El encargado se dirigió hasta la celda donde dormía Namar, muy preocupado.
- Namar… - dijo muy serio – ¿Qué has hecho?- ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada – intentó mentir- Has cometido el peor error de todos… te has dejado ver por el Alfa.- Debía ver a madre Tabita… ese Alfa es un despiadado animal.- Ese Alfa es tu padre, Namar… ¿No comprendes aun la gravedad de la situación, verdad? Alfa Drago ha ordenado que preparemos a la nueva esclava para servirlo en sus aposentos… él desea acostarse contigo.- ¿Qué? Pero Argos, yo no puedo acostarme con él… ¡Él es mi padre!- Pero eso, nuestro Alfa no lo sabe. Le has dicho que has llegado en el último barco de esclavos… él ni siquiera sospecha que tu sigues con vida, Namar.- Por la diosa ¿Qué haré?- Ay, pequeña… mejor hubiese sido tu muerte. Terminar como la concubina de tu propio padre…- No, Argos… no lo haré.Namar habló decidida, caminó fuera de las mazmorras, pero los guardias la detuvieron.- Alfa Drago ha ordenado que vayas a los baños… él te espera.El miedo se apoderó de ella.Caminó en silencio junto a los guardias para no levantar sospechas, entró a los baños, allí las esclavas le arrebataron su ropa y la bañaron.
Una de las esclavas la hizo abrir las piernas para revisar exhaustivamente su vagina; la concubina del Alfa debía estar totalmente libre de vello o de infección alguna.
Rasuraron dolorosamente toda su piel e introdujeron hierbas contra el embarazo dentro de su canal vaginal.
En el momento en que terminaron de arreglarla, quedó totalmente sola, desnuda, en los baños.
Buscó minuciosamente una salida, hasta hallar un ducto de ventilación, que conectaba los baños, con el exterior del palacio.
Se transformó, rápidamente, en su loba y se escabulló por el estrecho agujero; por un momento creyó que moriría allí atrapada, sus huesos hacían el esfuerzo por contraerse sin romperse, para lograr huir de su terrible destino.
Luchó con todas sus fuerzas, soportando heridas y magulladuras, hasta lograr salir de aquella trampa mortal, intentando huir del terrible destino que la injusta vida le había marcado en frente.
Su loba, con muchos esfuerzos, se liberó del muro y saltó con todas sus fuerzas para sortear el río que separaba el palacio, del pueblo.Corrió entre las calles del pueblo, aun en su forma de loba, esperando que nadie la estuviera siguiendo.
Cuando se detuvo a recobrar el aliento, escuchó las voces de los guardias del palacio, que estaban buscándola.
El pánico se apoderó de ella y corrió hacia la carreta de un mercader que caminaba hacia la salida del pueblo.
Se transformó en su forma humana y se escondió bajo la pesada tela que cubrían su carga.
El mercader salió de la ciudad sin sospechar que la pesada carga contenía algo más.
No fue sino al cabo de dos días recorriendo el desierto, que Namar tosió casi al borde de la deshidratación.
En ese momento el mercader se detuvo y revisó su carga.
Allí se encontraba Namar, totalmente desnuda, sus labios secos y agrietados producto del intenso calor y la falta de agua, al borde del desmayo.
- ¿Qué es esto? – dijo el mercader impresionado- Ayuda… - dijo con dificultad Namar – por favor…- Eres una cortesana… - dijo observándola detenidamente – ¿Has huido del palacio del Alfa?Namar asintió sin hablar.La piel completamente desnuda y libre de vellos, llamó la atención de aquel lobo, ya que era algo que únicamente se podía apreciar en las lobas de baja reputación, la única razón por la que una meretriz huiría de palacio y de acostarse con el Alfa, tenía que ser, por el temor de una loba virgen siendo obligada a entregarse.
El mercader vio en ella una gran oportunidad, sacó agua para darle de beber y permitirle que se repusiera, cuando estuvo más hidratada y tranquila, el lobo ató su cuello para no permitirle transformarse y la sujetó por las manos y pies, fuertemente a la carreta, para no permitirle escapar.
- Eres mi esclava ahora. Contigo sacaré una gran fortuna… eres la cortesana más hermosa que he visto – abrió sus piernas para observar su coño, pulcro e intacto – como lo supuse, eres virgen… – dijo bajándose los pantalones – que gran suerte he tenido, encontrarme esta compañía en mi largo viaje. Podré venderte a un alto precio a cualquier Alfa.Namar no supo reaccionar ante tal situación, ella misma se había metido en este gran problema y ahora no podía escapar.Aunque su vida como esclava le había hecho entender que en algún momento sucedería, ya que su cuerpo nunca fue de su propiedad, hasta ahora ningún lobo en palacio había querido probar su cuerpo.
