—¡Apúrese! Necesito que lave también mi pijama.
Murmuro una maldición y continúo en lo mío. Lavar las pantuflas de mí Jefe, las cuales llene de suficiente líquido estomacal como para no querer volver a su color y ni hablar de que le eché tanto blanqueador que perdió el color azul cielo que tenía.
—¿Cómo le explicó esto ahora? —digo tomándola por una parte, miro a los alrededores y al notarlo sentado mirando su tablet no lo dudo ni un segundo antes de meterlas en el basurero.
Me escabullo con cuidado, sino mal recuerdo está mañana al limpiar descubrí que tiene unas cinco iguales arriba.
Trato en lo más posible de no hacer ruido y llego a su habitación, por suerte Eno tiene seguro. Empujo la puerta con suavidad, y entro en puntillas.
Tomo las pantuflas nuevas, dándole una pequeña pasada por el jabón seguro parecerán usadas.
—¡Genial! —susurro.
Doy media vuelta y me enredó con mi pies, cayendo justo sobre la cama.
—¡Ay! Estúpida portátil me vas a quebrar la columna. —La observo por todos lados, por suerte no dañe la pantalla puesto que estaba abierta.
Echo un último vistazo y caigo en la cuenta de que hay un conversación abierta. Lo bueno de la tecnología es que puedes escribir desde un teléfono y que se vea en la portátil.
Y lo malo de mí, es ser un curiosa de primera.
—No le hará daño a nadie que eche una ojeada.
"¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Crees que yo te lo haría? ¡Eres una zorra! ¡No quiero volver contigo!"
Abro la boca sorpresa, él y su novia sino me equivoco ya estaban compro metidos para casarse a fin de mes.
"Bájale dos a tu lloriqueo Daniel, todos sabemos que no hay hombre fiel en el mundo. ¿Por qué debería de serte fiel a ti, si tú no lo eres para mí?"
—Uhhh... Le montaron los cuernos al Jefe. —Digo, casi metiendo mi nariz en la pantalla.
"Vete al diablo, no quiero saber nunca más nada de ti"
Estado: BLOQUEADA.
—¡No me lo creo! ¡Que divo! —río.
Esto de meter la nariz en dónde no se debe casi siempre se me da mal, pero hoy es una excepción. Que buen chisme para contarle a mis locos amigos.
Tomo las pantuflas y salgo cómo alma que lleva el diablo, pero mi mala suerte es tanta que cuando estoy por llegar el hombre imponente con cara de perro furioso me mira de pies a cabeza.
—¿Dónde estaba? —mira las pantuflas en mi mano y ladra la cabeza.
—¡Secándolas! ¡Tengo un secador de cabello, muy bueno! —Ay mamá, me está observando como si no me creyera, ay... Ya me van a echar a la calle.
—Bien, —dice después de unos segundos. Toma lo que tengo en la mano y lo deja caer para ponérsela. —Iré a ver televisión, haga el almuerzo.
Sé que no es necesario haber visto su conversación cuál chismosa para darse cuenta que está triste. Tiene los ojos rojos, aguantando ganas de llorar y la cabeza baja, no quiere mirarme directamente.
Dejo que se marche y saco mi teléfono del bolsillo, para marcar a Zara.
La muy desgraciada no responde. Recojo todo y me dispongo a ir a la cocina para tratar de cocinar algo sin que explote nada y que no envenene al hombre depresivo que está sobre el sofá mirando sin ganas un programa de comedia.
El primer chiste es dicho y río por lo bajo, él en cambio no.
El segundo comediante aparece y con uno de sus chistes me hace reír a carcajadas, tanto que me ahogo y por si no fuera poco se me sale un gas de los más sonoros.
Cuando recupero el aliento noto la mirada de mi Jefe sobre mí.
Genial, yo no puedo estar sin pasar vergüenza un solo día de mi vida.
Disimulo y continúo haciendo mis arepas, el budare ya está caliente y es lo mejor que se hacer.
