Enero de 2019
Un año más de vida, al menos ya me faltaba un año para ser mayor de edad. Me encontraba arreglado para enfrentar los temas a los que debo tratar hoy con mi padre por deseos impuestos en el testamento de los abuelos.
Su problema de divorcio no ha sido fácil, de hecho no ha dejado a mi madre ser feliz, se pierde por días y luego llega solo a imponer un derecho que perdió hace años. Por eso en el día de hoy puede pasar lo que sea. Ya no veía la hora de tener la edad suficiente para largarme de la casa. Aunque solo sean intensiones. Con ver a mamá, hecho para atrás los impulsos de tirarle en la cara las empresas de mi progenitor.
—¡Serkan! —cerré los ojos, esto era un perfecto. ¡Feliz cumpleaños! —¡Tenemos que hablar!
—¡No me molestes ahora!
¿De manera que llegó quien sabe a qué horas a dormir y tiene el descaro de decirle a su esposa que no lo moleste? Jamás me casaré, pero si llega a pasar, no seré como él. A mi habitación ingresó mi hermanita de ocho años.
—Iskander… —Su voz estaba triste. Tenía una bolsa de regalo.
—Ven y entrégame ese regalo.
—Siguen peleando.
—Son temas de adultos.
Mientras no la golpee, de hacerlo olvidaré que era mi padre. Mi gordita hermanita ocultó sus ganas de llorar ante los problemas de nuestros padres, me sonrió y era preciosa mostrando esos cachetes inflados.
—¡Feliz cumpleaños, hermanito lindo!
La abracé, ella y mi madre eran las razones por las cuales he aguantado, aparte de la promesa que le hice a mi abuelo al morir. «Júrame que no le dejaras las empresas a tu padre. Son tuyas, él no las merece y cuídate. Me avergüenza decir que él es mi hijo. Lo único que le agradezco es el haberles dado vida a mis nietos».
En un año tendré parte de las empresas y una vez tenga ese poder ajustaré cuentas con ese señor. Saqué el regalo y era un reloj de… ¿Batman…?
» ¿Te gusta?
—¡Me encanta!
¿Cómo le digo que ya crecí?, sus ojos brillaron, se me partiría el corazón hacerle daño. Prefiero soportar la burla de las personas, pero jamás ser causante de una tristeza al corazón de mi hermanita… No después de la pérdida de Deniz. —Otro punto para reclamarle a mi progenitor, no pienses en eso, algún día pagará por la muerte de su propia hija—. Por eso con orgullo me quité el elegante y ejecutivo reloj Rolex que me había puesto para ir a la empresa y me puse el que me regaló la segunda mujer más importante de mi vida.
—Te luce.
—¿Me luce?
—Con mis ahorros te lo compré y es negro, tú siempre vistes de negro y siempre me ayudas, por eso eres mi Batman, el justiciero.
Podía ser un rebelde para el mundo, un chico problema, sin embargo, solo me importaba la opinión de mi madre y hermana. Nada más ante ellas me mostraba como soy. Con eso bastaba.
—Vamos a desayunar, el día parece estar complicado.
—Mamá va a realizar una fiesta para ti en la noche. Se invitó a mucha gente importante.
—Lo imagino. Aparentar a la familia feliz.
Aún nos exige mostrar ante el mundo la preciosa familia que somos, y sus esfuerzos cada vez se hacen más pesados.
—Tú y mamá son las personas que más amo. —Me abrazó con fuerza—. Tú nunca me dejes.
—Yo también te amo esferita. —Le di un beso en la frente—. Nunca te dejaré.
Un fuerte ruido se escuchó en la sala. Una silla fue rodada. Salí corriendo, y vi desde el segundo piso, como ese señor con el puño cerrado iba a impactarlo en el cuerpo de mi madre.
No sé cómo salté, pero antes de que la golpeara lo empujé, cayéndose al tropezar con una de las sillas del comedor. Le ayudé a mi madre a levantar y la puse detrás de mí. Los empleados se atemorizaron, mi hermanita desde el segundo piso miraba aterrada. Él se iba a abalanzar.
—Serkan, nuestra hija Azra nos mira.
Eso fue lo que detuvo el impacto que me iba a dar. Aun así, no me alejé. Alcé la frente y sin demostrarle miedo lo miré.
—Ya no soy el ese niño, y si me pegas, te devolveré el golpe. Para que en la reunión de esta noche tu sociedad vea el gran moretón que te dejó tu hijo. Y así la gran fachada de familia feliz se te desmorona.
