-Alfa Caleb, cuánto lo siento – dijo Hasú, muy asustado.-Hasú… - Alfa Caleb se levantó y observó seriamente a la joven – puedes continuar con lo que hacías… El Alfa dio media vuelta y caminó por el pacillo, alejándose.-Si mis hermanos murieron… quiero morir yo también, Alfa – dijo Namar. Alfa Caleb se detuvo.-Ese miserable de Alfa Drago, asesinó a mi Luna, y luego te envía a ti… Tu eres una mentirosa, no hay registros de que ese viejo lobo infeliz haya tenido una hija. Tu eres una nueva trampa que ha planeado para destruirme… y, por la diosa, descubriré que es lo que pretende. No mereces la muerte… sería demasiado fácil ¡Llévatela, Hasú!-Sí, mi Alfa – dijo el encargado, agachando su cabeza.-¡No! ¡Alfa! Por piedad… acabe ya con mi vida… - dijo Namar. Alfa Caleb no volteó nuevamente a ver.Namar fue llevada a una pequeña plaza de concreto en el interior del castillo. Allí, en el centro se erguía un alto pilar, del que colgaba una fuerte cuerda. Namar fue sostenida allí,
-Soy hija de Alfa Drago… pero él no sabe que existo – respiró un momento para recobrar el aliento – Alfa Drago me maldijo y ordenó mi muerte cuando nací, pero una esclava me escondió y crio como suya – respiró una vez más – Si estoy aquí, es porque escapé de mi manada, ya que mi padre quería volverme una de sus concubinas.Alfa Caleb se frotó la barbilla, analizando las palabras de Namar.-¿Cuál es tu nombre, esclava? -Namar…-No pareces una namarita… - dijo observándola.-La esclava que me crio, me dio ese nombre… ella era namarita. -¿Cómo puedo saber que lo que dices es cierto?-Busque en el registro de concubinas de Alfa Drago el nombre de mi madre. Ella era una loba de las montañas frías, llamada Selene.Alfa Caleb se sentó en su escritorio, frotándose la barbilla.-No es necesario indagar demasiado… todos los lobos de la región conocen quien fue Selene… ella sería la Luna de Alfa Drago. Después de todo su bebé sobrevivió… ese Alfa maldito, no es solo un cretino con
Al día siguiente Namar despertó con una extraña sensación. Aunque no estaba del todo conforme con su situación actual, se sentía extrañamente agradecida de seguir con vida y, sobre todo, de haber podido dormir en esa cama nuevamente, después de haber pasado el calvario en el pilar. Se miró al espejo y sus cicatrices habían desaparecido casi por completo; su condición de loba ayudó mucho a que eso sucediera, sin mencionar las hierbas y ungüentos que la anciana curandera puso en su espalda. Todo indicaba que, en muy poco tiempo, ya no quedarían indicios de los latigazos que rasgaron su piel el día anterior.Hasú, el encargado de los esclavos abrió la puerta y fue a buscarla. Esta vez, Namar obedeció sin reclamos, ni rebeldía. Fue a los baños y se aseó, y luego, a comer. Varinia la observaba con gran recelo; el resto de las concubinas no comprendían la razón del mal humor de Varinia aquella mañana, sin embargo, el hecho de ver a Namar en el salón, comiendo como una más de ellas, provocó
Namar llegó al despacho de Alfa Caleb, inhaló hondo para darse valor y golpeó la puerta. El joven lobo le permitió entrar. Sentado en su escritorio, la observó caminar, hasta estar frente a él; ella se mantuvo de pie inmóvil y seria.-Estás muy seria… parecías muy divertida y vivaz hace un momento – dijo Alfa Caleb, burlándose de ella. Namar no respondió – respóndeme algo – dijo fingiendo una risa - ¿Qué es lo que planeas, esclava?-Una esclava no puede planear nada… - le dijo seriamente.-Entonces dime… hace un día decías que no te convertirías en una ramera para un Alfa, ¿Y ahora das espectáculos en par con Astrid? -Haré todo lo que esté en mi para conseguir mi libertad…-¿Y crees que así la conseguirás? – dijo con tentación de risa – ¿Ahora crees esa mentira? Todas las cortesanas esperan que algo así suceda… Que un Alfa se enamore de alguna, la compre y convierta en su Luna. Pero lo cierto es, que nunca he escuchado que algo así haya pasado alguna vez – Namar permaneció e
