Tuvo que hacer un esfuerzo supremo para no levantarse y correr a refugiarse entre sus brazos.
Simplemente se puso de pie y volteó a verlo. Se veía más varonil y atractivo que nunca.
—¿A qué se debe tu regreso…? ¿Olvidaste algo aquí…? —preguntó tratando de ser indiferente—No creí que tuvieras ganas de volver.
—Perdóname, Amanda, he sido un perfecto imbécil, ahora lo comprendo. Me alejé porque creí que lo que se decía de ti era cierto tenía mis dudas para amarte. Néstor sabiéndolo me puso una trampa para demostrarme que si eras homosexual como se decía, por lo que no tenía ninguna esperanza contigo, ya que tú tenías tus preferencias bien definidas.
Tu prima lo ayudó para enredarme y lo que escuché aquella noche, me convenció, mucho fue lo que me
Arreglada de manera juvenil, con un ligero vestido de minifalda y un discreto escote que resaltaba su hermosura, con la bolsa de piel colgada a su hombro izquierdo, Amanda, después de agradecerle al conductor del taxi, por su servicio, descendió del auto que la había llevado a su cita, dejando tras de sí un delicado y agradable aroma.El chofer del carro por aplicación, que ella había solicitado, se mantuvo en su lugar por unos minutos y la vio alejarse, caminando con porte, elegancia y categoría, desbordando una sensualidad tan natural que atraía las miradas de aquellos con los que se cruzaba en el camino.Se veía preciosa, era como una muñequita, luciendo sus agiles y esculturales piernas, sus diseñadas y formadas caderas al vaivén de su cintura y la candencia de sus pasos, dejando que su sedosa melena se agitara libremente con el aire, lo que le daba un toque poético a su cami
—¡Eres una desgraciada…! ¡Frígida…! —le gritó entre gemidos de dolor— no sé por qué no hice caso cuando me dijeron que eras lesbiana… ¡maldita!Todavía medio aturdida y confundida, Amanda se enfureció mucho al escuchar aquellas palabras, estaba segura de que ese infeliz, algo le habían puesto en su bebida y eso era lo que la tenía en ese estado, no obstante, tomó su bolso y se acercó hasta donde Jorge buscaba reponerse del intenso dolor que sentía en su dañada virilidad.Sin que él se lo esperara, un fuerte puñetazo se estrelló contra su boca reventándole los labios y botándolo hacia atrás, con fuerza, hasta hacerlo caer pesadamente al suelo.—¡Imbécil…! —le dijo Amanda con coraje.Con pasos tambaleantes e inseguros, buscó la salida de a
—“¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?” —pensaba con cierta tristeza y dolor mientras elegía lo que se iba a poner —“Es la tercera vez que me tratan y me ofenden de esa manera” “¿Por qué?” —y comenzó a recordar.«La primera vez fue con Horacio, aquel atlético y guapo estudiante de la carrera de Economía que conocí en la Universidad, él era hijo de un importante banquero y yo con 19 años lo vi cómo a mi príncipe azul.» Pese a tener buena posición social y económica, Horacio era sencillo, amable y muy simpático, lo que lo hacía popular y querido en la facultad, él quería estudiar Economía para seguir los pasos de su padre, el cual era como su ídolo.» Nos hicimos novios a los tres meses de conocernos y comenzamos a salir a va
Fue entonces cuando recibió una llamada de Olga, una excompañera de la Universidad con la que había hecho muy buena amistad y aunque tenían amigos en el mismo círculo social, no era muy dada para andar con chismes.Olga siempre había rechazado aquellas intrigas y aunque tenía muchos amigos y conocidos en el círculo social que ambas frecuentaban, ella procuraba mantenerse al margen, convivía si era necesario, más no lo hacía de manera habitual como la mayoría de todas aquellas sanguijuelas.A ella si le contestó el teléfono ya que podía tratarse de algún asunto urgente, cuando Olga le contó el motivo de la llamada, Amanda, casi enloquece del coraje.Su excompañera le había dicho que estaba circulando el fuerte rumor de que la heredera del señor Vértiz vivía en secreto una relación lésbica con una e
Montada sobre su caballo, Amanda Vértiz corría por el verde y hermoso campo a todo lo que el noble bruto podía, con gran experiencia y habilidad, la bella amazona guiaba las riendas controlando apenas, el coraje que la embargaba y la hacía contraer las mandíbulas.No había obstáculo en el camino que el caballo no eludiera o brincara, con destreza y experiencia, manejaba las riendas del hermoso animal, mostrando sus dotes naturales de amazona consumada, de esa manera cruzaba, sin detenerse, aquellos campos que lucían la dedicación y el cuidado a que eran sometidos por los jardineros.No tardó mucho en llegar hasta las puertas de la casa principal, y rayando el brioso corcel, desmontó con un ágil brinco, justo en el momento en que uno de los mozos de la cuadra se acercaba a ella para hacerse cargo del caballo, el empleado sabía que había que ponerle una manta para el sudor.<
Mientras esperaba en la biblioteca para hablar con su prima, se sirvió un trago de coñac, recordó la última vez que vio a su padre unas horas antes que él muriera, dejándole un gran vacío.Había regresado de una competición en la que obtuvo el primer lugar, su padre no había podido acompañarla por encontrarse un poco enfermo, así se lo dijo cuando hablaron por teléfono y aunque ella le ofreció estar a su lado para cuidarlo, él la convenció de ir a competir, asegurándole que no era nada grave.A su regreso al país, mientras esperaba su equipaje en el aeropuerto, recibió una llamada del médico que atendía a su padre, avisándole que el señor Vértiz, estaba muy grave y que pedía hablar con ella.Amanda no lo dudó un solo instante, dejó todo en manos de sus ayudantes y alquil&
El primer enfrentamiento con Elena fue durante la lectura del testamento.Su prima no quería aceptar que Amanda fuera su albacea, no estaba dispuesta a depender de ella para disponer de la herencia que su tío le había dejado al morir.Gritó, amenazó y ofendió a todos los que se encontraban presentes, al notario, a Amanda y hasta al abogado que había llevado con ella para que la aconsejara legalmente. Lloró de rabia e impotencia tratando de llegar a un arreglo son su prima, pero Amanda se mostró inflexible y la temperamental y explosiva Elena llegó hasta a amenazarla.Incluso hasta contrató a otro abogado e inicio un juicio legal contra su prima para poder cambiar ese mandato que le parecía absurdo y desquiciado. Todo fue inútil nada se pudo hacer, por lo que no tuvo otro remedio que aceptar los hechos mientras pensaba en alguna forma de liberarse de Amanda.Como ven
—No me importa en lo más mínimo. Ya sé lo que quiere esa hipócrita. La voy a poner en su lugar, ya es tiempo de que deje de tratarme como a una niña. Soy bastante mayorcita y puedo hacer con mi vida lo que yo quiera —exclamo ella de forma abierta y sin ocultar su coraje.—Ese es un asunto de ustedes —dijo él indiferente al momento en que se levantaba y comenzaba a vestirse— Y a propósito de problemas, espero que no se te haya olvidado lo que te pedí.—No podría olvidárseme, tú me lo recordarías, como lo haces ahora. Te voy a dar ese dinero, pero es la última vez, te lo advierto.—Sí, sí, mi amor, lo que tú quieras —la voz de él sonó cínica eso no pasó desapercibido para ella.Elena le dio los billetes que saco de su bolso, seguía desnuda mientras él ya se h