El moreno se ha puesto detrás de mi, su fragancia resalta mucho y eso me pone un poco nerviosa.
—¿Eso no se supone es un desayuno y cena? —Tenía que decir una de sus burradas él.
—Si sabe con qué va a acompañarla, no, escuche... —Respiro hondo y continúo en lo mío mientras hablo. —Las arepas serán el acompañante está vez, haré arroz, granos, ensalada y pollo. Ya le quedaran los ojos grandes cuando vea a lo que me refiero.
—Voy a creerle, no es como si yo supiera hacer algo mejor. —Se sienta del otro lado de la barra, dónde me puede ver mejor, imagino para criticar todo lo que haga.
Que hombre tan vil.
Hago lo mejor que puedo todo lo que dije y cuando termino, coloco el plato frente a él. Sus cejas se alzan y una sonrisa se abre paso en mí.
—¿Que le parece? —indago, la sorpresa no abandona su rostro.
—Usted sabe sorprender, —es lo único que dice antes de tomar los cubiertos para proceder a comer.
Mientras él hace eso, yo voy a mi habitación para hacer la cama, cosa que no pude al despertar por sus gritos de divo que resonaron por todo el lugar.
Coloco el teléfono en uno de esos aparatos que lo conectan a la televisión de la habitación y subo el volumen, lo suficiente para que se escuche solo entre las cuatro pareces.
Ella e' buena, pero le gustan lo' malo'
Si te soy sincero, yo por ella jalo
Me tiró diciéndome que la dejaron
Es otra más que con su corazón jugaron, ey
Muevo lo mejor que puedo mis caderas cuando empieza lo bueno, pero parezco más una lombriz con ataques epilépticos justo ahora y siempre.
Escucho una risita, miro alrededor y no hay nadie. Seguro es el Jefe mirando la comedia en el televisor.
Sí, seguro es eso.
Comienza otra canción a sonar y caigo en la cuenta que es Zara quien me está llamando.
— ¿Por qué cambió la música? Esa estaba buena.
Pego un grito cuando noto al moreno entrar a la habitación., como el amo del mundo.
—¡Tengo una llamada! —digo para que se largue de mi lugar, no quiero que venga a orinar el territorio, ¡Este es mi espacio!
Contesto y la cara de Zara se refleja en la televisión. Daniel da media vuelta para irse cuando Zara lo arruina por completo.
— ¿Ya mataste a tu Jefe el desgraciado? —La miro con mi mejor cara de ¿Enserio? Pero ella está viendo hacía otro lado y no repara por medio de la cámara que se ha activado que no estoy sola.
¡Joder!
—¿No me vas a responder o qué, perra? —Gira y es entonces cuando enmudece. —¡Mierda!
Se levanta del asiento y deja la vídeo llamada encendida.
—¿Ya se lo chupaste a tu Jefe como nos dijiste o qué? Porque Zara se escondió en el armario. —Zeth abre la boca y luego la cierra cuando se da cuenta de que hizo que su gemela se escondiera. Carraspea pero su voz sale más fina de lo normal, —Aquí como que se está acabando el aire. Ya saben por lo de la pandemia y la cosa... Por eso no pensamos bien y... ¡Adiós!
Un silencio incomodo invade la habitación, dejo sobre la cama almohada que ni cuenta me había dado de que tenía entre los brazos y trago con dificultad.
—Entonces... —Murmuro.
—Interesantes amigos tiene.
Es lo que dice antes de marcharse por donde vino.
