102: Excusa inexcusable

Cuando Alessa ocupó una silla, tuvo que morderse la lengua para no decirle a Sophia que se fuera al carajo. ¿Por qué tenía que mirarla de esa forma? ¿Cuál era su jodido problema? La pelirroja chasqueó la lengua y cruzó los brazos.

—Guau —susurró la mujer rubia, lo suficientemente bajo para que Alessa no oyera, pero lo suficientemente alto para que Leonardo sí la escuchara.

Él le lanzó una mirada de advertencia.

—Bien. Empecemos con algo sencillo. ¿Quién de las dos golpeó a quién? —preguntó muy casual, decidiendo que era mucho mejor ahorrarse su propio conocimiento y permitirles a las dos mujeres expresarse a su manera.

Por un lado, Sinclair miró el techo. Por el otro, Sophia se removió en la silla antes de suspirar.

—Fui yo —contestó la rubia neutral—. Yo le di una bofetada a tu esposa.

—De acuerdo. —Leo apoyó las manos en el escritorio, deslizando sus ojos negros y severos entre las dos mujeres. El músculo de su mandíbula tembló—. ¿Alguna explicación? Me gustaría oírla.

Sophia chasqu
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