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C A P Í T U L O II: "A Salvó"

Era tan tarde cuando al fin llegué a casa, abrí la puerta, me adentré en mis pequeñas cuatro paredes y me senté a meditar mi situación. El pequeño apartamento que ocupo ya debo desalojarlo debido a que ya hace poco me gradué.

No puedo simplemente quedarme aquí, todos sabrán de mi embarazo y es exactamente lo que no quiero que precisamente Alessandro sepa. Él ya dejó muy claro sus intenciones para conmigo y no quisiera que me obligase a hacer algo que no quiero con la luz que llevo en mi vientre.

No voy a apagar su vida. Voy a tenerlo, debo irme de aquí y comenzar una nueva vida lejos de todo y todos.

Cuando me puse de pie y comencé a empacar las cosas más importantes para llevarme una voz muy conocida para mí sonó a mis espaldas :

— ¿De dónde vienes a esta hora de la noche? ¿Y porque tienes prisa en irte de nuevo?

Me asusté tanto ya que estoy segura de haber cerrado la puerta.

— ¿Qué haces aquí? ¿Quién te envío? Dile a Don Giann Coppola que yo estoy muy bien gracias, que aprecio mucho su muy falsa preocupación por mi.

Dije con evidentes notas de sarcasmo.

Mauro, el perro rastrero de mi querido abuelo se encontraba en la puerta de mi departamento. Ahora mismo no estoy con las suficientes ganas de pelear con alguien, precisamente me siento muy mal ahora.

— Pero si gustas puedes decírmelo tú misma querida.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero.

Mi abuelo había venido él mismo hasta aquí.

Me sentí la protagonista de una película, exactamente de una película de terror en la que están a punto de matar a alguien. Cuando el depredador está acechando en la oscuridad así mismo está él ahorita.

Salió desde una esquina oscura a mi encuentro.

>> Desde hace horas estoy aquí esperando por ti Krista, ¿Dónde estabas?

Me arme de valor y lo enfrente.

— ¿Por Qué debería decirte algo de mí o mis cosas? ¿No fuiste tú mismo quien me sacó de tu vida y tu familia?

Una risa amarga brotó de lo más profundo de su garganta.

— Siempre has sido una cría insensata y carente de principios, la burla de mi familia. Pero eso se acabará desde hoy.

— ¿A qué te refieres?

Mi voz temblando de miedo, mostraba debilidad. No es para menos, mi querido abuelo es el ser más despiadado de toda Roma. Aunque no temo precisamente por mí si no por la pequeña criatura que llevo dentro quién no tiene la culpa de absolutamente nada.

— Sé que estabas haciendo Krista, sé exactamente dónde estabas y con quién. Con tus arrebatos estás manchando el apellido de la familia Coppola y eso no te lo voy a permitir.

Mi corazón comenzó a latir apresurado, sentía el sudor recorrer mi frente y mis manos empuñadas.

— Solo estaba en una fiesta.

— En la fiesta de tu amante, el heredero de la familia Fiore, mi principal competencia. Eres una deshonra para mi familia.

Mi cara ser volteada por una fuerte cachetada me sacudió hasta el alma, el interior de mi boca se bañó con el sabor metálico de la sangre. La mano de mi abuelo me trajo de vuelta y sostuvo mi cara entre su mano.

>> De ahora en adelante vas a hacer lo que yo diga si no quieres que algo muy trágico le pase a Alessandro Fiore y que de una m*****a vez por todas me desligue de ti.

Soltó su agarre en mi cara y se dispuso a abrir la puerta de mi departamento, aliso su traje y con voz fuerte le ordenó a su lacayo:

>> Mauro de inmediato, llévala a la Villa.

El sabueso rastrero asintió a las órdenes del viejo decrépito y me arrastró con él fuera de mi casa. Fui embarcada en el auto familiar para ser llevada a la gran mansión de la familia Coppola.

Por desgracia, mi familia. Viendolo bien no me importa si este rompiera lazos conmigo, sería antes de una desgracia, una enorme bendición.

Al llegar a la mansión aún era de noche así que todos dormían. ¡Gracias a Dios! No quiero tener que ver en lo absoluto la cara de las personas que hace un tiempo me echaron de aquí como si fuese un miserable ser que no valía nada.

Mauro, el maldito, me llevó al despacho de mi querido abuelo. Allí se encontraba él sentado en su escritorio con esos malditos aires de grandeza.

— ¿Qué es lo que quieres que haga? No me obligues a estar aquí, tú mismo me sacaste, no entiendo ahora para qué me quieres de vuelta. ¿Acaso te gusta contradecirte? Después de todo si eres un inestable.

