Capítulo 5

P.O.V. Eileen

Al día siguiente llegamos a la escuela y veo a ese grupito de idiotas.

Damián tiene el descaro de sonreír y hacerme una seña, obsena con el dedo. Sé bien de que se está riendo.

Me voy rápidamente hacia mis clases. Escucho los tacones de Casandra detrás de mí. Muy apresuradamente.

—Ey, no ves que traigo tacones y te vas corriendo —Me detiene al estar cercas de la clase de biología.

—Pues no es mi culpa de que te guste usar esas armas en los pies. Sabes que te lastimas mucho con eso —digo y las dos entramos a la clase.

—Lo qué pasó ayer si te hizo molestar mucho. Pero dime qué tienes planeado hacer. —Ella me mira.

—Solo necesito que me ayudes con algo —Pongo una enorme sonrisa.

—¿Qué tienes en mente? —Veo que ella duda en decirme.

—Solo necesito que me digas con quién va a salir Adrien en estos días. —Ella me mira confundida.

—Ja, ja, ja, no me digas que vas a ir a reclamarle ahí. —Pongo una cara seria ante semejantes idioteces, dice mi amiga.

—Casandra, en veces pienso que tu hámster ya no está corriendo — Veo como se queda callada.

—Ja, ja, ja —río enfrente de ella—. ¿Así que dime con quién va a salir?

—Y tú como sabes que tengo esa información. —Ella pone ambas manos en su cintura.

—Fácil porque se podría decir que eres su más fiel seguidora. ¿Así que dime? —Casandra pasa a un lado de mí y sigue caminando.

—¡Ey!, no trates de ignorarme, me vas a decir con quién va a salir —la sigo hasta que llegamos a nuestra primera clase. Nos sentamos en nuestras mismas sillas—. Casandra dime con ¿quién va a salir?

—¿Por qué te interesa? No puedes mejor dejarlo así. —Ahora veo que defiende a ese idiota.

—Porque no me quedaré con las manos cruzadas ante lo que él me hizo —le digo decidida.

—Está bien solo porque eres mi amiga —escucho atentamente — Tengo informado que hoy después del entrenamiento de fútbol americano se encontrará con Lizbeth.

—¿Qué Ella no es la prima de Damián? —Intentó confirmar.

—Exacto, ella es su prima. Tengo entendido que se verán en la sala de proyección. —Digo, aunque no estoy seguro de si eso me interesa o no.

—Gracias, amiga —le digo.

—Espera, vas a deberme algo —responde con una sonrisa enigmática.

—¿Qué es lo que quieres? —la miro con desconfianza.

—En algún momento te lo diré. Así que recuerda, me debes un favor —me advierte, antes de que las luces se apaguen y el maestro encienda el proyector.

Con la información sobre Adrien que obtuve de Casandra, me siento inquieta. No sé exactamente qué busca, pero eso no me detendrá. Mi plan es atacar su orgullo y su ego, lo que le enseñará a no meterse conmigo.

Tuve que esperar hasta que el vestuario se vació por completo. Cuando la última persona se fue, me acerqué sigilosamente a las regaderas. Entré, y confirmé que las cosas de Adrien seguían allí.

Con cuidado, me acerqué a donde estaban sus pertenencias. Tomé su teléfono, pero me resbaló y cayó al suelo. Miré rápidamente hacia la puerta de

cristal, viendo su silueta borrosa al otro lado. Me detuve, imaginando lo que se escondía tras esa figura. Negué con la cabeza, incrédula por lo que acababa de ver.

—Que Incómodo —digo en susurro y me voy.

Salgo de las regaderas, intentando borrar de mi mente las horribles imágenes que aún me persiguen. Me froto los ojos con fuerza, como si pudiera borrar el recuerdo con el simple acto de fricción.

Con la llave que le quité al conserje—el mismo que siempre está dormido en su pequeña oficina a esta hora—cierro las puertas con un clic definitivo.

Coloco una sonrisa malévola en mi rostro, sabiendo que he hecho algo que lo herirá donde más le duele.

—Eso te enseñará a no meterte conmigo, Adrien —susurro con un tono cargado de satisfacción.

Espero a que él salga y se dé cuenta de la sorpresa que le tengo preparada, anticipando el momento en que pueda restregárselo en la cara.

****************

Después de dejar a Adrien atrapado, regreso las llaves al conserje, quien sigue profundamente dormido en su silla. Coloco la llave en su mesa, asegurándome de no hacer ruido, y me voy con sigilo.

Al salir al estacionamiento, veo a mi amiga sentada en el capó de mi auto, su expresión refleja enojo mientras yo no puedo ocultar mi satisfacción.

—Parece que te saliste con la tuya —me dice, su tono algo molesto.

—Ah, ¿sí? ¿Ahora te enojas por ese idiota? —Respondo mientras me acerco al auto y desactivo la alarma. Ella sube al vehículo junto a mí, aun visiblemente contrariada.

—Estás jugando con fuego y tarde o temprano te vas a quemar —dice, y siento sus palabras como una amenaza.

—No te preocupes, no me voy a quemar mientras mantenga firme mis objetivos —respondo con determinación.

—Bueno, si tú lo dices. Pero si te caes, ahí estaré para restregártelo en la cara y, después, para levantarte —afirma

—Con una amiga así, ¿para qué quiero enemigas? Primero regañas y luego ayudas —digo con una sonrisa, reconociendo su apoyo.

—Ya me conoces, siempre digo las verdades. Así que mañana no pases por mí —responde, moviendo el cabello con un gesto que sabe que despierta interés.

