—“¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?” —pensaba con cierta tristeza y dolor mientras elegía lo que se iba a poner —“Es la tercera vez que me tratan y me ofenden de esa manera” “¿Por qué?” —y comenzó a recordar.
«La primera vez fue con Horacio, aquel atlético y guapo estudiante de la carrera de Economía que conocí en la Universidad, él era hijo de un importante banquero y yo con 19 años lo vi cómo a mi príncipe azul.
» Pese a tener buena posición social y económica, Horacio era sencillo, amable y muy simpático, lo que lo hacía popular y querido en la facultad, él quería estudiar Economía para seguir los pasos de su padre, el cual era como su ídolo.
» Nos hicimos novios a los tres meses de conocernos y comenzamos a salir a varias partes, me gustaba estar con él y divertirnos de manera limpia y sana, se comportaba como si yo le interesara en verdad y me trataba con cariño.
» Incluso me acompañó a una competición hípica y se mostró muy interesado en aprender sobre la crianza, doma y entrenamiento de los caballos.
» Por eso fue que comencé a enseñarle sobre ese mundo fascinante del deporte hípico, él estaba encantado y aprendía muy rápido, aunque no montaba bien.
» Fue una noche, seis meses después de hacernos novios, cuando sentados en la sala de mi casa veíamos una película, como de costumbre, él intentaba besarme y acariciarme mientras yo estaba muy concentrada en la trama de la historia.
» De pronto sus caricias sobre mi cuerpo se hicieron más íntimas haciendo que me tensara toda y me pusiera a la defensiva, cuando su mano intentó colarse entre mis piernas, no pude más y me levanté muy enojada del sillón.
» —Si no vas a ver la película conmigo… será mejor que te vayas… me llamas mañana y nos ponemos de acuerdo para vernos —le dije muy seria
» —No te molestes, mi amor, yo sólo quiero sentirte un poco más, conocerte más a fondo… te amo y me tienes loco —me dijo viéndome a los ojos
» —No, no me amas, lo que tú quieres es manosearme para tratar de excitarme y convencerme de irnos a la cama
» —¿Y qué tiene eso de malo? Todos lo hacen, ya no estamos en la época de mis abuelas cuando las mujeres se mantenían alejadas del sexo por falsos temores morales, somos jóvenes, así que vivamos nuestra sexualidad libremente.
» —El que todos lo hagan, me importa muy poco, yo no quiero hacerlo… el que las mujeres se mantuvieran alejadas del sexo por falsos temores morales, es algo que no me importa, yo no lo deseo, no lo quiero y no me vas a convencer de lo contrario, así que mejor vete… por favor.
» —No te entiendo, ni siquiera me dejas que te bese en el momento en que me nace, tenemos que vivir un romance a la antigua, sólo por tus ideas.
» —¿Para qué quieres besarme delante de todo el mundo? ¿Para demostrarme tu amor o para presumir ante tus amigos que puedes hacer conmigo lo que quieras y cuando quieras? Mejor vete y déjame en paz que ya me enojé.
» —Lo que pasa es que eres frígida… o tal vez eres lesbiana y no te atreves a salir del clóset… por eso estas frustrada y no dejas que me acerque.
» —¡Vete al demonio o vas a salir de aquí en ambulancia! —le grité con furia, ofendida por sus palabras— tú sabes que no miento.
» Horacio ya no insistió, salió de mi casa, él sabía que, aunque era más fuerte y con mayor volumen de peso que yo, a mí me habían entrenado en el Jiu Jitsu en Japón, en el año que estuve viviendo allá, no sólo obtuve el cinturón negro, sino que además gané un campeonato mundial y aprendí los secretos más oscuros de ese arte, por lo que no me sería difícil vencerlo.
» Horacio se fue y nunca más nos volvimos a hablar, a pesar de que en algunas ocasiones nos vemos en el club, a sus amigos les contó que habíamos discutido y que como yo era muy terca él decidió que lo mejor era terminar de una buena vez en lugar de estar discutiendo siempre.
» El mal ya estaba hecho, las hirientes palabras de Horacio me dolieron hasta el alma, no fue tanto que me ofendiera por decirme frígida o lesbiana, no, fue el desprecio con el que lo dijo, y me hizo reflexionar sobre si tenía o no razón, lo cierto es que yo no me comportaba como todas las novias.
» A ninguna de ellas le importaba que la estuvieran manoseando o besando en lugares públicos, ni prestaban atención a las miradas de reproche que les echaban al pasar, es más, parecía que disfrutaban con provocar toda aquella atención y hasta parecía un orgullo hacerlo.