— Mi mano con gusto deseara estrellarse contra tu cara de nuevo por tanta insolencia de tu parte, pero, te maltrataria mucho y la idea no es esa. Necesito que estés cálida al amanecer. Cómo bien sabes, te he dado estudios estos años y llegó el momento de que pagues a tu familia todas las cosas buenas que te hemos dado.

¿De qué malditas cosas buenas habla?

Yo misma me encargue con trabajo duro de pagar la mayor parte de mis estudios porque la miseria que ellos me daban no alcanzó nunca ni para una matrícula completa.

— Es una vil mentira, ¿Hablas acaso de lo que me daban que si acaso alcanzaba para pagar cuando mucho diez días de clases? Por favor, además que yo misma tuve que buscar donde vivir.

Alce mi mano al aire y poco a poco fui enumerando las cosas que yo misma resolví por mi cuenta:

>> Matrículas, útiles escolares, alimento y vivienda, por último mi grado. Todo absolutamente todo lo pagué yo con mi esfuerzo y dedicación. No vengas a querer cobrarte cosas que no diste. Además ¿De qué familia me hablas? ¿De la que me echó de casa? Yo a ustedes no les debo nada.

Las venas en su cara se fueron formando como si se tratara de Miles de minúsculas serpientes recorriendo su rostro, su cara estaba roja de la cólera. Y no me importaba si iba a golpearme una vez más.

— Harás lo que yo te diga y punto, que no se te olvide tu querido Alessandro. Además es una buena propuesta, dejarás de ser la puta de un millonario para convertirte en la esposa de otro.

— ¿De qué coño estás hablando?

En ningún momento le he confirmado nada de Alessandro y no pienso hacerlo tampoco.

— Cuida tu vocabulario de ramera cuando estés frente a mi, te casarás con el heredero de la familia Di Santori. Y está dicho.

— No puedes obligarme a casarme con nadie, tengo veintitrés años. Soy una adulta y dueña de mis decisiones y elecciones. Cómo te dije yo no te debo nada.

— Entonces supongo que no te importa que Alessandro Fiore tenga un accidente o simplemente algo muy tragico le suceda.

Tragué grueso, no quisiera arrepentirme de esto pero situaciones como estas, necesitan de acciones arriesgadas. Para la familia Coppola lo más importante era el prestigio, el respeto y las apariencias. Supongo que no sería bien visto que quieran achacarle una mujer embarazada de otro a una familia adinerada cómo lo es la familia Di Santori.

— No puedo casarme. Estoy embarazada.

— No hay problema, existe el aborto. Mauro encierrala en la habitación negra, mañana tendremos una cita con el doctor.

Mis alarmas se encendieron y quise salir de inmediato corriendo de ahí, así lo hice. Solo que no logré llegar muy lejos. El maldito perro rastrero me alcanzó y me llevó a esa m*****a habitación que muchos años atrás fue objeto de las más horribles pesadillas que pude tener.

Solo me tocaba rogarle a dios un milagro.

*****************

A la mañana siguiente.

— Don Giann Coppola, un gusto saludarle.

— No puedo decir lo mismo. ¿Qué te trae por aquí?

— Estoy en busca de Krista, me informaron en la residencia que por alguna razón ella estaría por aquí hoy.

— Ah sí, me temo que has llegado un poco tarde. Se fue a un viaje al exterior a estudiar.

¿Qué estaba pasando?

¿En qué momento Krista decidió irse?

¿Por qué no me dijo nada?

La mente de Alessandro se llenó de un centenar de preguntas y ya dolía en cantidades inimaginables. El viejo panzón y medio calvo de la familia Coppola pareció notar su inestabilidad y añadió algo más a su veneno:

>> Sí, me encomendó a mi despedirme de sus amigos. Sé que eres uno de ellos así que toma, te entrego está carta que dejó para ti.

Le hizo seña a una de sus sirvientas y está le acercó aquel sobrecito blanco que contenía la despedida de su amor.

Era cierto, una carta en puño y letra que decía:

" Me iré un tiempo, me iré lejos a organizar mis pensamientos y también a formarme más como persona. Espero puedas entenderme y perdonarme por irme tan deprisa y sin avisar."

Con amor, Krista.

Palabras simples, pero al fin de cuentas palabras. Él sabía que había hecho mal al dejarla sola en el apartamento la noche anterior, pero no pensó que ella fuese a comportarse de una manera tan arbitraria y también infantil para su gusto.

Krista lo abandonó sin darle tiempo a remediar lo que pasó. Algo era seguro ya no la molestaría más. La dejaría ser libre de él.