—Recuerdas con quien hablas jovencito.
—Recuerda quienes somos, señor. ¿Llegas de estar con tus mujerzuelas y pretendes imponer respeto? —me dio una fuerte cachetada y me contuve porque Azra con llanto me abrazó.
—¡No! Hermanito no.
El descarado sonrió, se acomodó su traje, revisó que tuviera las mancuernas. Se bebió un sorbo de café de la mesa.
—Hoy tenemos reunión en la oficina. Sé puntual.
Una vez solos, mi madre con manos temblorosas revisó mi mejilla. Pidió hielo y me lo puso para bajar el ardor que tenía.
—Perdón mi vida por esto. Feliz cumpleaños amor.
—Separarte sería un gran regalo.
—Es lo que más deseo. —Me abrazó, y mi hermanita también lo hizo.
……**……
Hoy era el día, salí de la cama, me bañé con premura para ir a mi cita con la peluquería. Desde nuestra llegada a Nueva York hace unos tres meses le he pedido a mi madre permiso para que me dejara cambiar el color de cabello castaño claro por un tono rosado y dijo de manera textual, que a mis dieciséis años podía hacerlo, ahora no tenía más excusas.
Me puse el uniforme, hoy tenía práctica de patinaje y de ahí pasaba a al mediodía la cita con el peluquero. El celular sonó y era mi padre.
—Buenos días, papá.
Era un hombre amoroso, y cuando sea mayor al momento de buscar un esposo, deberá ser como mi padre. Adoro la manera en cómo se aman, trata y respeta a mi mamá.
—Buenos días mi pedacito de cielo. ¿Cómo amanece la princesa de papá a sus dieciséis añitos de vida?
—Muy contenta y más cerca de ser mayor de edad.
—No te irás de mi casa nunca, jovencita. —sonreí—. Estaré de regreso en la tarde, celebraremos tu cumpleaños a mi regreso, mamá tiene todo listo.
—No vayas a faltar, los mellizos están insoportable y solo te hace casi a ti.
Eran mis primos, hace dos años quedaron huérfanos y mi madre con ese corazón de oro gestionó para que mi padre, siendo su tío de sangre, los pudiera adoptar. Dado que era hija única. No era que fuéramos ricos, sin embargo, darles un hogar si podían hacerlo.
Desde entonces son mis hermanos más que primos. Eso sí, cada año debemos viajar a Colombia a visitar los abuelos paternos quienes vivían en Medellín, en ese país me divierto desde que tengo uso de razón. Antes de salir de la habitación ingresó mi madre con un pequeño pastel y los mellizos de catorce años, quienes estaban más grandes que yo.
—¡Feliz cumpleaños!
Fui abordada por varios abrazos aplastadores, quienes me llenaron de abrazos y besos.
—Tengo en la línea a papá.
Mamá me quitó el celular y mis hermanos siguieron abrazándome. Me pueden sacar de quicio veintitrés horas al día, pero con una sola muestra de afecto de su parte los perdono al instante.
—Vamos a desayunar, ustedes dos deben ir a la escuela a realizar ese taller de gramática y Emily tiene práctica de patinaje.
—Mamá a las diez tengo la cita con la peluquería.
—¿Sigues con del tema de cambiarte el color de cabello?
—Quiero tenerlo diferente. Y me lo prometiste.
—Pero es que te lo pintaras de rosado.
—Es la moda mamá. Así cuando esté en las competencias de patinaje me identificarás al instante. ¡¿Por dónde va mi hija?! —señalé de modo imaginario—. ¡Ah!, esa rosadita que va como cometa sin freno, es mi hija.
Los tres se echaron a reír. Eso me habían dicho los mellos que dijera. Mi hermosa madre suspiró y aceptó. Cuando salió resignada choqué las cinco con los gestores de una victoria con ella.
Amaba cumplir años. Al llegar a la cocina mi madre se sostenía de la nevera. Como si le doliera algo.
—¿Mamá?
—Solo es dolor de cabeza, hija.
—Últimamente, te da muy seguido.
—No te preocupes, es porque no tengo gafas, ya debo mandarla a hacer. —La miré—. No te preocupes mi amor.
—Mami, no me gusta verte enferma.
—Solo es un dolor de cabeza. Anda a desayunar que tienen labores por hacer.