» A mí no me gusta que me besen en público, mucho menos que me metan mano, no lo soporto, me enciende de coraje, me siento como una masa a la que tienen que estar sobando y recorriendo hasta que le den la forma que quieren, aunque luego ya no les interese.
» Si bien, no me gusta nada de esos espectáculos sexuales, tampoco me atraen las mujeres, puedo reconocer sus atributos físicos, comentando como visten, la forma en que se comportan, cómo se ven cuando caminan, más nunca me he sentido atraída por alguna de ellas y menos en el aspecto sexual.
» Tengo muchas amigas en mi círculo social y de la universidad, y con todas me llevo muy bien, fuera de eso jamás hubo nada que me indicara que me gustara o que me interesara como para formar pareja.
» Año y medio después de lo sucedido con Horacio, me hice novia de David, otro atleta universitario, cursábamos el último año de la carrera y él me colmaba de atenciones y cuidados para envidia de todas las que pretendían tener una relación con él.
» Duramos todo un semestre, nos divertimos de lo lindo y fuimos a varios lugares juntos, lo acompañé a varios partidos, fuimos a varios balnearios, todo cambio cuando en uno de los viajes intentó manosearme, aunque por un momento pensé en dejarlo hacer, no lo pude soportar y me molesté mucho, así que terminamos.
» Las ofensas que me dijo fueron parecidas a las de Horacio y a las de Jorge, “lesbiana”, “frígida”, “insensible”, sólo que este desgraciado fue más allá al decirme “calientabraguetas”, claro que David se llevó un par de cachetadas ante la mirada de los bañistas que abarrotaban la playa en la que estábamos.
» Furioso, intentó devolverme las cachetadas, me moví rápido y sujeté la mano con la que pretendía golpearme, usando su propio peso para tener ventaja, le apliqué una proyección y sin soltarle el brazo, le luxé la muñeca y el codo, por lo que tuvieron que llevarlo al hospital.
» A sus amigos les contó que se había lastimado enfrentando a tres tipos con los que yo estaba coqueteando y con los que pretendía irme para tener sexo salvaje, ya que yo era una descarada que no respetaba nada.
» Tampoco lo volví a ver, como espero no volver a ver nunca a Jorge, que piensen lo que quieran esos imbéciles, yo sé quién soy y qué es lo que quiero, lo demás no me importa la opinión que puedan tener de mí.
Terminó de vestirse y de arreglarse, se vio en el espejo y luego, tomó su teléfono celular y salió de su habitación, llegó al comedor de la casa, le pidió a la sirvienta que le hiciera un par de blanquillos estrellados con tocino, un jugo de naranja y café.
Mientras comenzaba a desayunar escuchó el sonido de una llamada en el teléfono, vio que la llamaba Carolina Montes, una de sus mejores amigas, así que no dudó en contestar:
—¿Amanda…? Me muero de curiosidad porque me cuentes que tal te divertiste anoche con Jorge del Real —dijo Carolina sin darle tiempo de decir nada.
—¿Divertirme…? No sé a qué te refieres…
—Es que me llamó Rosa Franco y me dijo que su novio le había contado que anoche te entregaste por completo a Jorge del Real y que él había dicho que eras una verdadera fiera en la cama… bueno dice que hasta lo dejaste bien adolorido… como no le creyó le enseñó la mordida que le diste en los labios en un arranque de pasión… cuéntame todo ¿qué pasó? ¿Es cierto que Jorge es un excelente amante?
—¡Es un perfecto imbécil…! ni me entregué a él y jamás me ha tocado nada más allá que el brazo, ya quisiera ese infeliz —dijo Amanda furiosa— lo de la boca fue porque le di un puñetazo por estúpido.
—Bueno… es que…
—Mira… tengo que atender a una persona… luego platicamos… —la cortó de inmediato para no tener que seguir dando explicaciones.
Sentía mucho coraje y quería estallar, aunque también el hambre que sentía la inquietaba, así que se olvidó de todo y volvió a seguir desayunando.
El teléfono volvió a vibrar y a sonar, era una llamada de Bertha, otra de sus amigas, decidió ignorarla y siguió desayunando, después de Bertha, la llamaron sus demás amigas, a ninguna le respondió, no tenía ganas de dar explicaciones.
Al terminar su desayuno estaba furiosa, no podía soportar que aquello le estuviera pasando a ella, tenía que ponerle fin a todo aquello y de una manera contundente y definitiva, vio su reloj y una sonrisa se dibujó en su rostro, ahora entendía por qué todas le habían llamado casi al mismo tiempo, estaban en el deportivo donde acostumbraban reunirse.
