Capítulo 5

Alfa Caleb se abalanzó sobre Namar y rasgó su vestido, dejándola totalmente desnuda y entró en ella con su pene erecto, con gran fuerza.

Namar se aferró a las muñecas del lobo, para contener el dolor que le produjo el rompimiento tan brusco y violento de su himen.

Apretó sus ojos para evitar que las lágrimas se agolparan y brotaran libremente, cuando aquel Alfa se movía dentro y fuera de su coño que escocía de dolor.

Parecía que jamás se detendría.

Levantó las piernas de Namar por sobre sus hombros, para entrar con su enorme polla aún más dentro de ella, en ese momento, la joven loba no resistió más y rogó que se detuviera.

- Basta… por favor, Alfa…. Haré lo que me pidas, pero por favor… no más – dijo entre lágrimas.

- Comprenderás tu posición, esclava. Jamás volverás a negarte a una orden de tu Alfa – le dijo aun moviéndose dolorosamente dentro de ella.

- No lo volveré a hacer… lo siento, Alfa Caleb – dijo.

El Alfa se detuvo, sujetó a Namar del cabello y la introdujo en su boca, moviéndose con la misma intensidad, entrando y saliendo de su garganta, hasta que obtuvo su liberación.

Dejó caer a Namar sobre la cama. La sangre de su virginidad quebrada, manchaba las sábanas.

Alfa Caleb llamó a sus guardias que en seguida entraron y se llevaron a la joven loba, envuelta en las sábana ensangrentadas.

El guardia la llevó hasta su habitación, la dejó sobre su cama y cerró nuevamente la puerta con llave.

¿Así sería su vida de ahora en adelante? ¿Sería usada para el placer de los lobos y luego encerrada nuevamente, cada día, por el resto de su vida?

En su habitación, Alfa Caleb llamó al encargado de los esclavos.

Se encontraba sentado en su escritorio, leyendo algunos pergaminos, cuando el lobo llegó.

- Alfa, ¿Qué desea? – Dijo haciendo un ademán de cabeza

- Hasú… ¿De dónde has sacado a la loba pelirroja? ¿Qué sabes de ella?

- Realmente, nada, Alfa… un mercader la ha traído hasta palacio… la compré a un muy buen precio deseando que fuese de su agrado.

- Aquella loba ha mencionado ser hija de Alfa Drago.

- Debe ser un error… Alfa Drago solo ha tenido hijos, no tiene hijas. Y usted se ha encargado de eliminar su progenie.

- Sean medias verdades o mentiras, esa loba tiene relación con esos traidores…

- Si usted desea, la eliminaremos de inmediato… aunque sería una pena, con lo bella que es y costosa que ha sido.

- No, Hasú… mi intención no es asesinarla. Hay algo en esa loba que me intriga. Me irrita sobremanera. Jamás conocí una loba más altanera

- Es una loba joven en guerra con su destino. Pronto entenderá cuál es su lugar y se amoldará a lo que se requiere. Para los esclavos no hay cabida para soñar con libertad.

- Libertad – Alfa Caleb pensó en voz alta - ¿Alguna vez has deseado la libertad, Hasú?

- Yo vivo solo para servirlo a usted, mi gran y único Alfa Caleb.

- Puedes retirarte.

- ¿Con respecto a la joven loba? – preguntó el encargado

- Déjala… yo me encargaré de ella, más adelante.

Hasú salió de la habitación. Alfa Caleb se incorporó de su asiento y llamó a los guardias. Ellos entraron a la habitación.

- Tomen ese cofre y envíenlo a la manada Luna Sangrienta, para que lo reciba el traidor que se atrevió a asesinar a mi pareja.

El guardia levantó el pesado cofre y salió de la habitación.

Los hermanos de Namar, por mucho tiempo fingieron tener una gran amistad con Alfa Caleb; ellos frecuentaban su manada muy a menudo y esperaban formar una firme alianza en el momento en que uno de ellos ascendiera a ser Alfa de la manada Luna Sangrienta.

Sin embargo, todo era mentira; ya que, en secreto, los hermanos urdían un plan para derrocar a Alfa Caleb y hacerse con su manada.

Violaron y asesinaron a su Luna en el desierto, con el fin de hacerlo enloquecer de dolor.

Sin embargo, no contaban con que un lobo forastero los vería y la noticia de que los hermanos habían sido los asesinos, llegaría hasta oídos de Alfa Caleb.

Él, ciego de ira fue en su encuentro y los asesinó a ambos sin contemplación, cortando sus cabezas para enviárselas al gestor de todo este horrible plan que habían urdido en su contra.

Aun así, debido a la terrible pérdida que había sufrido, aun no podía sentir tranquilidad ni consuelo.

Su amada Luna ya no estaba y hoy solo podía calmar su frustración y dolor, junto a concubinas, que no lograban aplacar el inmenso vacío que sentía en su interior.

Tal vez, los hermanos hijos de Alfa Drago habían logrado su cometido y él poco a poco enloquecería debido al dolor que sentía en su corazón.

Nada lo hacía sonreír, ya poco le importaba lo que sucediera con él.

Lo único que le hacía continuar, era su deber para con los lobos de su manada.

Ese día, aquella joven e impulsiva loba removió aún más su dolor. Se recostó en su cama, sus sábanas habían sido rápidamente cambiadas por unas pulcras, por una esclava.

Sin embargo aún tenía en su mente la imagen de aquella loba llorando por el dolor infringido por él.

Realmente, ser un amante despiadado, jamás se le dio bien ni lo disfrutó y, mucho menos, estar en compañía de cortesanas, ya que él tenía a su Luna que cubría todas sus necesidades.

Aquella noche, Alfa Caleb sintió pesar por su actuar frente a Namar, sin embargo, el hecho de que haya nombrado a Alfa Drago, le genera una desconfianza que no puede dominar.

Ella podría ser una nueva herramienta de ese lobo para destruirlo.

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