98: El efecto Alessa

Lo que vino después fue un poco de "vete al carajo" combinado con un poco de "me he ido al carajo". Técnicamente, las cosas estaban colgando precariamente de la orilla. Y en el vacío, esperó la catástrofe.

Leonardo ya se imaginó que llegaría, tarde o temprano, la perorata. Especialmente dspués de que la corriente le trajera el chismecito directo a su oficina. Sophia golpeó a Alessa. Tan simple y alucinante como sonó. Por supuesto, el chisme se regó como la pólvora entre los empleados. Así como corrió hacia él, asimismo alcanzó los oídos de la Junta Directiva.

Con los puños cerrados sobre la mesa ovalada, Leonardo trató de no exaltarse cada vez que uno de los miembros de la Junta abrió la boca.

—¡Fue imprudente tu descuido!

—¡Cómo puedes permitirlo!

—¡Esto es una empresa, no un circo!

—¿No piensas despedir a ninguna de las dos o qué te pasa?

—¡Perdiste la cabeza!

—¡Estamos en una racha de negocios multimillonarios!

—¡Cómo puedes consentir semejante tontería bajo tus narices!

Cada palab
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