Con una idea en mente, salió de su casa y agarró su automóvil, conduciendo hábilmente y a buena velocidad llegó hasta el club, le dejó su carro al encargado y con paso firme y decisivo se encaminó hacia el salón donde se reunían todos.
Con la mirada recorrió el lugar y vio a Jorge platicando con sus amigos y riéndose a carcajadas, estaba segura que ese desgraciado estaba hablando de ella, así que se encaminó hacia dónde estaban y plantándose frente a él le dijo con voz fuerte y determinada:
—¿Cuándo me entregué a ti, desgraciado hablador…?
Jorge vio el desprecio y el odio que brillaban en los ojos de ella y por un momento se sintió intimidado, la conocía demasiado bien como para temerle.
—Contesta infeliz… ¿ya les contaste que quisiste drogarme y que ni así pudiste hacer nada conmigo porque no aguantaste una patadita y un derechazo en el hocico por puerco?
Al ver que Jorge no hablaba, Amanda le soltó una fuerte patada en los bajos, del Real gritó como si lo hubieran apuñalado y se le doblaron las piernas cayendo de rodillas, ella aprovechó para darle un certero derechazo en un ojo y en ese momento los amigos de ambos la detuvieron.
—Cálmate Amanda… por favor… —dijo uno de ellos
—Estoy calmada… —respondió ella con los puños apretados— pero que ese hablador asqueroso cuente toda la verdad y no sus fantasías sexuales.
Jorge ya no la escuchaba, el dolor que sentía en sus partes nobles era tan intenso que entre dos de sus amigos tuvieron que llevarlo a la enfermería del lugar para que lo auxiliaran.
Amanda se soltó de las manos de sus amigos que la sujetaban por los brazos y sin decir nada más salió del club en busca de su auto, todos la veían con admiración y miedo.
Durante tres días se mantuvo encerrada en su casa, no quiso responder a las llamadas de sus amigas y cuando estas fueron a buscarla a su casa, el servicio les decía que no se encontraba, que había salido de la ciudad con su padre por cuestiones de negocios y que en cuanto regresara le darían los mensajes.
Se sentía molesta con todos, no deseaba ver ni hablar con nadie, simplemente quería que la dejaran en paz, más al parecer eso no funcionaba ya que la insistencia de las que se llamaban sus amigas no cesaba y eso la desesperaba más.
Fue entonces cuando recibió una llamada de Olga, una excompañera de la Universidad con la que había hecho muy buena amistad y aunque tenían amigos en el mismo círculo social, no era muy dada para andar con chismes.Olga siempre había rechazado aquellas intrigas y aunque tenía muchos amigos y conocidos en el círculo social que ambas frecuentaban, ella procuraba mantenerse al margen, convivía si era necesario, más no lo hacía de manera habitual como la mayoría de todas aquellas sanguijuelas.A ella si le contestó el teléfono ya que podía tratarse de algún asunto urgente, cuando Olga le contó el motivo de la llamada, Amanda, casi enloquece del coraje.Su excompañera le había dicho que estaba circulando el fuerte rumor de que la heredera del señor Vértiz vivía en secreto una relación lésbica con una e
Montada sobre su caballo, Amanda Vértiz corría por el verde y hermoso campo a todo lo que el noble bruto podía, con gran experiencia y habilidad, la bella amazona guiaba las riendas controlando apenas, el coraje que la embargaba y la hacía contraer las mandíbulas.No había obstáculo en el camino que el caballo no eludiera o brincara, con destreza y experiencia, manejaba las riendas del hermoso animal, mostrando sus dotes naturales de amazona consumada, de esa manera cruzaba, sin detenerse, aquellos campos que lucían la dedicación y el cuidado a que eran sometidos por los jardineros.No tardó mucho en llegar hasta las puertas de la casa principal, y rayando el brioso corcel, desmontó con un ágil brinco, justo en el momento en que uno de los mozos de la cuadra se acercaba a ella para hacerse cargo del caballo, el empleado sabía que había que ponerle una manta para el sudor.<
Mientras esperaba en la biblioteca para hablar con su prima, se sirvió un trago de coñac, recordó la última vez que vio a su padre unas horas antes que él muriera, dejándole un gran vacío.Había regresado de una competición en la que obtuvo el primer lugar, su padre no había podido acompañarla por encontrarse un poco enfermo, así se lo dijo cuando hablaron por teléfono y aunque ella le ofreció estar a su lado para cuidarlo, él la convenció de ir a competir, asegurándole que no era nada grave.A su regreso al país, mientras esperaba su equipaje en el aeropuerto, recibió una llamada del médico que atendía a su padre, avisándole que el señor Vértiz, estaba muy grave y que pedía hablar con ella.Amanda no lo dudó un solo instante, dejó todo en manos de sus ayudantes y alquil&
