Nota. Quiero darles las gracias a todos mis lectores. La primera entrega llega a su fin. Muy pronto continuará con el desenlace de la bilogía Nada es Casualidad. Un abrazo enorme, les agradezco por sus comentarios. Pido disculpa por no terminarla antes, pero estaba con el final de otra novela de la plataforma, como se dieron cuenta, para las que me leen en Mundos Diferentes – cuidado con los hijos del capo. Gracias infinitas y un abrazo enorme.
Enero de 2019Un año más de vida, al menos ya me faltaba un año para ser mayor de edad. Me encontraba arreglado para enfrentar los temas a los que debo tratar hoy con mi padre por deseos impuestos en el testamento de los abuelos.Su problema de divorcio no ha sido fácil, de hecho no ha dejado a mi madre ser feliz, se pierde por días y luego llega solo a imponer un derecho que perdió hace años. Por eso en el día de hoy puede pasar lo que sea. Ya no veía la hora de tener la edad suficiente para largarme de la casa. Aunque solo sean intensiones. Con ver a mamá, hecho para atrás los impulsos de tirarle en la cara las empresas de mi progenitor. —¡Serkan! —cerré los ojos, esto era un perfecto. ¡Feliz cumpleaños! —¡Tenemos que hablar!—¡No me molestes ahora!¿De manera que llegó quien sabe a qué horas a dormir y tiene el descaro de decirle a su esposa que no lo moleste? Jamás me casaré, pero si llega a pasar, no seré como él. A mi habitación ingresó mi hermanita de ocho años.—Iskander… —S
Desde las diez llegué a la peluquería, eran las dos de la tarde y nada que me atendían. Sin embargo, no me iré hasta no efectuar mi cambio de look, si llego igual mi madre se arrepentirá y papá la apoyará, una vez pintada no podrán hacer nada.—Linda perdóname. Después de esta clienta vienes tú y el almuerzo corre por mi cuenta. ¡Feliz cumpleaños!—¡Gracias!Dos horas después tenía mi look deseado, y ya era tarde para ir a comprar la ropa que sugirió mamá. La cual no había dejado de mandarme mensajes para saber dónde me encontraba. Sus dolores de cabeza son frecuentes y eso no me gustaba.—El rosado te queda hermoso.—¿Cierto que sí, Ray? Por lo bella que me veo te perdono el que olvidaras mi cita y me tocara esperarte.Mantuvo el largo, las ondas de diva se veían preciosas, me lucía el tono rosado pálido.—¿Acaso no te gustó el almuerzo?—Deliciosos. Nos vemos. Gracias por todo.Llegué al centro comercial donde debía comprar el vestido de esta noche, no eran muchos los que irían, per
Julio de 2019Una vez más mis padres discutían. Llegamos de Nueva York hace cuatro meses, porque las infidelidades del señor Demir ya eran demasiado descaradas. Lo hacía para humillar a mi madre, quien ya no deseaba compartir la cama.Cuando él llegaba a la casa, mi progenitora se iba a dormir a la habitación de mi hermanita. Por eso estos dos meses se convirtieron en un infierno, no existía la convivencia en casa. Por eso no la paso aquí, prefiero estar con mis amigos, faltando a clases.Desde mi cumpleaños aumentó su riña. Mi intención en aquel entonces era que el señor Serkan quedara en ridículo por la cancelación, pero no fue posible, por el contrario, no se vio mal dado que los medios de comunicación; sus más fieles aliados notificaron que tuve un pequeño accidente y aquel incidente con el celular recibido por esa loca desconocida de cabello rosado le sirvió de evidencia.Regresaba cada tarde a la casa porque Azra me llama llorando… Mis amigos no dejan de hablar de lo feliz que f
Llegamos a la clínica, papá corrió con mi madre en brazos y pedía ayuda, los mellos corrieron detrás de él y yo fui a aparcar el auto. Llegué a recepción, pregunté por la señora Dakota de Zuluaga, me dieron el piso a donde ir y salí corriendo. El ascensor estaba lleno, pregunté por las escaleras y estaban en la otra sala.Sin importar el que me viera como una loca corrí desesperada por los pasillos y de la nada apareció un hombre, choqué de manera fuerte con él. Fue tal el impacto que el joven no pudo equilibrarse por tener las manos ocupadas con una bandeja de comida.Ambos caímos en efecto rebote. El joven cayó de espalda y se golpeó con el borde de la pared. —Se escuchó el impacto duro y el golpe seco—. Por mi parte caí de frente y mis rodillas se vieron afectadas.—¡Fíjate por donde caminas!Era un chico vestido de negro, la bebida achocolatada se había derramado por el lugar, se tocó la cabeza y su mano se llenó de sangre.» ¡Lo que faltaba!—Lo siento.Me levanté con un fuerte d
