Tú has conseguido más que yo, y eso que me he esforzado mucho. Pero dime, ¿cómo es su cuerpo? —Coloco mi mano en la frente, sintiendo una mezcla de frustración y decepción por la actitud de mi amiga. —¿Cómo es posible que estés tan preocupada por el cuerpo de ese engreído e ignores lo que me pasó? —le respondo, claramente enfadada. —Pues parece que no pasó nada, porque te veo aquí, muy tranquila y muy tú. —A veces me pregunto cómo puedo seguir siendo amiga de alguien con esa actitud. —Tienes razón, no pasó nada y, además, no iba a dejarlo. Primero lo habría golpeado en los huevos antes de permitir que me tocara. —Finjo una actitud de indiferencia, porque no quiero que mi amiga se entere de que Adrien tocó cualquier parte de mi piel con sus manos. —¿Entonces dime cómo es su cuerpo? —dejó salir un suspiro de frustración. —Me rindo, no puedo contra ti. —Me levanto de la silla y me voy directo a la puerta. La abro y salgo. Escucho los pasos de mi amiga detrás de mí. —Eileen, espera. ¿Qué piensas hacer con Adrien? —grita mi amiga, pero sigo ignorándola. Entro a la cocina, tomo un vaso, lo lleno de agua y me lo bebo con rapidez. Mi amiga llega y se sienta frente a mí. —¿Ahora qué? —le pregunto, buscando saber qué trama. —¿Qué vas a hacer con Adrien? —Se cruza de piernas, esperando una respuesta. Dudo por un momento si revelarle mi plan, pero justo cuando estoy a punto de hacerlo. —¿Quién va a hacer qué con Adrien? —escucho la voz de mi madre. Ella entra en la cocina y Casandra se levanta de la silla. —Hola, señora Rossi. —Casandra se acerca a mi mamá, le da un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. —Hola, Casandra. Me dijeron que estabas aquí, así que decidí venir a saludarte. ¿Cómo está tu madre? —mi madre empieza a hablar con Casandra. —Bien, señora Rossi. Un poco estresada por la fiesta de caridad. Pero en general, bien —responde Casandra. —Dile a tu madre que iré estos días a ayudarle con la fiesta. Que no está sola, que me tiene a mí —mi madre dice con una sonrisa amable. A pesar de haber tenido dos embarazos, aún conserva una figura envidiable. —Bueno, señora Rossi ya es algo tarde, solo viene a saludar a Eileen. Pero ya es hora de que me vaya —dice Casandra, le da un abrazo a mi madre y me lanza una indirecta a mí—. Nos vemos mañana en la escuela. —Sí, hasta mañana —le digo y veo cómo ella se va. Cuando está a una distancia lejana, mi madre se acerca a mí. —¿Qué vas a hacer con Adrien? —Veo que mi madre nos escuchó. —Nada, mamá, y además sabes que te he dicho que eso no me gusta, que escuches lo que hablo con Casandra —le digo mientras dejo el vaso en el lava trastos. —Hija, sabes bien que, si quieres empezar tu vida sexual, solo dime y yo te diré todo lo que quieras saber. O dime si es que quieres tener algo con Adrien. —Cierro mis ojos y respiro ante lo que dice mi madre. Pero es buena mamá por intentar hablar de esas cosas conmigo. —No, mamá, no es nada relacionado con eso, sabes bien y yo te he dicho que el día que yo decida dar ese paso será porque estoy muy segura y enamorada. Además, Adrien ni me interesa. Tú sabes mejor que nadie cómo es nuestra relación —le digo mientras me cruzo de brazos. —Qué alivio. Sí, hija, sé que ustedes no se llevan muy bien. Pero sabes que no estoy muy contenta con que te pelees con él. Sabes que su familia y la nuestra son buenos amigos y no se ve bien que ustedes se peleen por todo—. Ya va a empezar mi madre con decirme cómo según debo de tratar a Adrien. —Está bien, mama, intentaré no pelear con él. Pero ya me voy a dormir, es tarde —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla—. Hasta mañana, mamá. —Hasta mañana, mi niña. —Me da un beso y yo me voy a mi habitación. Entré en ella. Me pongo mi pijama de vestido, es toda de seda, es muy suave y me voy directo a mi cama. Me acuesto y en eso escucho la notificación en mi teléfono. Lo tomo en mi mano y es un mensaje de Casandra. ~ “Te salvó la campana, pero mañana me dirán todo”. Veo su texto y no le contesto. Dejo el teléfono en el buró. Me meto entre las cobijas. Veo como Tom se recuesta en mis pies. Me acomodo en la cama y me quedo dormida…P.O.V. AdrienTomo mi llave y abro el cajón donde guardo mi diario. Lo coloco en el escritorio y me siento, con el corazón palpitando. Tomo un lápiz y abro una nueva hoja.“Otro día, otra vez lidiando con Eileen. Pero hoy se pasó de la raya. ¿Cómo se atreve a darme una cachetada? Odio la desobediencia. Si fuera otra mujer, la tendría aquí en mis rodillas, castigándola sin piedad. Pero no puedo hacer eso.Aparte de eso, no entiendo qué me pasó. Cuando estábamos en el baño, hubo un momento en que perdí el control. No sé qué me ocurrió. Tal vez era porque hacía días que no me liberaba de esta tensión.Esa sensación fue rara, casi eléctrica, cuando toqué su piel. Pero lo que realmente me descontroló fue cuando estuve tan cerca de su cuello. Ese aroma, tan dulce y delicado, su respiración irregular; todo eso hizo que mi cuerpo reaccionara de una manera inesperada. Y ni hablar de cuando, por error, metí mi pierna entre las suyas. Sentí cómo todo se intensificaba.”No entiendo qué me pasó. E