El primer enfrentamiento con Elena fue durante la lectura del testamento.Su prima no quería aceptar que Amanda fuera su albacea, no estaba dispuesta a depender de ella para disponer de la herencia que su tío le había dejado al morir.Gritó, amenazó y ofendió a todos los que se encontraban presentes, al notario, a Amanda y hasta al abogado que había llevado con ella para que la aconsejara legalmente. Lloró de rabia e impotencia tratando de llegar a un arreglo son su prima, pero Amanda se mostró inflexible y la temperamental y explosiva Elena llegó hasta a amenazarla.Incluso hasta contrató a otro abogado e inicio un juicio legal contra su prima para poder cambiar ese mandato que le parecía absurdo y desquiciado. Todo fue inútil nada se pudo hacer, por lo que no tuvo otro remedio que aceptar los hechos mientras pensaba en alguna forma de liberarse de Amanda.Como ven
—No me importa en lo más mínimo. Ya sé lo que quiere esa hipócrita. La voy a poner en su lugar, ya es tiempo de que deje de tratarme como a una niña. Soy bastante mayorcita y puedo hacer con mi vida lo que yo quiera —exclamo ella de forma abierta y sin ocultar su coraje.—Ese es un asunto de ustedes —dijo él indiferente al momento en que se levantaba y comenzaba a vestirse— Y a propósito de problemas, espero que no se te haya olvidado lo que te pedí.—No podría olvidárseme, tú me lo recordarías, como lo haces ahora. Te voy a dar ese dinero, pero es la última vez, te lo advierto.—Sí, sí, mi amor, lo que tú quieras —la voz de él sonó cínica eso no pasó desapercibido para ella.Elena le dio los billetes que saco de su bolso, seguía desnuda mientras él ya se h
» No obstante que Elena recibió un buen trato y atenciones por parte de su tío y de su prima, ella iba llena de odio y rencor, así que comenzó a desquitarse con su prima, la tierna niña que sin malicia alguna le ofrecía todo lo que tenía para aliviarle el dolor de haber perdido a sus padres.» La rencorosa muchacha, disfrutaba haciéndole maldades, llegando a lastimarla varias veces, no sólo en lo sentimental, sino que hizo que se luxará un tobillo, que se descalabrara, que se golpeara en la cara, en fin, aprovechando que era mayor se ensañaba con la inocente y dulce heredera, que no entendía aquella actitud.» Ernesto en varias ocasiones la reprendió y la castigo por sus bromas pesadas en contra de la niña, por eso Elena aprendió a comportarse hipócritamente ante él, no le importaba pedir perdón y llorar de arrepentimiento, log
No le importaba que tuviera que esperar unas semanas, meses tal vez, al final conseguiría cobrarse todo lo que le debían y eso lo compensaba todo. Sí, la paciencia sería su aliada y como había escuchado por ahí, “la venganza era un plato que se saborea mejor frío”.Una sonrisa burlona y satisfecha se dibujó en sus labios, ese sería su plan y a partir de ese momento se concentraría de lleno en él, por lo pronto tendría que mostrarse sumisa y dócil.Termino de beber de su copa y luego se dirigió a su recámara. Tenía que empacar, le esperaba un nuevo ritmo de vida, seguramente muy aburrido, pero era el precio que debía pagar si quería conseguir los resultados esperados.Ya habría tiempo de disfrutar la vida plenamente, a su libre antojo, como a ella le gustaba. Definitivamente la venganza sería muy dulce y gratifica
Todo era nuevo para la rencorosa prima. Recibió atenciones y un tratamiento que nunca antes le habían otorgado en ninguna parte. Elena creía estar viviendo un hermoso sueño del que no deseaba despertar, mientras que Amanda se comportaba natural e inteligente en todos los tópicos que se abordaban, era un placer platicar con ella.Coqueta por naturaleza, Elena tuvo que reprimirse un poco y estuvo a punto de aceptar alguna de las invitaciones que le hacían para irse a divertir a otro lado, pero la mirada severa y firme de Amanda la detenía y se veía obligada a rechazar a los que la cortejaban.Con asombro vio que ellos se interesaban más en su persona a medida que los iba rechazando.Amanda la cuidaba en todo, cuando en el calor de alguna platica, hacia tal o cual comentario riéndose de manera vulgar y escandalosa. Poco a poco ella misma reconoció que no era correcto co