124: Redención

El apartamento que solía ser de ella y Carla sigue igual que siempre: incluso estaba esa planta marchita en la ventana donde solía robar WiFi.

Con ojos enrojecidos, recogió esa planta e hizo una mueca.

—Se nota que un día fui yo quien te cuidó —murmuró dolida.

La tira a la basura, porque no sirve de nada guardar algo que ya está marchitó.

"Mi matrimonio está lejos de estar marchito, solo fue una pelea, nada más."

Alessa se pasó toda la noche dando vueltas en la vieja cama donde solía dormir feliz con su soledad. Ella recordó a esa chica solitaria, que nunca pensó en tener una relación amorosa con nadie. A esa chica que no le importaba dormir sola porque estaba acostumbrada a la soledad. Ahora, Alessa fue consciente de la enorme diferencia que había ocurrido en su vida los últimos años.

En el pasado, Alessa hubiera sido feliz con una pijama de las chicas superpoderosas, comiendo papitas y enfurruñada en su cama, sin pensar en nadie ni en nada. Las cosas simplemente ya no eran las misma
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