Desde las diez llegué a la peluquería, eran las dos de la tarde y nada que me atendían. Sin embargo, no me iré hasta no efectuar mi cambio de look, si llego igual mi madre se arrepentirá y papá la apoyará, una vez pintada no podrán hacer nada.—Linda perdóname. Después de esta clienta vienes tú y el almuerzo corre por mi cuenta. ¡Feliz cumpleaños!—¡Gracias!Dos horas después tenía mi look deseado, y ya era tarde para ir a comprar la ropa que sugirió mamá. La cual no había dejado de mandarme mensajes para saber dónde me encontraba. Sus dolores de cabeza son frecuentes y eso no me gustaba.—El rosado te queda hermoso.—¿Cierto que sí, Ray? Por lo bella que me veo te perdono el que olvidaras mi cita y me tocara esperarte.Mantuvo el largo, las ondas de diva se veían preciosas, me lucía el tono rosado pálido.—¿Acaso no te gustó el almuerzo?—Deliciosos. Nos vemos. Gracias por todo.Llegué al centro comercial donde debía comprar el vestido de esta noche, no eran muchos los que irían, per
Julio de 2019Una vez más mis padres discutían. Llegamos de Nueva York hace cuatro meses, porque las infidelidades del señor Demir ya eran demasiado descaradas. Lo hacía para humillar a mi madre, quien ya no deseaba compartir la cama.Cuando él llegaba a la casa, mi progenitora se iba a dormir a la habitación de mi hermanita. Por eso estos dos meses se convirtieron en un infierno, no existía la convivencia en casa. Por eso no la paso aquí, prefiero estar con mis amigos, faltando a clases.Desde mi cumpleaños aumentó su riña. Mi intención en aquel entonces era que el señor Serkan quedara en ridículo por la cancelación, pero no fue posible, por el contrario, no se vio mal dado que los medios de comunicación; sus más fieles aliados notificaron que tuve un pequeño accidente y aquel incidente con el celular recibido por esa loca desconocida de cabello rosado le sirvió de evidencia.Regresaba cada tarde a la casa porque Azra me llama llorando… Mis amigos no dejan de hablar de lo feliz que f
Llegamos a la clínica, papá corrió con mi madre en brazos y pedía ayuda, los mellos corrieron detrás de él y yo fui a aparcar el auto. Llegué a recepción, pregunté por la señora Dakota de Zuluaga, me dieron el piso a donde ir y salí corriendo. El ascensor estaba lleno, pregunté por las escaleras y estaban en la otra sala.Sin importar el que me viera como una loca corrí desesperada por los pasillos y de la nada apareció un hombre, choqué de manera fuerte con él. Fue tal el impacto que el joven no pudo equilibrarse por tener las manos ocupadas con una bandeja de comida.Ambos caímos en efecto rebote. El joven cayó de espalda y se golpeó con el borde de la pared. —Se escuchó el impacto duro y el golpe seco—. Por mi parte caí de frente y mis rodillas se vieron afectadas.—¡Fíjate por donde caminas!Era un chico vestido de negro, la bebida achocolatada se había derramado por el lugar, se tocó la cabeza y su mano se llenó de sangre.» ¡Lo que faltaba!—Lo siento.Me levanté con un fuerte d
No dejaba de llegar la gente a darnos el pésame. Y deseaba, ¡qué se largarán de aquí!, pero ni eso hago… Si hablo voy a llorar. Mis abuelos llegaron anoche para darle apoyo a mi padre, quien se mantenía firme, pero anoche lo escuché llorar en su habitación.En la mañana se llevó a cabo el sepelio y si me preguntan cómo fue… No lo sé, no tengo idea, fui arrastrada de un lado al otro por la mano de mis abuelos paternos. Los mellizos me abrazaban cada vez que podían. Ellos, más que nadie, sabían por lo que mi corazón pasaba. Aunque los dos perdieron a sus padres el mismo día. A mí por lo menos me quedaba papá.—¿Sigue sin hablar? —El abuelo dejó chocolate con pan en la mesa de noche.—Y sin comer. —Le respondió la abuela.Tenían cuarenta y cinco años de matrimonio, mamá deseaba llegar a esa edad matrimonial con papá. —No llores, no llores—. Tuvieron dos hijos. Papá y el tío Danilo, quien murió en un aparatoso accidente con su esposa. Ahora les queda papá y tres nietos. Recuerdos de mi ma