- Por la diosa… - el lobo sostenía su rostro y se daba placer – no probaré tu coño, porque gracias a él ganaré mucho dinero… pero eso no me roba la oportunidad de usar esos suaves labios para mi placer.La primera reacción de Namar fue querer morderlo con fuerza, pero comprendía que al hacerlo, nada lograría, sino tal vez que la matara allí.Estando ella totalmente aprisionada por las cuerdas en su cuello, pies y manos, no tenía ninguna posibilidad de huir;
Por lo que simplemente debió soportar que aquel lobo sostuviera su rostro y que el mercader lanzaba un gemido de satisfacción y soltaba su rostro para luego, simplemente, cubrirla nuevamente con la pesada manta y continuar el viaje.
Namar escupió los restos del asqueroso semen, esperando que con eso, el sabor escapara de su boca.
No podía creer en el terrible infierno en el que se había metido, aunque cualquier cosa era mejor que ser la concubina de su terrible padre, jamás pensó que se convertiría tan rápidamente en una esclava sexual.
El viaje duró dos días, en los que permaneció la mayor parte del tiempo recostada en la carreta inmóvil, con la certeza que al llegar la noche, el mercader se acercaría nuevamente a ella a poner sus manos sobre su cuerpo, recorrerla por completo y lamer sus pechos. Hoy podía comprender porque su madre decía que, en ocasiones, la esclavitud era peor que la muerte ¿Qué podía esperar ahora que ocurriera con su vida? Tal vez lo mejor sería que llegara a manos de algún lobo suicida que acabara con esa horrible existencia que tendría que vivir en adelante. Bajo la pesada manta que cubría la carga de la carreta, Namar no podía ver como el mercader entró a un pueblo correspondiente a la manada Luna Cristal y que se dirigía con la firme intención de hablar directamente con el encargado de los esclavos de palacio. Llegó a las puertas de la fastuosa casa de la manada y habló a los guardias. - Necesito hablar con el encargado de los esclavos – dijo el mercader.- ¿Quién eres tú? – le dijo un
Llevaba un par de días encerrada en la habitación; realmente las comodidades eran pocas, únicamente una cama, sin más muebles, o un espejo.La luz entraba únicamente por una pequeña ventana con gruesos barrotes, por donde se podía observar lo que ocurría frente a palacio; aquello se convirtió en la única entretención para Namar. Una tarde de aquellos días, que para ella transcurrían de la misma manera, vio como la gente frente a palacio se agolpaba y, a lo lejos, un séquito se acercaba. Al entrar en la ciudad, sonaron trompetas y los lobos recibieron con vítores al grupo de recién llegados. Namar desconocía el motivo de tal agitación, podía escuchar cómo, dentro de palacio, los lobos también corrían, sin embargo, un sentimiento de temor llenó su corazón… Caía ya la noche, cuando el grupo de lobos entró a Palacio y el encargado de los esclavos irrumpió de golpe en la habitación. - Muévete – dijo sin dar más explicaciones. Namar no comprendió la orden y lo observó con rostro de dud
Alfa Caleb se abalanzó sobre Namar y rasgó su vestido, dejándola totalmente desnuda y entró en ella con su pene erecto, con gran fuerza. Namar se aferró a las muñecas del lobo, para contener el dolor que le produjo el rompimiento tan brusco y violento de su himen. Apretó sus ojos para evitar que las lágrimas se agolparan y brotaran libremente, cuando aquel Alfa se movía dentro y fuera de su coño que escocía de dolor. Parecía que jamás se detendría. Levantó las piernas de Namar por sobre sus hombros, para entrar con su enorme polla aún más dentro de ella, en ese momento, la joven loba no resistió más y rogó que se detuviera. - Basta… por favor, Alfa…. Haré lo que me pidas, pero por favor… no más – dijo entre lágrimas. - Comprenderás tu posición, esclava. Jamás volverás a negarte a una orden de tu Alfa – le dijo aun moviéndose dolorosamente dentro de ella.- No lo volveré a hacer… lo siento, Alfa Caleb – dijo.El Alfa se detuvo, sujetó a Namar del cabello y la introdujo en su boca