P.O.V. Eileen Al día siguiente llegamos a la escuela y veo a ese grupito de idiotas. Damián tiene el descaro de sonreír y hacerme una seña, obsena con el dedo. Sé bien de que se está riendo. Me voy rápidamente hacia mis clases. Escucho los tacones de Casandra detrás de mí. Muy apresuradamente. —Ey, no ves que traigo tacones y te vas corriendo —Me detiene al estar cercas de la clase de biología. —Pues no es mi culpa de que te guste usar esas armas en los pies. Sabes que te lastimas mucho con eso —digo y las dos entramos a la clase. —Lo qué pasó ayer si te hizo molestar mucho. Pero dime qué tienes planeado hacer. —Ella me mira. —Solo necesito que me ayudes con algo —Pongo una enorme sonrisa. —¿Qué tienes en mente? —Veo que ella duda en decirme. —Solo necesito que me digas con quién va a salir Adrien en estos días. —Ella me mira confundida. —Ja, ja, ja, no me digas que vas a ir a reclamarle ahí. —Pongo una cara seria ante semejantes idioteces, dice mi amiga. —Casandra, en vec
P.O.V. Adrien Después de tres interminables horas atrapado en las regaderas, el conserje finalmente se despertó y me liberó. Salí corriendo con la esperanza de alcanzar a Lizbeth, pero ya había desaparecido. En su lugar, encontré una nota que decía simplemente: “Poco hombre”. Esa nota no hizo más que aumentar mi malestar. La verdad es que no pude dormir pensando en lo que me esperaba. Al llegar a la escuela, me recibió una tormenta de risas y burlas. Mi madre había tenido razón al decirme que no debía hacer más olas con Eileen. Decidí seguir su consejo y mantenerme alejado de esa niña para evitar más problemas. Ignoré a Eileen todo el día, decidido a evitar cualquier confrontación. No quiero complicaciones adicionales. Al regresar a casa, me sumerjo en los folletos de la universidad de Oxford. La idea de mudarme a otro lugar para asumir el control de la empresa de mi padre se siente cada vez más inminente. Miro el calendario y calculo los días que faltan. La fecha de mi part
El agua caliente cae sobre mi piel, aliviando el cansancio. Cojo mi mini jabón y me lavo el cabello, luego el cuerpo. Me empiezo a sentir mejor cuando escucho pasos en el vestidor. Cierro la llave de la ducha, mi corazón late un poco más rápido mientras me pregunto quién está cerca.—Casandra, ¿puedes pasarme mi toalla, por favor? —grito para que me la alcance. La veo deslizar la toalla por encima de la puerta de cristal de la regadera. La tomo y empiezo a secarme el cabello, envolviendo mi cuerpo en la toalla antes de abrir la puerta.Camino hacia el banco donde dejé mi mochila. De repente, siento una mano en la parte descubierta de mi espalda.—¡Ya basta, Casandra! ¿Qué estás tramando? —digo mientras tomo la mano, notando la textura inusual. Al mirar, me doy cuenta de que no es Casandra, sino la mano de un hombre. El suelto rápidamente y me doy la vuelta, mis ojos se agrandan al ver a Adrien el chico mas atractivo de la escuela—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?Él me observa, sorp
P.O.V. AdrienEstamos en nuestro entrenamiento de fútbol americano. El entrenador nos exige demasiado y más a mí porque estoy por graduarme. Quiere que me esfuerce para poder entrar al equipo de la universidad.Llevamos una hora entrenando y estoy ya algo cansado. Pero me ayuda a mantener mi figura. Además de que es buena forma de desquitar mi estrés que causa Eileen.Me acerco a dónde está mi botella de agua. Me quito el casco. Comienzo a tomarle y en eso, volteo a ver hacia donde está la pista de atletismo, veo a las chicas que se paran para verme y saludarme.Para seguirles el juego, me echo agua en la cabeza. En eso mis amigos se acercan a mí. Notan que estoy mirando a las chicas y ellos las saludan y yo también. En eso veo que también está Eileen ahí. Se detiene, pero solo mira un poco y sigue con su trote.—¡Ja, ja, ja ves, te lo digo, amigo, a ella es a la única que no podrás convencer porque mira a las demás que hasta se olvidan de todo! —Damián no deja su sarcasmo.—Cuánto ap