¡Saludos desde Venezuela! Les aviso que ya es la fase final del libro. Así que el terreno se prepara para la despedida. También quería pasarles el dato de que pronto aparecerá en la app mi nuevo libro de romance: "SEÑOR PELIGRO". Confieso que "Niña Problema de mi Jefe" la escribí hace años y tiene muchísimas imperfecciones. Lo sé, y agradezco a los que continuaron leyéndola de todos modos. Así que les comparto que "SEÑOR PELIGRO" será un proyecto más elaborado y los invito a darle un vistazo en cuanto esté disponible :)
Después de que Leo se marchó, Alessa se reunió con Reynolds y Sophia en la oficina de la mujer rubia, mordiéndose el labio inferior. Diez minutos, aseguró su esposo con un beso casto en sus nudillos. Diez minutos para preparar el terreno desconocido y medir las repercusiones. Alessa aceptó a regañadientes y, cuando lo vio caminar a la sala de la Junta Directiva con los hombros rígidos, decidió regalarle diez minutos más. No podía imaginar la gran cantidad de estrés que Leonardo estaba cargando encima desde muy temprano en la mañana y la que todavía le faltó por enfrentar. Lo último que él se merecía era la presión de su esposa.Miró a un lado y suspiró.—Te preocupas mucho por el asunto de Le Roux, Reynolds.El jefe de seguridad apartó la mirada de una tableta electrónica entre sus manos y volteó a verla, quedándose un tanto prendido por su apariencia. Él asintió contemplativo.—Es mi especialidad. Cumplir mi trabajo.La pelirroja le devolvió el gesto y caminó directamente hacia él, pa
Leonardo estaba a segundos de explosionar.Pasándose la mano por la mandíbula, él siguió escuchando las palabras de los miembros de la Junta Directiva. Su cabeza realmente ya pesaba con tanta información recibida y le empezaba a causar dolor. Suspiró, mentalmente agobiado. Quería volver a casa y olvidarlo todo con su querida esposa, pero no tenía otra opción que soportar las reprimendas de sus socios y, para varias, del imbécil de Le Roux, que solo había venido a meterle cucacharas en la cabeza a sus socios. No lo habían contactado solo a él, querían a Alessa en la sala. Pero Leonardo necesitaba enfrentar las primeras barricadas por su cuenta. A él lo tenían en ese lugar contra la espada y la pared. Podía soportarlo. ¿Por qué carajos querían perjudicar a Alessa? ¿Qué ganaban, aparte de su hostilidad? Sus socios deberían tener mejores ideas. Era muy probable que Le Roux había tenido tiempo suficiente para lavarles el cerebro en su ausencia.Joder, Alessa tenía muchísima razón.Le Roux
La sala se sumió en un completo silencio de conmoción y Leonardo se imaginó cuántas veces debió Alessa imaginar que esto sucedería: ella irrumpiendo por la puerta como un huracán de pelo rojo y boca salvaje, callándole la boca a todos los misóginos que ocuparon la mesa ovalada y pensaron que ella sería una gatita y no una fiera indomable. Gente ilusa. La gatita fue propiedad única y exclusiva de Leonardo, en la privacidad, en la intimidad, cuando el deseo incendió la venas y ella se rindió ante él. La gatita que ronroneó para él con ojos dóciles y manos amorosas. Esa gatita que rogó por sus caricias, mimos y elogios. Leonardo fue dueño de esa faceta. Para el resto del mundo, Alessa fue todo lo contrario: una bestia que no debía ser cuestionada ni traicionada. —¿Qué estás haciendo aquí, Sinclair? —Le Roux no ocultó su escepticismo ni su ceño fruncido, aunque un brillo perverso en los ojos lo delató, revelando que todavía, a pesar de los años, las circunstancias y la distancia, guard
Leonardo detectó de inmediato la tensión en los hombros de Elliot Le Roux cuando su esposa envió sus mejores armas, imponiéndose a los hombres y a sus directrices. Claramente, Alessa tenía intenciones muy específicas cuando entró a esta sala lista para enfrentarse a Le Roux. No se esperó que ella trajera el contrato... Eso significaba que... Alessa había hablado con Sophia, sin lugar a dudas. Las dos mujeres se pusieron de acuerdo mientras él estaba aquí lidiando con las quejas de Le Roux. Pero no le gustaba nada la alta disposición que Alessa le estaba mostrando a Elliot, como si quisiera apaciguarlo o endulzarlo. Leonardo tenía que morder su lengua y sus celos irracionales. —¿De verdad estás diciendo lo que creo que estás diciendo, Alessa? —Le Roux miró a cada uno de los miembros de la Junta antes de fijar su atención en la pelirroja—. Jamás te comprometerías a una buena conducta. Ese no es tu estilo. —Solía ser mi estilo. En eso estamos de acuerdo, en el pasado. Te doy ese créd