—Te va a traer Agustín. —La miro y pongo mis ojos en blanco.

—Claro. —Me sonríe.

—Te manoseas con uno y con el otro, te lo… ya sabes. —No quiero mencionar esa palabra.

—Si lo hace rico. Deberías dejar ya la túnica de Virgen y experimentar. —Ya va a empezar a juzgarme.

—No empieces con tus cosas — Le digo y pongo en marcha mi Porsche.

Pero sigo escuchando las tonterías de mi amiga….

Al día siguiente no pase por Casandra, ya que ella va a estar muy ocupada con Agustín, si ya me imagino cómo andará.

Llego a la escuela, estaciono mi Porsche. Bajo del auto con mi mochila.

Entro a la escuela y de inmediato veo como las chicas se burlan. Así que despistadamente me acerco a ellas para escuchar lo que dicen.

—No, puede ser, pensé que era un hombre Adrien, pero ahora compruebo que no lo es —dice Lizbeth.

—Quien lo viera tan macho que se ve y es un cobarde —dice otra chica que no sé quién es.

—Pero no te sientas mal Lizbeth, tú eres muy hermosa, puedes conseguirte al que quieras, mejores de Adrien —dice una de ellas. Ya es suficiente. Me alejo con cautela.

Veo a mi amiga Casandra sentada en una de las bancas. Trae un vestido de color negro, tiene las piernas cruzadas y se le puede ver un poco de más y trae su bolso de leopardo. Me acerco hasta donde está ella y me siento a un lado de ella.

—Veo que tu plan sirvió. He escuchado que tachan Adrien de poco hombre. ¿Pues qué hiciste? —Voltea a verme.

—Nada solo lo deje encerrado en las regaderas. —Ella me mira atentamente.

—Pues te salió bien esa parte, pero veo que lo único que no viste es que él vendría a reclamarte. —No entiendo a qué se refiere Casandra.

—¿De qué hablas? —me dice y hace una seña para que voltee hacia atrás.

Lo hago y veo Adrien acercarse a mí. Observo que tiene una expresión de seriedad. Llega hasta estar a mi lado.

—¿Podemos hablar Eileen? —Veo Que hasta se le olvidaron los modales.

—No tenemos nada de qué hablar —digo, e intento ignorarlo. Pero sin aviso me toma del brezo y me jala.

—Suéltame Adrien —forcejear con él e intento sacarme de su agarre, pero es en vano.

Él simplemente no me responde. Me lleva hasta la parte abandonada del campus donde suelo ir yo. Me suelta y veo que se pone ambas manos en la cabeza. Voltea a verme.

—Ahora si te pasaste Eileen. ¿Por qué hiciste eso? —Me mira enojado.

—La mima pregunta va para ti, ¿por qué hiciste eso? —Veo que aprieta la quijada del enojo.

—Está bien. Entiendo que estamos a mano. Que te parece si yo dejo de molestarte y tú dejas de molestarme. —No creo que sus palabras sean de verdad.

—No lo sé. No confío en ti después de lo ocurrido — Veo que me voltea los ojos.

—No me interesa si me crees o no. Solo quería decirte eso. No me molestes y yo no te molestaré. —Observo como se va. Y minutos después me voy también yo.

Todo el día ha sido muy tranquilo. Adrien se la pasa ignorándome. Me mira, pero no me dice nada y no me hace nada. Veo que lo que me dijo lo decía muy en serio. Bueno, es mejor para mí.

Al regresar de la escuela. Llegó rápidamente hasta mi cuarto. Saco mi diario.

“No puedo crees el indomable Adrien se dejó doblar ante una mujer. Pero para mí me sigue pareciendo muy raro. Así que estaré alerta de todo lo que haga, quizá sea una trampa.

Hombres como él no son de los que se quedan quietos y menos sabiendo lo que le hice. Pero él se lo buscó por molestarme”

Cierro mi diario, voy a mi closet, me quito la ropa de la escuela, me quito el sostén y me pongo una camisa blanca y un par de short de licra oscuro.

Busco a Tom con la mirada. Pero no lo encuentro por ningún lado. En mi habitación no está. Salgo y lo busco por la casa. Veo a mi hermano Eros pegado a su teléfono.

—Eros ¿has visto a Tom? —Mi hermano levanta la vista del teléfono.

—Creo que lo vi afuera en el jardín. —No le contesto y corro hacia afuera.

—¡Tom! ¿Dónde estás? —grito y en eso veo que se trepa por la barda. Salta al otro lado. Corro hasta salir por la puerta y lo veo correr en dirección a la casa de Adrien—. ¡No, Tom regresa!

Corro para alcanzarlo. Veo las cámaras de seguridad y los saludo. Observo que Tom entra por la pequeña puerta que está abierta. Hago lo mismo y entro.

Busco a Tom con la mirada, pero no lo encuentro por ningún lado.

—GUAU… GUAU… GUAU —escucho los ladridos de un perro. Volteo hacia atrás y veo a un jasqui acercarse a mí rápidamente. Comienzo a correr por el jardín.

—Alguien ayúdeme — Grito de miedo. Sigo corriendo hasta ver la enorme alberca y sin pensarlo cuando estoy cercas brinco adentro. Saco la cabeza y veo al perro en la orilla.

—GUAU… GUAU…. GUAU —me sigue ladrando—. Ja, ja, —escucho la risa de alguien. Volteo a ver y es Adrien. “No puede ser.”

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