Hasú salió rápidamente de la habitación del Alfa y fue hasta el cuarto de Namar; el encargado abrió sin dificultad la puerta, pues poseía las llaves y entró a despertarla. Al acercarse a Namar, Hasú le habló exaltado.-¡Arriba esclava!Namar despertó exaltada, sin reconocer al encargado de los esclavos, sosteniendo con fuerza un cuchillo que guardaba bajo la almohada y amenazó a Hasú, quien dio un gran y agudo grito. Namar al despertar y verle, bajó su mano aliviada.-Hasú eres tu… -¿Hasú eres tu? – dijo el encargado, ofuscado – ¿Es lo único que tienes que decir después de que me apuntas con un cuchillo? -Ya me han agredido dos veces esta semana, Hasú. No me culpes por estar preparada.-Tu de verdad eres una loba muy extraña… - dijo peinando su cabello con las manos – levántate ya.-¿Qué es lo que ocurre?-Nuestro Alfa quiere verte – explicó Hasú. El corazón de Namar se llenó de miedo. Hasú la reprendió, ante su lentitud para acatar su orden – ¿Qué esperas? ¡Vamos! Debo
En el momento en que Alfa Caleb llegó a su climax de placer abrió sus labios para pronunciar un nombre en particular.-… Oh… Mariam…Namar podía comprender la situación sin problemas: Alfa Caleb, en su mente y su corazón, había hecho el amor con su amada pareja y no con ella. Al terminar, el lobo se recostó sobre su cama, dándole la espalda a la joven loba; Namar se levantó en silencio, se vistió y luego observó a aquel Alfa que ya dormía recostado desnudo sobre su lecho. Pensó en lo desvalorada que era la vida de una cortesana; ella, si quisiera, podría sin mayor esfuerzo, cortarle el cuello de lado a lado; ese sería un método muy acertado para conseguir un cambio radical en su vida; ya que, de ese modo, conseguiría su libertad – en caso de lograr escapar – o su muerte, si era sorprendida. De cualquier modo no volvería a ser una cortesana. La idea pasó por su cabeza y se desvaneció de inmediato; aquel lobo era tan víctima de su padre como lo fue ella; sintió mucha lástima por el so
Namar se exaltó al escuchar a Alfa Caleb, se volteó de inmediato e hizo una leve reverencia. Sonaron las trompetas anunciando la llegada del Alfa.-Ya sabes que esto no puede salir mal, esclava… - dijo Alfa Caleb y luego corrigió sus palabras – Namar… espero que sepas comportarte como una princesa, como has mencionado. No olvides el pañuelo, Hasú – Ante sus palabras, el encargado de los esclavos corrió a cubrir el cuello de Namar.Alfa Caleb salió de la habitación y la joven lo siguió, junto a Hasú. Llegó hasta el salón de reuniones y se sentó en un gran trono. El lugar era muy grande y decorado con bellos pilares de marmol, oro y rubíes. Uno de los sirvientes del Alfa, puso una gran corona sobre su cabeza. Namar se mantuvo de pie en el lugar de la audiencia, pero en primera fila, allí donde la “nobleza” estilaba estar y esperó pacientemente y guardando la compostura a que el Alfa invitado llegara hasta allí. Alfa Caleb observó a la joven, muy inmersa en su papel, su vista firme y se
La reunión culminó y Alfa Kadir y su hija hicieron una leve reverencia y salieron del salón. Alfa Caleb se levantó de su trono y caminó hacia su alcoba en silencio; Hasú, junto a Namar caminaron tras él. Al llegar a la habitación, Hasú cerró la puerta y quedaron los tres solos.-Alfa, ¿Qué ocurrió? – preguntó Hasú, muy preocupado. El joven Alfa se sentó sobre la cama y tomó su rostro entre sus manos. Hasú comprendió qud las cosas se habían complicado – oh, por la diosa. Esto está muy mal… ¿Qué haremos?Hasú empezó a exaltarse. Alfa Caleb puso una mano apoyada sobre su muslo y la otra haciendo movimientos circulares en su frente y cien, como intentando aliviar un fuerte dolor de cabeza. El encargado de los esclavos no paraba de gritar y correr por la habitación; al ver que su reacción no ayudaba en nada a la situación, Namar se acercó a él y le dio una fuerte bofetada, para hacerle reaccionar.-¿Qué crees que haces, esclava? – dijo el encargado de los esclavos sobándose la mejilla ar