—Debe mantener todo en perfecto estado, está usted a cargo de la limpieza. Eso incluye, el lavado de la piscina y de los ventanales así que no se vaya a hacer la payasa y crea que no me daré cuenta.
Respiro hondo.
Hace más de media hora que el estúpido de mi Jefe da vueltas y vueltas en el mismo lugar. Explicando cosas que ya sé que debo hacer, no entiendo porque tuvo que despedir a su mucama si se veía que era la única que podía soportar limpiar todo este lugar.
No me cabe la duda que la mujer seguro estaba buscando excusas para largarse de aquí, es que nada más de ver lo inmensa que es dan unas ganas de largarse corriendo.
—¡Y no entre a mi habitación sin permiso! — Culmina con su ridículo discurso. Si supiera que lo menos que quiero es verlo, yo solo vine para que aprobará mi proyecto y nada más.
¡Estúpida cuarentena!
—¿Está usted de acuerdo con el trato? —asiento, él saca si tablet y me la muestra. —Firme aquí para dar por cerrado el trato.
—¡Wuo! ¡¿En qué momento escribio esto!? ¿Tenía planificado tenerme aquí? —Chillo al final.
Uno de sus ojos parece tener un tip nervioso y masaje su cien derecha.
—No. ¿Usted cree que yo tenía una idea de que un virus mortal sería causante de la desdicha de quedarme encerrado con un mujer poco agraciada? —Lo miro con la boca abierta, el muy desgraciado si que se hace odiar por lo alto.
—¡Yo soy muy agraciada! ¡Fíjese en... En... —Veo mi inexistente culo, luego mis limones que tengo por pechos y último mi enorme boca y redonda nariz— ¡Mierda, no tengo nada bonito!
—¿Tardó tanto en darse cuenta? —ríe el muy desgraciado. —Y pensar que usted lleva años mirándose al espejo, espero que sea por problemas de la vista u no de que limpie mal el sucio pegado a los vidrios.
Cómo quisiera ahorcarlo mientras duerme.
—Como sea, solo le digo eso. —Suspira, —estos contratos están diseñados en caso de que no me agrade algo que hagan mis mucamas, así solo tengo que despedirlas y buscar otra y ya. No es la gran cosa, tengo la oportunidad de cancelar los adelantos de ser necesario para que no vengan por su paga luego de ser despedidas.
—Ay, pero que atento él...—Murmuro y carraspea.
—¿Que dijo? —chasqueo la lengua antes de tocar la pantalla de la tablet y dejar mi nombre escrito en ella.
—Listo. Ya firmé, ¿Puedo ir a mi habitación? ¿Estaré segura de que no se atreva a entrar? —Me mira de pies a cabeza y hace una mueca de horror.
—Creame, nunca me atrevería a entrar a su habitación. Ni en mis peores momentos.
Fija la mirada en el aparato, y juro por Dios que si la mirada matara ya él estuviera metros bajo tierra con la que yo le estoy echando justo ahora.
—¿Cuál es mi habitación? —digo, para irme a encerrar y no tener que verlo hasta el día de mañana. Porque, no creo que necesite cenar con tanta comida en las mesas.
—Debajo de las escaleras está una puerta, ahí es donde se quedan las mujeres del servicio.
Respiro hondo.
Recuerda Ada, no debes asesinar a tu Jefe, no quieres ir a la cárcel, quizás tengas la suerte de que alguien se apiade de ti y en menos de lo que canta un gallo te rescaten.
Sonrió.
Daniel Mendez me mira como si hubiera perdido un tornillo.
—Me iré. Chao. —Tomo mis cosas y a duras penas las llevo hasta donde me ha dicho, abro la puerta con dificultad y cuando veo el interior me quedo sorprendida.
—¡Dios mío!
Arrojo todo adentro antes de saltar sobre la cama.
—¡Es más grande que mi habitación en el departamento! ¡Está más bonita!
