Namar se aferró a las muñecas del lobo, para contener el dolor que le produjo el rompimiento tan brusco y violento de su himen.
Apretó sus ojos para evitar que las lágrimas se agolparan y brotaran libremente, cuando aquel Alfa se movía dentro y fuera de su coño que escocía de dolor.
Parecía que jamás se detendría.
Levantó las piernas de Namar por sobre sus hombros, para entrar con su enorme polla aún más dentro de ella, en ese momento, la joven loba no resistió más y rogó que se detuviera.
- Basta… por favor, Alfa…. Haré lo que me pidas, pero por favor… no más – dijo entre lágrimas.- Comprenderás tu posición, esclava. Jamás volverás a negarte a una orden de tu Alfa – le dijo aun moviéndose dolorosamente dentro de ella.- No lo volveré a hacer… lo siento, Alfa Caleb – dijo.El Alfa se detuvo, sujetó a Namar del cabello y la introdujo en su boca, moviéndose con la misma intensidad, entrando y saliendo de su garganta, hasta que obtuvo su liberación.Dejó caer a Namar sobre la cama. La sangre de su virginidad quebrada, manchaba las sábanas.
Alfa Caleb llamó a sus guardias que en seguida entraron y se llevaron a la joven loba, envuelta en las sábana ensangrentadas.
El guardia la llevó hasta su habitación, la dejó sobre su cama y cerró nuevamente la puerta con llave.¿Así sería su vida de ahora en adelante? ¿Sería usada para el placer de los lobos y luego encerrada nuevamente, cada día, por el resto de su vida?
En su habitación, Alfa Caleb llamó al encargado de los esclavos.Se encontraba sentado en su escritorio, leyendo algunos pergaminos, cuando el lobo llegó.
- Alfa, ¿Qué desea? – Dijo haciendo un ademán de cabeza- Hasú… ¿De dónde has sacado a la loba pelirroja? ¿Qué sabes de ella?- Realmente, nada, Alfa… un mercader la ha traído hasta palacio… la compré a un muy buen precio deseando que fuese de su agrado.- Aquella loba ha mencionado ser hija de Alfa Drago.- Debe ser un error… Alfa Drago solo ha tenido hijos, no tiene hijas. Y usted se ha encargado de eliminar su progenie.- Sean medias verdades o mentiras, esa loba tiene relación con esos traidores…- Si usted desea, la eliminaremos de inmediato… aunque sería una pena, con lo bella que es y costosa que ha sido.- No, Hasú… mi intención no es asesinarla. Hay algo en esa loba que me intriga. Me irrita sobremanera. Jamás conocí una loba más altanera- Es una loba joven en guerra con su destino. Pronto entenderá cuál es su lugar y se amoldará a lo que se requiere. Para los esclavos no hay cabida para soñar con libertad.- Libertad – Alfa Caleb pensó en voz alta - ¿Alguna vez has deseado la libertad, Hasú?- Yo vivo solo para servirlo a usted, mi gran y único Alfa Caleb.- Puedes retirarte.- ¿Con respecto a la joven loba? – preguntó el encargado- Déjala… yo me encargaré de ella, más adelante.Hasú salió de la habitación. Alfa Caleb se incorporó de su asiento y llamó a los guardias. Ellos entraron a la habitación.- Tomen ese cofre y envíenlo a la manada Luna Sangrienta, para que lo reciba el traidor que se atrevió a asesinar a mi pareja.El guardia levantó el pesado cofre y salió de la habitación.Los hermanos de Namar, por mucho tiempo fingieron tener una gran amistad con Alfa Caleb; ellos frecuentaban su manada muy a menudo y esperaban formar una firme alianza en el momento en que uno de ellos ascendiera a ser Alfa de la manada Luna Sangrienta.
Sin embargo, todo era mentira; ya que, en secreto, los hermanos urdían un plan para derrocar a Alfa Caleb y hacerse con su manada.
Violaron y asesinaron a su Luna en el desierto, con el fin de hacerlo enloquecer de dolor.
Sin embargo, no contaban con que un lobo forastero los vería y la noticia de que los hermanos habían sido los asesinos, llegaría hasta oídos de Alfa Caleb.
Él, ciego de ira fue en su encuentro y los asesinó a ambos sin contemplación, cortando sus cabezas para enviárselas al gestor de todo este horrible plan que habían urdido en su contra.
Aun así, debido a la terrible pérdida que había sufrido, aun no podía sentir tranquilidad ni consuelo.Su amada Luna ya no estaba y hoy solo podía calmar su frustración y dolor, junto a concubinas, que no lograban aplacar el inmenso vacío que sentía en su interior.
Tal vez, los hermanos hijos de Alfa Drago habían logrado su cometido y él poco a poco enloquecería debido al dolor que sentía en su corazón.
