Capítulo XXXI

—No… no quiero que te sientas presionado por mi presencia —dijo Elena, pensando más en los consejos de su prima sobre “lo más deseado, es lo más valorado”— no obstante, llámame y platicaremos, así te podrás desenvolver como siempre lo has hecho.

—Te mentiría si te dijera que no me presionaría tu presencia, el sólo saber que estás sola y que yo estaré ocupado, me pondría inquieto —dijo él sujetándole la mano— gracias por tu comprensión y sí, te voy a llamar todas las noches para que no te olvides de mí.

—¿Cómo podría si te voy a estar extrañando todo el tiempo? Cuídate mucho y piensa en mí.

—Será imposible no hacerlo.

Horas más tarde, en la intimidad de su recámara, comenzó a extrañarlo.

Al

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