El lugar es amplio a pesar de estar bajo unas escaleras, con colores pasteles, una cama grande y tiene una pantalla plana un poco más pequeña que la que está afuera pero es perfecta. Para más dicha la mía, tiene una pequeña mesita cerca de un estante con libros y aire acondicionado.
—Pobresilla, no imagino la ratonera dónde vivía. —Escucho al moreno, quien está parado en la puerta con su aire de superioridad. —Quien lo diría, ya hice mi buena acción del día.
Da media vuelta y se va, dejándome con aquellas ganas de arrancarle la cabeza con mis propias manos. ¿Cuánta basura tiene ese hombre metido en la cabeza? ¡Agg! ¡Me cae mal!
Cierro la puerta para ponerme a arreglar mis cosas, pero antes me aseguro de que la misma tiene un buen candado y por suerte es así.
Luego de unas largas horas colocando todo dónde va, pongo a cargar mi teléfono que hace media hora murió la batería de tanto escuchar música a todo dar.
—Uy, vamos a probar este nene. —Froto mis manos antes de acercarme al pantalla plana pero un grito del otro lado me hace salir corriendo.
—¡Mujer! —Llego a la sala de estar y me encuentro con la cara del infeliz, totalmente roja. —¿Acaso crees que estás de vacaciones? ¡Recoge todo esto! —dice señalando las mesas llenas de comidas y bebidas, —pon todo en su lugar.
Toma un plato y lo llena de frutas, luego otro donde coloca dos emparedados y se va escaleras arriba.
—¡Pedazo de... —Respiro hondo, antes de hacer lo que ha pedido.
Miro todo y una brillante idea se me ocurre.
—Creo que se me a antojado comer algo de esto —meto en mi boca los pastelillos, —y esto —como unas mini pizzas. Luego, donas y así hasta que siento que no puedo más.
Mi estómago ruge pero no de hambre, quiero botarlo todo. Pero escucho unos pasos, corro en todas las direcciones agarrando platos y vasos para ordenar.
De tantas vueltas siento que voy a vomitar y en efecto, eso hago. Pero no en cualquier lugar, no señor, tenía que hacerlo encima de la pijama del monstruo que tiene una cara de lunático justo ahora.
—Yo... Lo sien...—Vomito de nuevo, su expresión de asco e irá, va cambiando de a poco cuando se da cuenta que no paro de evacuar lo que comí.
Caigo casi desmayada y me sorprende el echo de que me tomara de los brazos para no dejarme caer de cara sobre mi propio vómito.
—Será bueno que tome un poco de agua. —Dice, dándome el vaso. La bebo sin pensarlo y él hace una mueca, —pudo haberse enjuagado la boca primero.
Que se vaya al diablo, me siento mal.
—Genial. Sin dinero, sin buen cuerpo y sin salud. No pues, lo que me ha tocado.
Murmura mi jefe, no me dan ni ganas de responder. Pero a mí estómago sí, porque enseguida sus pantuflas se ven de varios colores. Río sin fuerzas cuando lo escucho gruñir lleno de frustración, a ver quién gana está Jefe.