—¡Agh! Esto es molesto. Es frustrante. Es agotador...—No me lo imagino en lo absoluto, querida —la mujer tarareó sin apartar la vista de su celular, tecleando en la pantalla táctil a la velocidad de la luz. Su rostro de negocios estaba activo aunque su voz no, era completamente casual.—Tal vez necesito un besito para revivir-Un gruñido molesto la interrumpió de inmediato, haciéndola contener una sonrisa maliciosa.—Cállate.Tarareó.—¿Demasiado pronto para bromear sobre eso?—Nunca vamos a bromear sobre eso. Tenlo muy claro.—Una broma a la semana.—Ninguna, te dije.—Al mes.—Dije que te calles.—Qué aburrida eres, Soph.—La puerta está justo allí.—Tengo flojera.Se formó un largo silencio. No era incómodo. Solo fue una pausa donde las palabras no eran necesarias.—¿De veras vas a estar bien, Alessa?La pelirroja asintió, alzando el brazo para mostrar su actitud positiva con un pulgar arriba, porque la situación pudo resultar mucho peor. En el peor de los casos, Le Roux le habría
Alessa esperó hasta sentirse un poco mejor del malestar que sofocaba sus sentidos. No sabía muy bien de qué se trataba, pero definitivamente no se trataba de un embarazo. El implante anticonceptivo todavía estaba en su brazo. Leonardo era una bestia generosa en la cama, en la oficina, en cualquier rincón donde pudiera derramar sus pasiones indomables, pero tampoco podía vencer esos métodos clínicos con su gran virilidad, ¿cierto?Mientras bebía aquella cosa verde del vaso con pajita, se quedó sumamente calladita, observando cómo Sophia y Reybolds discutían sobre los recientes movimientos de Elliot y las últimas conexiones que había establecido su corporación en el extranjero, alegando que el magnate francés no perdió el tiempo cuando la señora Humble comenzó a meterlo en aprietos con sus contactos en el país, lo que significa que Le Roux podía estar operando bajo la mesa, aliándose con personas de dudosa reputación en territorio alemán. Evidentemente, Sophia y Reynolds compartieron su
La nueva vida de Alessa Gold no resultó tan fácil como los medios de comunicación se lo pintaron a la sociedad: lujos, tonterías e irresponsabilidades. Porque ella era menor que Leo y era muy probable que ella fuese solo una chica mimada y caprichosa como esposa. Según, esos eran los estándares que tenían de ella y de muchas mujeres jóvenes que contrajeron nupcias con una pareja bastante o un poco mayor en comparación.«Son unos completos y tremendos idiotas»Alessa ni siquiera iba a discutir con esos ilusos pues no valía la pena, ni ahora ni nunca. Podía mandarlos al carajo a todos ellos a la vez, decirles con mucho ímpetu que estaban sumamente equivocados respecto a ella y a sus intenciones con Leonardo.Una prueba de esto, fue el constante pensamiento acerca de los hijos, que la persiguió hasta en la sopa. La idea de ser madre. La idea de hacer padre a Leonardo. La idea de unir sus vidas para crear una nueva vida, que les perteneciera a los dos. Eso fue algo de otro mundo.Técnicam
El apartamento que solía ser de ella y Carla sigue igual que siempre: incluso estaba esa planta marchita en la ventana donde solía robar WiFi.Con ojos enrojecidos, recogió esa planta e hizo una mueca.—Se nota que un día fui yo quien te cuidó —murmuró dolida.La tira a la basura, porque no sirve de nada guardar algo que ya está marchitó."Mi matrimonio está lejos de estar marchito, solo fue una pelea, nada más."Alessa se pasó toda la noche dando vueltas en la vieja cama donde solía dormir feliz con su soledad. Ella recordó a esa chica solitaria, que nunca pensó en tener una relación amorosa con nadie. A esa chica que no le importaba dormir sola porque estaba acostumbrada a la soledad. Ahora, Alessa fue consciente de la enorme diferencia que había ocurrido en su vida los últimos años.En el pasado, Alessa hubiera sido feliz con una pijama de las chicas superpoderosas, comiendo papitas y enfurruñada en su cama, sin pensar en nadie ni en nada. Las cosas simplemente ya no eran las misma