148°

El corazón de Yeison le hacía con fuerza mientras apretar el arma en su mano. El joven que recién había aparecido los guiaba por las escaleras, esperando en las esquinas para ver si aparecía alguien.

— ¿hay muchos? — preguntó Yeison. Estaba aterrado pero no quería demostrarlo.

— No lo sé — dijo el joven — . Yo pertenezco a la organización de Carlota. Estaba encargado de cuidar la casa, pero alguien nos atacó. Tuve que escapar, pero logré regresar a tiempo para salvarlos, por suerte. Ahora concéntrense. Tenemos que escapar de aquí porque Máximo no da puntada sin dedal. Si es él quien los quiere muertos, no se va a arriesgar a dar un golpe tan grande sin estar seguro de que va a acertar. Lo más probable es que el edificio este repleto.

Paloma prácticamente se había colgado del brazo de aquel desconocido. No tenían más opción que realmente confiar en él. Así que Yeison respiró profundo para tratar de calmar su acelerado corazón y corrió junto a ellos.

Tuvo el impulso de tomar su teléfo
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