—¡Apúrese! Necesito que lave también mi pijama.Murmuro una maldición y continúo en lo mío. Lavar las pantuflas de mí Jefe, las cuales llene de suficiente líquido estomacal como para no querer volver a su color y ni hablar de que le eché tanto blanqueador que perdió el color azul cielo que tenía.—¿Cómo le explicó esto ahora? —digo tomándola por una parte, miro a los alrededores y al notarlo sentado mirando su tablet no lo dudo ni un segundo antes de meterlas en el basurero.Me escabullo con cuidado, sino mal recuerdo está mañana al limpiar descubrí que tiene unas cinco iguales arriba.Trato en lo más posible de no hacer ruido y llego a su habitación, por suerte Eno tiene seguro. Empujo la puerta con suavidad, y entro en puntillas.Tomo las pantuflas nuevas, dándole una pequeña pasada por el jabón seguro parecerán usadas.—¡Genial! —susurro.Doy media vuelta y me enredó con mi pies, cayendo justo sobre la cama.—¡Ay! Estúpida portátil me vas a quebrar la columna. —La observo por todos
No puedo más, enserio.¡Quiero salir de aquí!Con el vaso de hierro tocó la puerta repetidas veces, en un vano intento de parecer una prisionera.—¿Puede dejar de hacer eso? —Mi jefe me observa como si hubiera perdido un tornillo, la verdad me da igual, yo sigo en lo mío. Golpeando la puerta con el vaso de metal como en las películas viejas que papá solía poner todos los domingos por la televisión.—Enserio va a hacer que la eche. —Dejo el vaso de lado. Un mosquito me pica y de inmediato lo ataco, logrando que me quedé un morado en el brazo y que el muy desgraciado se vaya volando con cierta burla.—¿Va a continuar con su estrategia? ¿No me va a hablar?Ignoro de forma olímpica al hombre que me mira con una expresión de burla en el rostro.¿Un resumen de lo que pasa? Sencillo, por la mañana me desperté muy alegre, hice mis quehaceres y prepare la comida, ¿Cómo no hacerlo? Si hoy se estrenaba en Netflix la nueva serie de las gotas en verano.Pase toda la semana hablando de ello y Dani
Siento que puedo escuchar de fondo la canción del agente 007 mientras me arrastro por el suelo, tratando de sacar del pantalón de pijama de mi jefe su teléfono.Por suerte él está tan concentrado en no morir envenenado por lo que cociné, que no repara en que llevo varios minutos caminando en puntas y luego, limpiando el piso con mi franela.—Oh, no tiene clave.Digo, al apenas notar que el aparato no pide ni siquiera la huella para poder entrar a su contenido. Mi rostro en este momento tiene una sonrisa de típica de una persona cuando va a realizar la mejor travesura de todas.Anoto el número de mi hermano como "SexBoy" porque será rápido lo que haré y porque es necesario para guardar el número, en tantos años manteniendo el mismo y yo aún no logro recordarlo.—Que sea lo que Dios quiera, comento, mientras descargo las fotos más porno que consigo en la internet . Pasan unos largos minutos en los que va descargando, estoy que me hago en los pantalones de los nervios y el bendito aparat
—Que bonito dedo señorita Ada, dígame, ¿Con esos mismos va a lavar los baños? —Hace una mueca de burla antes de dar media vuelta y volver por dónde vino.No puede ser. Con tantas personas que pude pasar por esta maldición y tengo que venir a quedar con ese hombre tan amargado, detestable y pedante.Hago el esfuerzo máximo para retener las ganas de vomitar cuando levanto la tapa del inodoro. Mi jefe camina de un lado a otro, esperando quizás el momento en que caiga de boca al mismo y me ahogue con el agua sucia. Un minuto... ¿Por qué huele como si alguien se hubiera hecho... —¡Wuacala! —Un bonito barco color marrón sale del agujero y chillo. Daniel Mendez empuja la puerta con fuerza sin darse cuenta de que estoy detrás del pedazo de madera, lo cual hace que caiga dentro del inodoro de cara.—¿Qué sucede? —Saco la cara y el une de inmediato los puntos. Coloca los labios como la boca de un pato y de pronto se comienza a reír.—Usted. Es. Despreciable. —Tiro la puerta del baño luego de sa