No puedo más, enserio.¡Quiero salir de aquí!Con el vaso de hierro tocó la puerta repetidas veces, en un vano intento de parecer una prisionera.—¿Puede dejar de hacer eso? —Mi jefe me observa como si hubiera perdido un tornillo, la verdad me da igual, yo sigo en lo mío. Golpeando la puerta con el vaso de metal como en las películas viejas que papá solía poner todos los domingos por la televisión.—Enserio va a hacer que la eche. —Dejo el vaso de lado. Un mosquito me pica y de inmediato lo ataco, logrando que me quedé un morado en el brazo y que el muy desgraciado se vaya volando con cierta burla.—¿Va a continuar con su estrategia? ¿No me va a hablar?Ignoro de forma olímpica al hombre que me mira con una expresión de burla en el rostro.¿Un resumen de lo que pasa? Sencillo, por la mañana me desperté muy alegre, hice mis quehaceres y prepare la comida, ¿Cómo no hacerlo? Si hoy se estrenaba en Netflix la nueva serie de las gotas en verano.Pase toda la semana hablando de ello y Dani
Siento que puedo escuchar de fondo la canción del agente 007 mientras me arrastro por el suelo, tratando de sacar del pantalón de pijama de mi jefe su teléfono.Por suerte él está tan concentrado en no morir envenenado por lo que cociné, que no repara en que llevo varios minutos caminando en puntas y luego, limpiando el piso con mi franela.—Oh, no tiene clave.Digo, al apenas notar que el aparato no pide ni siquiera la huella para poder entrar a su contenido. Mi rostro en este momento tiene una sonrisa de típica de una persona cuando va a realizar la mejor travesura de todas.Anoto el número de mi hermano como "SexBoy" porque será rápido lo que haré y porque es necesario para guardar el número, en tantos años manteniendo el mismo y yo aún no logro recordarlo.—Que sea lo que Dios quiera, comento, mientras descargo las fotos más porno que consigo en la internet . Pasan unos largos minutos en los que va descargando, estoy que me hago en los pantalones de los nervios y el bendito aparat
—Que bonito dedo señorita Ada, dígame, ¿Con esos mismos va a lavar los baños? —Hace una mueca de burla antes de dar media vuelta y volver por dónde vino.No puede ser. Con tantas personas que pude pasar por esta maldición y tengo que venir a quedar con ese hombre tan amargado, detestable y pedante.Hago el esfuerzo máximo para retener las ganas de vomitar cuando levanto la tapa del inodoro. Mi jefe camina de un lado a otro, esperando quizás el momento en que caiga de boca al mismo y me ahogue con el agua sucia. Un minuto... ¿Por qué huele como si alguien se hubiera hecho... —¡Wuacala! —Un bonito barco color marrón sale del agujero y chillo. Daniel Mendez empuja la puerta con fuerza sin darse cuenta de que estoy detrás del pedazo de madera, lo cual hace que caiga dentro del inodoro de cara.—¿Qué sucede? —Saco la cara y el une de inmediato los puntos. Coloca los labios como la boca de un pato y de pronto se comienza a reír.—Usted. Es. Despreciable. —Tiro la puerta del baño luego de sa
¿Por qué tiene que ser un tipo tan raro? Abro con lentitud la puerta de su habitación, metiendo en primer lugar mi hermosa nariz de pinocho. Después la mitad de la cara, ya debo de parecer la niña del aro pero es que tengo que saber que sucede con este súper hombre todo macho que hasta ahora me estaba haciendo la vida imposible.Por muy extraño que pueda llegar a ser, veo al mismo Daniel de siempre solo que está vez tirado en el suelo de rodillas llenando de moco un suerte de color lila.Maldigo en mis adentros haber sido criado de una buena manera porque eso es lo que justo ahora me está llevando a frotar su espalda.Cosa que hizo que volteara a verme con muy mala cara. Lo que me faltaba, va a creer que estoy aprovechando el momento para ser más cercanos.—Ya, no me ponga esa cara, me largo. —Tira de mi brazo y nos envuelve en un fuerte abrazo. ¡Asco! No es por ser mala no nada, pero es que sus fluidos nasales están cubriendo mi bonita pijama. Esto me pasa por andar de buena gente, q
Y aquí estoy, a mitad de un funeral imaginario. Porque, eso es lo que es, totalmente imaginario. Qué se creo el loco que vive conmigo, hay que ver qué cada día sale uno nuevo y el que lo agarre, es suyo, pues a mí me tocó este, que más le voy a hacer.Mientras mi jefe está de rodillas en frente de una caja de cartón a la que le colocó rosas plásticas de navidad, yo tengo que fingir que hay más personas en el lugar y hacer como que recibo el pésame. Lo bueno del caso es que, como soy la única persona real puedo comer todas las veces que quiera de los bocadillos y el café que hice para este trágico día. Nótese aquí mi sarcasmo, sigo sin entender cómo es que una persona como él, a la que su prometida le fue infiel decida hacerle un funeral en su honor por haber muerto de COVID—19 entiendo que duele, que los años que pasaron juntos no van a regresar y que en este momento debe de sentir un vacío mucho más grande que el que sintió al darse cuenta de que ya ella no lo quería.Porque, ¡Hey!