Él se subió a su auto y ordenó que arrancarán de inmediato, mientras una y otra vez leía aquella carta.

— ¿Dónde buscaremos a la señorita Krista? — preguntó su chófer.

— Está terminantemente prohibido volver a mencionar a esa mujer. ¿¡Entendido!?

— Sí señor.

***********

Al marcharse Alessandro.

*

Debía intentar escapar de aquí, me idealice mi huida y sin pensarlo mucho solo espere que las puertas de la habitación se abrieran.

Aquí dentro no se puede ver ni oír nada, es un lugar frío, lugubre y negro en su totalidad, pierdes el sentido del tiempo y es imposible saber nada del exterior.

Así que al salir ya era de dia, acostumbrarme a la fuerte luz de nuestro astro rey me dolió en la madre pero sin pensarlo mucho corrí lo más que pude y lo más que mis pies descalzos me permitieron, salí de la habitación del horror que se encontraba ubicada en un granero que se situaba justo al lado de un extenso bosque que se extendía por las villas de mi querida familia.

Yo lo conocía muy bien así que me adentre a este arrepintiéndome casi de inmediato ya que las pequeñas piñas que caían de los enormes pinos se enterraban en mis pies en cada paso que daba. Mi cara ya se encontraba empapada en llanto, en algún momento las lágrimas nublaron mi visión por lo que no ví un enorme hueco que se encontraba justo delante de mí.

Temí por mi bebé pero dado a qué iba corriendo con perros persiguiéndome y también una jauría de hombres sanguinarios queriendo atraparme no logré detenerme a tiempo y caí justo en el.

Pude sentir como mis piernas se partieron y mis pies resultaron horriblemente lesionados, dolía mucho. Mis gritos de auxilio se escuchaban por todo el lugar, los malditos llegaron y con ellos también mi querido abuelo.

— Ya ves lo que pasa cuando desobedeces. Cosas malas suceden a Krista.

Se dió la vuelta y también dió la orden de que me sacarán de ahí.

Todo en mí dolía a horrores, mi cuerpo no soportó tanto dolor y sucumbió al valle de la inconsciencia mientras suplicaba al cielo que mi bebé estuviera bien.

*

Desperté y mi cuerpo se encontraba vestido con nada más que una fina bata de hospital, mire a mi alrededor y note que me encontraba en uno. Cómo acto reflejo mi vista se fue a mis piernas, estaban enyesadas hasta mis pies. Ya no dolían y agradecí a dios por eso.

Escuché que venían personas así que volví a recostarme para fingir estar dormida y quizás obtener algo de información.

Mi amado abuelo irrumpió en la habitación junto a un doctor, lo sé podía escucharlos.

— La recuperación de Krista ha sido excelente, sus piernas sufrieron una fractura leve que no requirió intervenir quirúrgicamente para arreglarlas. Han pasado solo tres días desde que la trajeron y aunque aún está descansando, cuando al fin despierte puede dar pequeños paseos que ayudarán a su completa recuperación.

— El aborto, ¿Ya lo realizaron?

— La madre debe estar consciente y firmar una serie de documentos antes de realizar una operación tan arriesgada en ella señor.

— ¿Cuánto dinero quiere el doctor? Estaría muy dispuesto a pagar una alta suma para que pueda hacerlo. No entiendo cómo después de una caída de esa magnitud no lo perdió.

— Está en su primer mes, muchas veces suelen aferrarse a la vida. Es por eso que no puedo simplemente realizar el procedimiento sin que ella esté de acuerdo y haya firmado los documentos pertinentes.

— Solo hágalo.

Mi querido abuelo salió de la habitación y detrás de él, el ético doctor. Supe que era momento de escapar, al menos aún te tengo conmigo mi pequeña luz.

Sobe mi inexistente pancita y como pude me puse de pie, dolió un poco y no pude evitar marearme. Pero era más importante sacarnos de aquí lo antes posible.

— Te pondré a salvó mi amor.

Ingrese a uno de los baños del hospital, me quite la bata, en lo más rápido que mi condición me dejaba me coloque el traje de médico que había robado de un puesto de enfermeras de camino aquí. Mis piernas dolían y palpitaban demasiado pero más era la necesidad y adrenalina de escapar que solo ignoraba cualquier dolor.

Me coloque un gorro y el respectivo tapabocas, salí del baño intentando caminar lo mejor que mis pies me permitían y entonces lo ví…

Él estaba ahí de la mano de una despampanante rubia mi corazón que ya estaba hecho pedazos, se volvió trizas.

¿Porque me enamore de ti Alessandro?

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