Mi cuerpo duele tanto que me cuesta respirar, me siento tan cansada como si hubiese corrido mil maratones o me hubiesen dado una golpiza, aunque todo eso era nada con el calor que sentía mi corazón al tener a mi bebé en mis brazos. Darle de comer de mi pecho y ver y tocar sus suaves mejillas. Su pequeño rostro aún está grabado en mi mente como algo inolvidable. El tiempo ha querido borrarlo pero se lo he negado. La puerta de la habitación se abrió en cuestión de milisegundos y la sensación de vacío que me llenó al tener de un momento a otro mis brazos vacíos, bueno no tan vacíos, fue abrasadora. Mis manos sostenían unos papeles que decían con letras inmensas : "Proceso de emancipación finalizado" Las voces sonaban lejanas, mi vista se tornaba borrosa de vez en cuando y la habitación del hospital se convirtió en el quirófano donde había estado minutos antes trayendo a mi bebé al mundo, el dolor me estaba consumiendo, era aún más doloroso que unas contracciones ver en cortos flashes c
Llegué a las instalaciones de CoppoSan y fui directamente a registrarme bajo mi nombre encubierto. Me adentré y unas miradas curiosas se posaron en mí, quizás por mi fuera de lugar vestimenta, hoy decidí vestirme algo casual unos jeans claros ajustados al cuerpo acompañados de un crop top blanco y una chaqueta de cuero del mismo color con unas botas también blancas de tacón bajo. Mi figura resaltaba mucho. Aunque solía escuchar por ahí que más era mi cabello, este era rizado, de hecho muy rizado y largo, hasta mi cintura de un color negro natural. La recepcionista en especial, me miraba con desdén e inmenso fastidio. Fui directo a ella para preguntarle por la oficina de Lucca y así encontrar a su asistente. — Buenas tardes, vengo…— Antes de dejarme decir cualquier cosa ella habló interrumpiendo mi hablar muy descortésmente.— Al fin llegas Cristal— dijo viendo el pequeño gafete que me habían dado en la vigilancia que llevaba escrito mi nombre junto con la marca de visitante—, debes
El intento de actriz susurro algo en el oído de Maximiliano lo que hizo que este de inmediato hiciera amago por bajarse de su regazo y salir corriendo hasta donde su padre lleno de alegría diciéndole papá, acto que por supuesto Alessandro no pasó desapercibido y recibió a su pequeño gustoso. Era un padre amoroso y dedicado, supongo que el intento de actriz a de sentirse satisfecha por eso. No pude evitar que en mi corazón creciera ese mal sentimiento de envidia, la rabia y la frustración recorrían mis pensamientos como autos a alta velocidad, pero entre cuál era más persistente, ganaba el dolor, ese no se iba nunca, repetía y repetía las vueltas, unas más dolorosas que otras. Él tiene toda la felicidad que yo deseo tener, mientras él es feliz con su hijo, yo le rogaría al mundo, al universo y estrellas al menos dejarme pasar un día con el mío que sigue desaparecido en algún lugar. Baje mi mirada y estuve más que dispuesta a irme ahora sí, no soy tan masoquista como para seguir tort
Ya en el ascensor, los zapatos de Maximiliano se salieron de sus pies cayendo al piso y la manta casi que se cae también, odiaba la idea de pedirle ayuda a Alessandro para que me fuera a decir incompetente, pero, dada las circunstancias. Me tocó. Antes de pedirle ayuda este se volteo y me vio en aquel enredo, su expresión se volvió fría que creo me congelé en mi lugar. Sentí la necesidad de renegar por su mirada, pero la verdad era que si que me había vuelto un ocho. — ¿No puede completar bien un trabajo señorita Di Santis?— El de asistente sí, le recuerdo que no me desempeño en el área de niñera. — Y vuelvo a recalcar que una asistente debe estar preparada para todo— Se agachó y recogió del piso el par de mocasines negros en miniatura y también parte de la manta que se encontraba más en el piso que cubriendo a Maximiliano —. Esto señorita— dijo alzando los zapatos frente a mis ojos—, a esto se le atan los cordones para evitar que el niño se caiga o que pase esto. En cuanto a la m