-¿Aló? Yo aquí ¿Quien allá? -PRegunto, acomodandome a la perfección en la cama.Zara tose. Se ve falta, esa gripe si que la está atacando duro.-Oye, deberías de ir al médico. No te ves muy bien, amiga. -Le resta importancia con una mano, a la par que le da sorbor a una bebida caliente.-Ya mi madre nos ha enviado una de esas posimas que suele hacer con hierbas, -Sorbe. -Sabes muy bien que no hay nada que esa doña no pueda curar con cosas de la naturalez. -Suspira, se limpia la nariz y vuelve a hablar- cuentame, aún sigues con vida -tose- así que supongo que tú jefe o te tolera más que antes o lo eliminaste con el veneno para las ratas.-¿Se vale hacer eso ultimo? -Zara, me echa una mirada de ¿Estás bromeando? -¿Qué?-Como hagas eso te va a llevar comida tú mamá a la cárcel, eh, porque nadie te tiene quedandote ahí junto a él. -Me cruzo de brazos. Zeth pasa en pelotas por detrás de su hermana.-Zara ¿Has visto mis calzones morados? no los consigo.-Bonito trasero. -Se sobresalta al es
—¿Es enserio? —Chillo con pesar, jalando mis cabellos. No puede ser peor esto, ah, pero claro porque nada más de pensarlo como que lo atraigo. El estúpido de mi jefe toca a la puerta reclamando que no haya hecho la cena y que ya tiene hambre. Entre lágrimas me levanto y camino hacía el pedazo de madera para colocar la mejor cara que tengo de "Lo quiero matar" Daniel Mendez se echa hacía atrás con miedo plasmado en el rostro.—¿Y a usted que le ha pasado? Está vez no le he hecho nada en absoluto.—Claro, nada, eres un dulce ángel caído del cielo y tal. —Refunfuño a la vez que camino en dirección a la cocina para montar un caldero para agua y buscar el café en polvo que nos queda.—Échate a un lado—dice, —haré hoy la cena, de igual forma no tengo nada mejor que hacer. Las empresas están en pausa y los correos parece que no los revisan últimamente. —Hace una pausa y frunce el ceño. Cómo que ya se dió cuenta que habló más de lo que es debido.Suspiro, —Nadie le va a responder, la gran par
—¿Estás segura de esto? —Zara limpia su nariz a la par que muestra mediante una pantalla alterna que sale en una esquina, varios números, diseños, colores e informaciones que pueden ser usadas para la página web.—Es como la octava vez que preguntas eso ¿Tan raro que pueda llegar a tener una sociedad con mi ex Jefe? Porque, ya está pasando y estoy encantada por eso. No todos los días subo un escalón en la vida.Daniel toca a la puerta, me levanto y abro.—No olvide que aún tenemos un contrato firmado, en el cual se específica que debe de realizar las tareas del hogar para pagar la cuota del alquiler. A menos, que vaya a ceder su parte de las acciones para pagar por completo su estadía en la casa de verano. —Saca pecho como paloma. Este hombre sí qué sabe sacar de quicio a cualquier mujer, ya voy entendiendo porque lo dejaron por otro.Escucho la risa de Zara, entrecortada porque medio ríe medio tose.—Ya vuelvo, —hablo entre los dientes. Mi amiga solo murmura un simple "me llamas" ant