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4. ¿Qué Hice?

Me la he pasado todo el día de reunión en reunión y entre medio de ellas me he escrito con Jazmín lo más que he podido, pero la verdad es que pareciera un jugador de futbol que hace tres años que no pisa una cancha y es que me siento un idiota en esta materia, o tal vez es porque no estoy acostumbrado a esto del coqueteo virtual por llamarlo de alguna manera.

—Gerrard ¿necesitas algo más?— Me pregunta Alenka mientras salimos de la sala de juntas después de nuestra larga reunión con la gente de LookOut Enterprises, en la cual ella ha desplegado sus habilidades financieras y me ayudo a cerrar el negocio.

La miro con un poco de dudas y es que en verdad no sé si deba o no hacerle esta pregunta, pero ese lado impulsivo mío me gana y ya es tarde para retractarme —¿Alguna vez has tenido una cita usando una de esas aplicaciones de citas?—  Le cuestiono y se me queda mirando de manera extraña.

—¿Está… digo estás usando una aplicación de citas?— Inquiere y si, creo que fue una mala idea.

—Olvídalo, no debí preguntar— Digo y sigo caminando hasta entrar a mi oficina, pero para mi sorpresa ella me sigue y entra detrás de mi.

—Gerrard, disculpa, sé que no nos conocemos mucho, ni siquiera debí preguntártelo así, pero es que es extraño ¿Qué hace un hombre como tú en un sitio como ese? Normalmente los hombre que están ahí es porque realmente ya sabes… les cuesta mucho encontrar a alguien o no sé, al menos, eso es lo que creo yo— Comenta mientras que la miro sentado desde mi sillón.

—¿Has usado una de esas aplicaciones alguna vez?— Averiguo.

—Si— Confiesa.

—¿Ves? Yo podría decir lo mismo de ti ¿Qué hace una mujer como tú en un sitio como ese? Eso solo lo usa mujeres a quienes les cuesta encontrar un hombre…—

—¿Crees que no me cuesta?— Cuestiona entrecerrando sus ojos y sonrió.

Sonrió —Mírate— Respondo y con mi maño apunto hacia ella —Te aseguro que la mitad de los hombres de este edificio ya te han pedido una cita— Digo y creo que he abierto mi boca de más porque ella mira hacia el suelo y se acomoda el cabello como si estuviera nerviosa —Lo siento, por favor no me tomes a mal y ni me acuses de acoso y todo eso, te juro que fue sin mal intensión— Me defiendo y se ríe.

—No te voy a acusar— Responde entre risas y aparta la silla que esta frente a mi escritorio después de haberme pedido permiso con la mirada y se sienta —Pero dígame… dime una cosa ¿Por qué tienes tanta prisa en encontrar a una mujer con quien salir? ¿no crees que es mejor que el amor te sorprenda?— Me pregunta y rio nervioso.

—Me encantaría dejar que me sorprenda ¿sabes? Pero si no hago algo me voy a volver loco, yo no quería enamorarme y lo hice de una mujer que me rompió el corazón cuando decidió volver con su ex novio y bueno aquí estoy yo, un hombre de 40 años aprendiendo a amar y con una decepción amorosa tratando de salir adelante, asique por eso estoy tratando de encontrar a esa mujer que me quiera de verdad y a quien yo pueda querer— Expongo.

Ella asiente —Entiendo, y discúlpame, sé que no debería meterme en esto, pero deberías primero intentar olvidarte de ella para después poderte enamorar, porque eso de que un clavo saca otro clavo no sé que tan efectivo sea— Me sugiere y rio.

—Oye, eres muy directa ¿no tienes miedo que te eche?— Bromeo.

—¿Me vas a echar por darte consejos amorosos? ¿Qué dirá la carta de despido? ¿Qué me echas por sugerirte no usar aplicaciones de citas?— Me cuestiona entre risas que me contagian.

—Buen punto. No, no te echare por esto, además, si te soy sincero, nunca vi a nadie tan hábil con los números como tú en esa reunión… yo creí que era bueno y que no conocería a alguien que pudiera hacer buen equipo conmigo, pero me equivoque, eres muy buena y perderte por el simple echo de que me aconsejes no usar una aplicación de citas, no creo que sea muy inteligente de mi parte— Expongo y sonríe.

—Que bueno— Murmura y se levanta de su silla —Bueno, yo te dejo para que sigas con lo tuyo, en una hora me voy, pero si necesitas algo déjame saber— Dice y se dispone a salir de la oficina.

—Alenka— La llamo antes de que salga y ella se da vuelta para mírame con sus ojos azules.

—¿Si?—

—Me gusta hablar contigo ¿te invito una copa after hours y seguimos hablando?— Le propongo y ella mira la hora.

—A las ocho tengo que estar en casa— Explica.

—A las ocho te dejo en tu casa— Digo y no sé que rayos acabo de hacer, pero ya lo hice.

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