Quise gritarle, exigirle a qué me dijera qué era eso de que sabían igual, la calentura me tenía la mente podridamente nublada, pero justo antes de que pudiese siquiera preguntarle a qué se refería o al menos tener los ovarios para hacerlo, una voz chillona, fastidiosa e inolvidable resonó en toda la casa. Estoy segura como esa burbuja de cristal que se había formado entre nosotros, entre este momento se quebró, pude en mi mente escuchar como caían los trocitos. — Ale ¿Que haces? ¿Qué significa esto? — preguntó el intento de actriz proveniente del plástico, su voz sonaba afectada. Ciertamente no puedo evitar sentirme una intrusa, una inmoral por estar en esta posición con Alessandro, me siento sucia al hacer esto. Todo el cuerpo del susodicho tramador primero se tensó y luego soltó un resoplido de frustración y su cara se fue a un lado de la mía, a mi oído para ser exacta. Primero suspiro antes de decir aquello que cayó como miles de dagas en mi cuerpo.— No creas que te has salvado
Oficinas de Asociaciones CoppoSan. Era muy tempranito por la mañana cuando Alessandro fundido en un traje azul marino y sus caros mocasines negros, llegó a las oficinas de CoppoSan con Maximiliano en brazos dormido. Aunque su máxima intensión era encontrarse con la mujer que lo volvía loco, también debía conversar temas importantes con Lucca Di Santori, acerca de su nueva colaboración. Lucca era tan formal que al saber que el magnate de los Fiore ya se encontraba camino a la empresa, decidió esperarlo en la recepción, por supuesto no sin antes llamar a su socia para que se presentará. Quizás ella lo mataría por llamarle tan temprano, pero después lo entendería y obviamente le agradecería ese excelente gesto.Krista, quien no había podido conciliar el sueño en toda la noche, cuando por la mañana medio había podido pegar el ojo cuándo sonó su teléfono casi pega tres mil brincos y a la velocidad de la luz, rezó tres ave María y cinco padrenuestros por el reverendo susto. Se arregló
— Bueno peque, hoy nos toca a las de Dios. Debo confesarte algo… Maximiliano me miró con su carita adormilada totalmente confundida. — ¿De qué se trata Cris? Mi corazón se infla de felicidad al escucharlo llamarme con el diminutivo de mi nombre con tanto cariño. — Mis habilidades culinarias no son las mejores peque. Él se echó a reír estruendosamente. — No creo que sea peor que la de mi padre. Suspire y como le había mencionado antes, a las de Dios. Ingresé en el inmenso salón abierto, habían unas separaciones que solo contaban con vidrios por todos lados.Lo más hermoso era la cocina, su embaldosado era negro en su totalidad y en cambio los gabinetes eran de un color arena muy bonito. La isla estaba también muy al compás con la decoración y sus altos banquitos también. Me sentí en paz así que comencé a familiarizarme y ver dónde estaban las cosas que iba a utilizar. El ascensor sonó y de este salió un hombre inmenso con unas cuantas bolsas en sus manos. — Señorita, aquí mi
Después del tierno desayuno que tuvimos los tres Alessandro se fue a una de las separaciones que tenía este piso, en realidad los vidrios reflejaban muy poco, adentro había de todo. Un escritorio, un mueble tipo sofá cama y un montón de cosas de oficina.— ¡Señorita Di Santis! — La voz gruesa de Alessandro llamándome desde la que ahora sé que es su oficina me hizo pegar un brinco. Aún ese tono burlesco cuando me llamaba por mi nombre encubierto me daba cierta rabia, en realidad no es del todo un mal nombre. Es hasta legal, para poder escapar de mi familia lo adopte durante estos cinco años y al igual que mi nombre de nacimiento este también, tengo cierto apego a el. Fui hasta la oficina a ver qué quería la mariposita. >> Hoy debes preparar el almuerzo y cena de Maximiliano, yo estaré muy ocupado. — Pero señor, ya usted vio…— mis palabras quedaron a medio terminar ya qué él me interrumpió.— Busca las formas. Bajo su vista de nuevo a los papeles que tenía en sus manos. Maldije por