¿Por qué tiene que ser un tipo tan raro? Abro con lentitud la puerta de su habitación, metiendo en primer lugar mi hermosa nariz de pinocho. Después la mitad de la cara, ya debo de parecer la niña del aro pero es que tengo que saber que sucede con este súper hombre todo macho que hasta ahora me estaba haciendo la vida imposible.Por muy extraño que pueda llegar a ser, veo al mismo Daniel de siempre solo que está vez tirado en el suelo de rodillas llenando de moco un suerte de color lila.Maldigo en mis adentros haber sido criado de una buena manera porque eso es lo que justo ahora me está llevando a frotar su espalda.Cosa que hizo que volteara a verme con muy mala cara. Lo que me faltaba, va a creer que estoy aprovechando el momento para ser más cercanos.—Ya, no me ponga esa cara, me largo. —Tira de mi brazo y nos envuelve en un fuerte abrazo. ¡Asco! No es por ser mala no nada, pero es que sus fluidos nasales están cubriendo mi bonita pijama. Esto me pasa por andar de buena gente, q
Y aquí estoy, a mitad de un funeral imaginario. Porque, eso es lo que es, totalmente imaginario. Qué se creo el loco que vive conmigo, hay que ver qué cada día sale uno nuevo y el que lo agarre, es suyo, pues a mí me tocó este, que más le voy a hacer.Mientras mi jefe está de rodillas en frente de una caja de cartón a la que le colocó rosas plásticas de navidad, yo tengo que fingir que hay más personas en el lugar y hacer como que recibo el pésame. Lo bueno del caso es que, como soy la única persona real puedo comer todas las veces que quiera de los bocadillos y el café que hice para este trágico día. Nótese aquí mi sarcasmo, sigo sin entender cómo es que una persona como él, a la que su prometida le fue infiel decida hacerle un funeral en su honor por haber muerto de COVID—19 entiendo que duele, que los años que pasaron juntos no van a regresar y que en este momento debe de sentir un vacío mucho más grande que el que sintió al darse cuenta de que ya ella no lo quería.Porque, ¡Hey!
-¿Aló? Yo aquí ¿Quien allá? -PRegunto, acomodandome a la perfección en la cama.Zara tose. Se ve falta, esa gripe si que la está atacando duro.-Oye, deberías de ir al médico. No te ves muy bien, amiga. -Le resta importancia con una mano, a la par que le da sorbor a una bebida caliente.-Ya mi madre nos ha enviado una de esas posimas que suele hacer con hierbas, -Sorbe. -Sabes muy bien que no hay nada que esa doña no pueda curar con cosas de la naturalez. -Suspira, se limpia la nariz y vuelve a hablar- cuentame, aún sigues con vida -tose- así que supongo que tú jefe o te tolera más que antes o lo eliminaste con el veneno para las ratas.-¿Se vale hacer eso ultimo? -Zara, me echa una mirada de ¿Estás bromeando? -¿Qué?-Como hagas eso te va a llevar comida tú mamá a la cárcel, eh, porque nadie te tiene quedandote ahí junto a él. -Me cruzo de brazos. Zeth pasa en pelotas por detrás de su hermana.-Zara ¿Has visto mis calzones morados? no los consigo.-Bonito trasero. -Se sobresalta al es
—¿Es enserio? —Chillo con pesar, jalando mis cabellos. No puede ser peor esto, ah, pero claro porque nada más de pensarlo como que lo atraigo. El estúpido de mi jefe toca a la puerta reclamando que no haya hecho la cena y que ya tiene hambre. Entre lágrimas me levanto y camino hacía el pedazo de madera para colocar la mejor cara que tengo de "Lo quiero matar" Daniel Mendez se echa hacía atrás con miedo plasmado en el rostro.—¿Y a usted que le ha pasado? Está vez no le he hecho nada en absoluto.—Claro, nada, eres un dulce ángel caído del cielo y tal. —Refunfuño a la vez que camino en dirección a la cocina para montar un caldero para agua y buscar el café en polvo que nos queda.—Échate a un lado—dice, —haré hoy la cena, de igual forma no tengo nada mejor que hacer. Las empresas están en pausa y los correos parece que no los revisan últimamente. —Hace una pausa y frunce el ceño. Cómo que ya se dió cuenta que habló más de lo que es debido.Suspiro, —Nadie le va a responder, la gran par