A la mañana siguiente Namar despertó como de costumbre, tendió su cama y se sentó junto a la pequeña ventana a observar el ir y venir de los lobos en el pueblo, esperando a ver si alguien recordaba que ella se encontraba aun en aquella habitación/celda, y le llevaba algún pedazo de pan para aplacar su hambre. Aun sentía el fuerte agarre de aquel Alfa en sus brazos y muslos, y el dolor entre sus piernas. Jamás imaginó que el sexo sería algo tan terrorífico y desagradable, como ha tenido que experimentarlo ella. Realmente la muerte sería mucho más llevadera que ser la esclava o la concubina de ese sanguinario Alfa. Hasú, el encargado de los esclavos, llegó hasta la habitación de Namar y abrió la puerta, ella se encontraba meditando en sus desventuras y volteó para verlo, al darse cuenta que se trataba de él, su rostro se llenó de temor, pensando en que sería llevada nuevamente con el Alfa. - Que mal aspecto tienes… - dijo el encargado – andando, esclava. Muévete. Namar se quedó in
-Alfa Caleb, cuánto lo siento – dijo Hasú, muy asustado.-Hasú… - Alfa Caleb se levantó y observó seriamente a la joven – puedes continuar con lo que hacías… El Alfa dio media vuelta y caminó por el pacillo, alejándose.-Si mis hermanos murieron… quiero morir yo también, Alfa – dijo Namar. Alfa Caleb se detuvo.-Ese miserable de Alfa Drago, asesinó a mi Luna, y luego te envía a ti… Tu eres una mentirosa, no hay registros de que ese viejo lobo infeliz haya tenido una hija. Tu eres una nueva trampa que ha planeado para destruirme… y, por la diosa, descubriré que es lo que pretende. No mereces la muerte… sería demasiado fácil ¡Llévatela, Hasú!-Sí, mi Alfa – dijo el encargado, agachando su cabeza.-¡No! ¡Alfa! Por piedad… acabe ya con mi vida… - dijo Namar. Alfa Caleb no volteó nuevamente a ver.Namar fue llevada a una pequeña plaza de concreto en el interior del castillo. Allí, en el centro se erguía un alto pilar, del que colgaba una fuerte cuerda. Namar fue sostenida allí,
-Soy hija de Alfa Drago… pero él no sabe que existo – respiró un momento para recobrar el aliento – Alfa Drago me maldijo y ordenó mi muerte cuando nací, pero una esclava me escondió y crio como suya – respiró una vez más – Si estoy aquí, es porque escapé de mi manada, ya que mi padre quería volverme una de sus concubinas.Alfa Caleb se frotó la barbilla, analizando las palabras de Namar.-¿Cuál es tu nombre, esclava? -Namar…-No pareces una namarita… - dijo observándola.-La esclava que me crio, me dio ese nombre… ella era namarita. -¿Cómo puedo saber que lo que dices es cierto?-Busque en el registro de concubinas de Alfa Drago el nombre de mi madre. Ella era una loba de las montañas frías, llamada Selene.Alfa Caleb se sentó en su escritorio, frotándose la barbilla.-No es necesario indagar demasiado… todos los lobos de la región conocen quien fue Selene… ella sería la Luna de Alfa Drago. Después de todo su bebé sobrevivió… ese Alfa maldito, no es solo un cretino con
Al día siguiente Namar despertó con una extraña sensación. Aunque no estaba del todo conforme con su situación actual, se sentía extrañamente agradecida de seguir con vida y, sobre todo, de haber podido dormir en esa cama nuevamente, después de haber pasado el calvario en el pilar. Se miró al espejo y sus cicatrices habían desaparecido casi por completo; su condición de loba ayudó mucho a que eso sucediera, sin mencionar las hierbas y ungüentos que la anciana curandera puso en su espalda. Todo indicaba que, en muy poco tiempo, ya no quedarían indicios de los latigazos que rasgaron su piel el día anterior.Hasú, el encargado de los esclavos abrió la puerta y fue a buscarla. Esta vez, Namar obedeció sin reclamos, ni rebeldía. Fue a los baños y se aseó, y luego, a comer. Varinia la observaba con gran recelo; el resto de las concubinas no comprendían la razón del mal humor de Varinia aquella mañana, sin embargo, el hecho de ver a Namar en el salón, comiendo como una más de ellas, provocó
Namar llegó al despacho de Alfa Caleb, inhaló hondo para darse valor y golpeó la puerta. El joven lobo le permitió entrar. Sentado en su escritorio, la observó caminar, hasta estar frente a él; ella se mantuvo de pie inmóvil y seria.-Estás muy seria… parecías muy divertida y vivaz hace un momento – dijo Alfa Caleb, burlándose de ella. Namar no respondió – respóndeme algo – dijo fingiendo una risa - ¿Qué es lo que planeas, esclava?-Una esclava no puede planear nada… - le dijo seriamente.-Entonces dime… hace un día decías que no te convertirías en una ramera para un Alfa, ¿Y ahora das espectáculos en par con Astrid? -Haré todo lo que esté en mi para conseguir mi libertad…-¿Y crees que así la conseguirás? – dijo con tentación de risa – ¿Ahora crees esa mentira? Todas las cortesanas esperan que algo así suceda… Que un Alfa se enamore de alguna, la compre y convierta en su Luna. Pero lo cierto es, que nunca he escuchado que algo así haya pasado alguna vez – Namar permaneció e