Capítulo 5 - ¿Casualidad?

El sol ingresó por la ventana, la luz pegó en mi rostro. Abrí los ojos, por un segundo quedé desorientada. ¿En dónde me encuentro?, mi mente comenzó a enviarme avisos, imágenes, recuerdos y comprendí que no pude salir de la finca de Roland Sandoval.

Me estiré, al darme la vuelta él dormía al lado mío. ¡En la cama!, grité como loca, salí despavorida de las cobijas, al mismo tiempo él salía desnudo con una pistola en la mano apuntándome.

Quedé paralizada observando un lugar prohibido, era imposible no hacerlo. Su cuerpo era perfecto, desde su cabeza afeitada hasta la punta del pie. Recordé lo dicho por Lorena, él era muy bien dotado de su miembro… Y la humanidad era morbosa. Sentí calor por todo el cuerpo y más en el rostro, ¡qué vergüenza!

—¡Por una m****a! —gritó—. ¡Jamás en tu puta vida grites de esa forma al lado de un hombre como yo!

Habló bastante enojado, me di la vuelta para darle privacidad. Escuché su risa.

—¿Qué hace aquí? —pregunté.

—¡Es mi casa!

A los segundos llegó hasta la nevera, tenía una sudadera verde y una camisilla sin manga del mismo color. ¡Señor!, de día era mucho más lindo.

» Dormiste en mi cama, pudiste acostarte en el sillón.

—Pensé que te quedarías a dormir con tus dos novias.

Mordió una manzana verde, su mirada era cínica, volvió a burlarse del comentario.

—Yo no tengo novia y nada de esa cursilería barata. Ya puedes irte Verónica, todos se fueron, incluyendo tu amiga con quien vives. —arrugué la frente—. Son pasadas las nueve de la mañana.

—¿Cómo sabe mi nombre? —Ayer quise preguntarle.

—Niña, soy don Roland Sandoval, sé de todas las personas que pisan mi casa.

—El don no se lo ha ganado conmigo y gracias por todo Roland.

Ingresé al baño a cambiarme de ropa, la cual seguía húmeda. Al salir él leía el documento que le traduje, me miró diferente por un segundo, luego desvió la vista para retomar su habitual actitud.

Tomé las llaves del auto de Lorena, las había dejado en la mesa de noche. El hombre era un prospecto muy bien hecho. Con razón las mujeres se lo peleaban y, ¿quién no lo haría? Salí sin mirar atrás.

—¡Me tenías preocupada, Vero!

Ese fue el recibimiento de Lorena. Raúl tenía su celular en una oreja y en la otra el teléfono inalámbrico, soltó un jadeo de tranquilidad al verme ingresar al apartamento.

—¡¿Preocupada?! —Cerré la puerta con fuerza—. ¡Me dejaste abandonada como una idiota! Créeme, la pasé horrible al ver como esa gente empezó a desnudarse.

—¿Viste la orgía?

Miré a Raúl con cara de pocos amigos, hizo una seña de cerrar el pico, al segundo soltó la risa.

—Lo siento, Vero. Jamás pensé que verías una orgía. —Le hice una mueca a Raúl.

—¡Gracias! —volví a mirar a Lorena.

—Pero… —Ella se sentó en el mueble de cuero—. Tú te fuiste, el carro no lo vi, sentí alegría al comprender que alcanzaste a salir de ese infierno.

—El carro seguía en el mismo lugar en donde lo dejamos, ¡no digas mentiras!

—Vero, te lo juro, armé un escándalo. Rata fue quién me sacó para mostrarme la ausencia del auto, ahí no estaba, me dijo que habías salido sin problemas. Me alegré de que no vieras lo que pasó, la verdad, fue un infierno. Anoche no me drogué, no pude por la preocupación por ti. —Era cierto, sé cuándo Lorena dice mentiras.

—Infierno, si fue, salí de esa casa hoy a las nueve de la mañana.

Mi voz cambió, los dos se levantaron para abrazarme.

—No lo entiendo, ¿dónde te metiste?

Ella estaba convencida de que había logrado salir anoche. Miré la mesa, habían consumido varios cigarrillos, lo hacían cuando los nervios se apoderaban de ellos. Respiré profundo.

Me alejé, ingresé a la cocina, tomé un racimo de uvas. Les hice señas y se sentaron conmigo en el mueble. Había una cobija al lado del sillón, ya se me había secado la ropa. Les conté con lujos de detalles lo ocurrido. Lorena abría y cerraba la boca, mientras Raúl escuchaba tranquilo arrugando las cejas de vez en cuando, también comenzaron a comer uvas.

» ¿Dormiste con don Roland?