Nada lo hacía sonreír, ya poco le importaba lo que sucediera con él.
Lo único que le hacía continuar, era su deber para con los lobos de su manada.
Ese día, aquella joven e impulsiva loba removió aún más su dolor. Se recostó en su cama, sus sábanas habían sido rápidamente cambiadas por unas pulcras, por una esclava.
Sin embargo aún tenía en su mente la imagen de aquella loba llorando por el dolor infringido por él.
Realmente, ser un amante despiadado, jamás se le dio bien ni lo disfrutó y, mucho menos, estar en compañía de cortesanas, ya que él tenía a su Luna que cubría todas sus necesidades.
Aquella noche, Alfa Caleb sintió pesar por su actuar frente a Namar, sin embargo, el hecho de que haya nombrado a Alfa Drago, le genera una desconfianza que no puede dominar.
Ella podría ser una nueva herramienta de ese lobo para destruirlo.
A la mañana siguiente Namar despertó como de costumbre, tendió su cama y se sentó junto a la pequeña ventana a observar el ir y venir de los lobos en el pueblo, esperando a ver si alguien recordaba que ella se encontraba aun en aquella habitación/celda, y le llevaba algún pedazo de pan para aplacar su hambre. Aun sentía el fuerte agarre de aquel Alfa en sus brazos y muslos, y el dolor entre sus piernas. Jamás imaginó que el sexo sería algo tan terrorífico y desagradable, como ha tenido que experimentarlo ella. Realmente la muerte sería mucho más llevadera que ser la esclava o la concubina de ese sanguinario Alfa. Hasú, el encargado de los esclavos, llegó hasta la habitación de Namar y abrió la puerta, ella se encontraba meditando en sus desventuras y volteó para verlo, al darse cuenta que se trataba de él, su rostro se llenó de temor, pensando en que sería llevada nuevamente con el Alfa. - Que mal aspecto tienes… - dijo el encargado – andando, esclava. Muévete. Namar se quedó in
-Alfa Caleb, cuánto lo siento – dijo Hasú, muy asustado.-Hasú… - Alfa Caleb se levantó y observó seriamente a la joven – puedes continuar con lo que hacías… El Alfa dio media vuelta y caminó por el pacillo, alejándose.-Si mis hermanos murieron… quiero morir yo también, Alfa – dijo Namar. Alfa Caleb se detuvo.-Ese miserable de Alfa Drago, asesinó a mi Luna, y luego te envía a ti… Tu eres una mentirosa, no hay registros de que ese viejo lobo infeliz haya tenido una hija. Tu eres una nueva trampa que ha planeado para destruirme… y, por la diosa, descubriré que es lo que pretende. No mereces la muerte… sería demasiado fácil ¡Llévatela, Hasú!-Sí, mi Alfa – dijo el encargado, agachando su cabeza.-¡No! ¡Alfa! Por piedad… acabe ya con mi vida… - dijo Namar. Alfa Caleb no volteó nuevamente a ver.Namar fue llevada a una pequeña plaza de concreto en el interior del castillo. Allí, en el centro se erguía un alto pilar, del que colgaba una fuerte cuerda. Namar fue sostenida allí,
-Soy hija de Alfa Drago… pero él no sabe que existo – respiró un momento para recobrar el aliento – Alfa Drago me maldijo y ordenó mi muerte cuando nací, pero una esclava me escondió y crio como suya – respiró una vez más – Si estoy aquí, es porque escapé de mi manada, ya que mi padre quería volverme una de sus concubinas.Alfa Caleb se frotó la barbilla, analizando las palabras de Namar.-¿Cuál es tu nombre, esclava? -Namar…-No pareces una namarita… - dijo observándola.-La esclava que me crio, me dio ese nombre… ella era namarita. -¿Cómo puedo saber que lo que dices es cierto?-Busque en el registro de concubinas de Alfa Drago el nombre de mi madre. Ella era una loba de las montañas frías, llamada Selene.Alfa Caleb se sentó en su escritorio, frotándose la barbilla.-No es necesario indagar demasiado… todos los lobos de la región conocen quien fue Selene… ella sería la Luna de Alfa Drago. Después de todo su bebé sobrevivió… ese Alfa maldito, no es solo un cretino con
Al día siguiente Namar despertó con una extraña sensación. Aunque no estaba del todo conforme con su situación actual, se sentía extrañamente agradecida de seguir con vida y, sobre todo, de haber podido dormir en esa cama nuevamente, después de haber pasado el calvario en el pilar. Se miró al espejo y sus cicatrices habían desaparecido casi por completo; su condición de loba ayudó mucho a que eso sucediera, sin mencionar las hierbas y ungüentos que la anciana curandera puso en su espalda. Todo indicaba que, en muy poco tiempo, ya no quedarían indicios de los latigazos que rasgaron su piel el día anterior.Hasú, el encargado de los esclavos abrió la puerta y fue a buscarla. Esta vez, Namar obedeció sin reclamos, ni rebeldía. Fue a los baños y se aseó, y luego, a comer. Varinia la observaba con gran recelo; el resto de las concubinas no comprendían la razón del mal humor de Varinia aquella mañana, sin embargo, el hecho de ver a Namar en el salón, comiendo como una más de ellas, provocó