Se me caía la cara de la vergüenza. Esto era imposible, ni que fuera una novela. Era demasiada coincidencia.—Emy, ¿te encuentras bien?—Abuela, ya me da pena con ese joven. La primera vez acepto que fue una pataleta.—¿Qué le hiciste? Se veía muy enojado.—Le lancé mi celular en la cara, lo herí en el rostro hasta el punto de sacarle sangre. Pero en mi defensa su carro arruinó el peinado el día de mi cumpleaños. La segunda vez fue cuando murió mamá; me lo llevé por delante y con el filo de la esquina de la pared se reventó la cabeza. Recuerdo la sangre en su mano, en su enojo mostró la herida, aunque estaba cubierta, ¡y ahora lo quemé abuela! Salí del baño, venía jugando con el bolso; realizando giros. No lo vi y le eché el café encima.—Se le puso la piel muy roja. —llegamos a la sala de espera—. ¿El día de tu cumpleaños vivían en Nueva York? —afirmé.—Exacto, es mucha casualidad encontrarme al mismo joven, en escenarios distintos siempre lo agredo y ni sé cómo se llama.—Ten presen
Miré el celular, habían pasado once días desde que pelirosada había llegado a la casa de mis abuelos. En aquel momento, antes de retirarse después de la cena, le pedí su número de celular para concretar las citas. Le marqué una vez para confirmar que si era su número verdadero. Algunas chicas suelen ser un tanto quisquillosa y ella parece ser una de esas. —Joven Iskander, ¿otra vez sonriendo solo? —Desde hace días lo hacía, y era cada que pensaba en la pelirosada—. ¿Ya desea desayunar? Le hice arepa asada con mucha mantequilla y huevitos revueltos con tomatito y cebollita como le gustan.Me gustaba mucho el acento de los paisas, hablaban mucho en diminutivo, no he podido imitarlos. Yo tengo marcado las palabras de modo firme como era costumbre en los santandereanos. Y a la rosada peligrosa se le marca mucho el acento costeño.—¡Ea Ave María! Por supuesto, pues.Luz Dary, la señora de confianza desde que mis abuelos se radicaron en Medellín, ya hacía seis años soltó la carcajada ante
No dejé de reírme, mientras él se mantuvo serio. ¿No le dio pena bajarse del carro con ese casco?—Se dice, hola.Continué riéndome. Mis abuelos también lo hicieron, él ingresó y los saludó muy amable.—Hola, Iskander.Le dio la mano al abuelo mirándolo a los ojos. Vestía de jean negro y camiseta gris, el casco era negro. Su hermanita tenía un vestido azul cielo, se veía preciosa.—Lo siento, pero no confió en que no salga herido. Hasta que no me sienta tranquilo protegeré mi cabeza. —Nos explicó a todos.—Adiós, abuelos.Mientras caminaba al auto, su hermanita lo grababa a escondidas. Al mirarme se sonrojó.—No le digas, pero se está comportando extraño.—¿Extraño?—Iskander es muy serio, nunca se ríe. Y mamá no cree que por momentos lo hace solo.Azra se sentó en el puesto de atrás, a mí me dejó de copiloto. En ese momento me percaté del reloj de Batman en su muñeca. Eso me hizo reír aún más, pero no dije las razones del nuevo ataque de risa. No tenía idea de lo que pasaba conmigo,
Llegué al hipódromo antes de la hora de la carrera. No tardé mucho en encontrarla, con ese cabello rosado, uno la identificada a metros. Me senté en las gradas, dejé el casco a un lado, más que para evitar algún golpe, era para sacarle un brillo a esos ojos tristes.Calentaba con un grupo de amigas, sonó el celular. Era mi padre. Lo he estado evadiendo porque Ezra ha pasado a mi lado todo este tiempo y si me enojaba no quería que lo viera. Puse la opción grabar y contesté.—¡Hasta que tomas la llamada!—Estaba ocupado.—¡Dile a tu madre que desista del divorcio!—Son temas de adultos, eso no es lo que sueles decir siempre. Además, si la hubieras tratado con respeto, ella estaría a tu lado.—Iskander, no me retes. Y deja esa altivez, puedo quitártela con un chasquido.—Ahora quieres desistir, porque comprendiste que en seis meses yo tendré el 70% de las acciones de la compañía y tú el treinta. Sobre ese treinta lo debes compartir con mi madre y como mamá siempre fue precavida, cada vez