No dejaba de llegar la gente a darnos el pésame. Y deseaba, ¡qué se largarán de aquí!, pero ni eso hago… Si hablo voy a llorar. Mis abuelos llegaron anoche para darle apoyo a mi padre, quien se mantenía firme, pero anoche lo escuché llorar en su habitación.En la mañana se llevó a cabo el sepelio y si me preguntan cómo fue… No lo sé, no tengo idea, fui arrastrada de un lado al otro por la mano de mis abuelos paternos. Los mellizos me abrazaban cada vez que podían. Ellos, más que nadie, sabían por lo que mi corazón pasaba. Aunque los dos perdieron a sus padres el mismo día. A mí por lo menos me quedaba papá.—¿Sigue sin hablar? —El abuelo dejó chocolate con pan en la mesa de noche.—Y sin comer. —Le respondió la abuela.Tenían cuarenta y cinco años de matrimonio, mamá deseaba llegar a esa edad matrimonial con papá. —No llores, no llores—. Tuvieron dos hijos. Papá y el tío Danilo, quien murió en un aparatoso accidente con su esposa. Ahora les queda papá y tres nietos. Recuerdos de mi ma
Se me caía la cara de la vergüenza. Esto era imposible, ni que fuera una novela. Era demasiada coincidencia.—Emy, ¿te encuentras bien?—Abuela, ya me da pena con ese joven. La primera vez acepto que fue una pataleta.—¿Qué le hiciste? Se veía muy enojado.—Le lancé mi celular en la cara, lo herí en el rostro hasta el punto de sacarle sangre. Pero en mi defensa su carro arruinó el peinado el día de mi cumpleaños. La segunda vez fue cuando murió mamá; me lo llevé por delante y con el filo de la esquina de la pared se reventó la cabeza. Recuerdo la sangre en su mano, en su enojo mostró la herida, aunque estaba cubierta, ¡y ahora lo quemé abuela! Salí del baño, venía jugando con el bolso; realizando giros. No lo vi y le eché el café encima.—Se le puso la piel muy roja. —llegamos a la sala de espera—. ¿El día de tu cumpleaños vivían en Nueva York? —afirmé.—Exacto, es mucha casualidad encontrarme al mismo joven, en escenarios distintos siempre lo agredo y ni sé cómo se llama.—Ten presen
Miré el celular, habían pasado once días desde que pelirosada había llegado a la casa de mis abuelos. En aquel momento, antes de retirarse después de la cena, le pedí su número de celular para concretar las citas. Le marqué una vez para confirmar que si era su número verdadero. Algunas chicas suelen ser un tanto quisquillosa y ella parece ser una de esas. —Joven Iskander, ¿otra vez sonriendo solo? —Desde hace días lo hacía, y era cada que pensaba en la pelirosada—. ¿Ya desea desayunar? Le hice arepa asada con mucha mantequilla y huevitos revueltos con tomatito y cebollita como le gustan.Me gustaba mucho el acento de los paisas, hablaban mucho en diminutivo, no he podido imitarlos. Yo tengo marcado las palabras de modo firme como era costumbre en los santandereanos. Y a la rosada peligrosa se le marca mucho el acento costeño.—¡Ea Ave María! Por supuesto, pues.Luz Dary, la señora de confianza desde que mis abuelos se radicaron en Medellín, ya hacía seis años soltó la carcajada ante
No dejé de reírme, mientras él se mantuvo serio. ¿No le dio pena bajarse del carro con ese casco?—Se dice, hola.Continué riéndome. Mis abuelos también lo hicieron, él ingresó y los saludó muy amable.—Hola, Iskander.Le dio la mano al abuelo mirándolo a los ojos. Vestía de jean negro y camiseta gris, el casco era negro. Su hermanita tenía un vestido azul cielo, se veía preciosa.—Lo siento, pero no confió en que no salga herido. Hasta que no me sienta tranquilo protegeré mi cabeza. —Nos explicó a todos.—Adiós, abuelos.Mientras caminaba al auto, su hermanita lo grababa a escondidas. Al mirarme se sonrojó.—No le digas, pero se está comportando extraño.—¿Extraño?—Iskander es muy serio, nunca se ríe. Y mamá no cree que por momentos lo hace solo.Azra se sentó en el puesto de atrás, a mí me dejó de copiloto. En ese momento me percaté del reloj de Batman en su muñeca. Eso me hizo reír aún más, pero no dije las razones del nuevo ataque de risa. No tenía idea de lo que pasaba conmigo,