128: En Alemania

La conversación casual con Carla le sirvió de mucho para relajarse y olvidar por un instante todos los males que le perseguían y le impedían ver las cosas buenas que la rodeaban. Carla le contó de Fernando, el chico que estaba en su apartamento, que lo había conocido en el museo Louvre e instantáneamente hicieron clic con una simple mirada.

Alessa solo le dijo que tuviera cuidado y se dedicara a pasarla bien, antes de recuperar su abrigo e ir con su esposo.

Una hora más tarde, el jet aterrizó en una pista privada de alta seguridad en Berlín. El jefe Reynolds aguardaba en el hangar, mientras la pelirroja de vestido blanco y gafas de sol bajaba las escaleras, intentando no tropezar de nuevo con sus tacones y esta vez sí caer de boca.

—Señora Gold, siempre es un placer verla de nuevo —dijo Reynolds apenas la chica estuvo cerca.

—Sé que me extrañabas. —Alessa sonrió un tanto cínica, acomodándose el pelo—. ¿Desde cuándo no nos vemos? ¿Desde que me diste esa bebida verde súper viscosa y bab
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