Namar llegó al despacho de Alfa Caleb, inhaló hondo para darse valor y golpeó la puerta. El joven lobo le permitió entrar. Sentado en su escritorio, la observó caminar, hasta estar frente a él; ella se mantuvo de pie inmóvil y seria.-Estás muy seria… parecías muy divertida y vivaz hace un momento – dijo Alfa Caleb, burlándose de ella. Namar no respondió – respóndeme algo – dijo fingiendo una risa - ¿Qué es lo que planeas, esclava?-Una esclava no puede planear nada… - le dijo seriamente.-Entonces dime… hace un día decías que no te convertirías en una ramera para un Alfa, ¿Y ahora das espectáculos en par con Astrid? -Haré todo lo que esté en mi para conseguir mi libertad…-¿Y crees que así la conseguirás? – dijo con tentación de risa – ¿Ahora crees esa mentira? Todas las cortesanas esperan que algo así suceda… Que un Alfa se enamore de alguna, la compre y convierta en su Luna. Pero lo cierto es, que nunca he escuchado que algo así haya pasado alguna vez – Namar permaneció e
Hasú salió rápidamente de la habitación del Alfa y fue hasta el cuarto de Namar; el encargado abrió sin dificultad la puerta, pues poseía las llaves y entró a despertarla. Al acercarse a Namar, Hasú le habló exaltado.-¡Arriba esclava!Namar despertó exaltada, sin reconocer al encargado de los esclavos, sosteniendo con fuerza un cuchillo que guardaba bajo la almohada y amenazó a Hasú, quien dio un gran y agudo grito. Namar al despertar y verle, bajó su mano aliviada.-Hasú eres tu… -¿Hasú eres tu? – dijo el encargado, ofuscado – ¿Es lo único que tienes que decir después de que me apuntas con un cuchillo? -Ya me han agredido dos veces esta semana, Hasú. No me culpes por estar preparada.-Tu de verdad eres una loba muy extraña… - dijo peinando su cabello con las manos – levántate ya.-¿Qué es lo que ocurre?-Nuestro Alfa quiere verte – explicó Hasú. El corazón de Namar se llenó de miedo. Hasú la reprendió, ante su lentitud para acatar su orden – ¿Qué esperas? ¡Vamos! Debo
En el momento en que Alfa Caleb llegó a su climax de placer abrió sus labios para pronunciar un nombre en particular.-… Oh… Mariam…Namar podía comprender la situación sin problemas: Alfa Caleb, en su mente y su corazón, había hecho el amor con su amada pareja y no con ella. Al terminar, el lobo se recostó sobre su cama, dándole la espalda a la joven loba; Namar se levantó en silencio, se vistió y luego observó a aquel Alfa que ya dormía recostado desnudo sobre su lecho. Pensó en lo desvalorada que era la vida de una cortesana; ella, si quisiera, podría sin mayor esfuerzo, cortarle el cuello de lado a lado; ese sería un método muy acertado para conseguir un cambio radical en su vida; ya que, de ese modo, conseguiría su libertad – en caso de lograr escapar – o su muerte, si era sorprendida. De cualquier modo no volvería a ser una cortesana. La idea pasó por su cabeza y se desvaneció de inmediato; aquel lobo era tan víctima de su padre como lo fue ella; sintió mucha lástima por el so
Namar se exaltó al escuchar a Alfa Caleb, se volteó de inmediato e hizo una leve reverencia. Sonaron las trompetas anunciando la llegada del Alfa.-Ya sabes que esto no puede salir mal, esclava… - dijo Alfa Caleb y luego corrigió sus palabras – Namar… espero que sepas comportarte como una princesa, como has mencionado. No olvides el pañuelo, Hasú – Ante sus palabras, el encargado de los esclavos corrió a cubrir el cuello de Namar.Alfa Caleb salió de la habitación y la joven lo siguió, junto a Hasú. Llegó hasta el salón de reuniones y se sentó en un gran trono. El lugar era muy grande y decorado con bellos pilares de marmol, oro y rubíes. Uno de los sirvientes del Alfa, puso una gran corona sobre su cabeza. Namar se mantuvo de pie en el lugar de la audiencia, pero en primera fila, allí donde la “nobleza” estilaba estar y esperó pacientemente y guardando la compostura a que el Alfa invitado llegara hasta allí. Alfa Caleb observó a la joven, muy inmersa en su papel, su vista firme y se