—¡No! ¡No dormí con nadie! ¿No escuchaste lo que dije? —Me torció los ojos.

—¡Tonta! Me refiero a dormir, dormir nada más. Él jamás deja entrar a las mujeres a su recámara principal, ese espacio es solo de él, lo tiene como su primera regla inamovible. No duerme con nadie, pero te dejó dormir a ti. —Se quedó pensando un rato—. La Rata me sacó de aquel revuelto del cual no había participado. Armé un escándalo buscándote y como te dije, pasé la noche con él.  

» Jamás imaginé que te esconderías en la habitación de Don Roland. Cuando llegué al apartamento y no te encontré me asusté, pensé que te había pasado algo, Vero. Llamé al Flaco… bueno, toda la universidad sabe que no amaneciste en la casa. —quedé sorprendida.

—¿Qué podíamos hacer? —habló Raúl, quien había escuchado en silencio—. Jamás haces nada fuera de la ley y de las normas del sano juicio. —suspiré.

—Me encuentro bien, ese hombre es un pedante degenerado. —A mi mente llegó su imagen, era un perfecto hombre.

—Está como quiere y lo hace como los dioses. —Le torcí los ojos.

—Voy a bañarme. ¡Me debes una salida decente!

La miré con los ojos entrecerrados, ambos sonrieron e ingresé a mi habitación. Me di un gran baño; uno de esos donde esperas que se te arruguen las yemas de los dedos y desperdicias agua porque tu cabeza se pierde en los pensamientos. En mi caso, en tratar de entender lo sucedido, anoche.

Tenía la sensación de que querían que yo pasara la noche en esa hacienda o, ¿por qué se reunieron todas las coincidencias? Tal vez quería lograr un objetivo. En todo caso, por la razón que sea, el universo conspiró.

Me puse una sudadera, un buzo de dormir, mis medias de rayas de colores y salí a preparar algo de comer. Tenía mucha hambre, ellos ya tenían huevos revueltos, hablaban secretamente de mí. Tomé el plato y desayuné sin hablar, mientras me analizaban.

—Deberíamos de salir hoy. —comentó Raúl.

—Es domingo.

—No he dicho irnos de farra, solo salir. —comentó.

—Tienes razón. —comentó Lorena—. Hay una película muy buena, ¿se animan?

—Si tú pagas. —terminé de desayunar.

—¡Perfecto! Yo pago.

—Y los combos.

Comentó el Flaco, solté una carcajada, Lorena lo miró con los ojos entrecerrados.

—¡Me están cobrando algo!

—¡Completamente!

Dijimos al tiempo los dos. Realizó una mueca, soltamos una carcajada.

Era una comedia romántica muy buena, le sacamos a Lorena un platal en la comida y de tanto refresco me dieron ganas de ir al baño y era una emergencia. Corrí, no quería perderme mucho de la película, siempre en lo mejor me daban ganas de orinar.

De regreso choqué con Juan Márquez, el único novio oficial que he tenido. Terminamos por su infidelidad, a sus padres les dolió más que a nosotros mismos. Era tres años mayor que yo y aunque yo estaba en un grado menor en el colegio donde nos graduamos, le ayudé a pasar sus materias. Teníamos más de cuatro años de no vernos, él vivía en el Norte, su padre era gran constructor, tenían mucho dinero. Los ojos se le iluminaron.

—¡Flaca! —hace mucho no me decían así, ya no era tan flaca.

—¡Juan! —Le sonreí.

—Te ves increíble… —El sonrojo surgió cual, tontona, no pude evitar sonreírle otra vez.

—Gracias.

Le interrumpí. ¡Estoy perdiéndome la película! Era agradable verlo de nuevo, se veía mucho más maduro, no era una belleza, sus facciones eran agradables, lo atlético le sentaba a favor.

—Me encantaría verte de nuevo si no tienes problema. Ya sabes como soy, ¡es más! —dijo sacando su celular—. Mis padres el viernes hará una reunión, estarán felices de verte, mi madre aún te sigue comparando con el resto de novias que le he presentado.

—¡Perfecto! ¿Puedo llevar a un amigo? —Noté la decepción, sin embargo, lo ocultó en cuestión de segundos—. Vives muy lejos y para regresar será un problema.

—Claro, regálame tu celular.

Intercambiamos números, me besó en la frente y antes de darme la vuelta.

» ¡Vero! —estaba a dos metros de distancia—. Te llamaré, apenas salga de la función si es que me concentro. —volví a sonreír.

—Esperaré tus llamadas. —Si sigue igual, llamará a cada rato.

—¡No se te ha olvidado! —gritó.

Retomé el camino, llegué a la sala de cine, quedé pensando con eso de «no se te ha olvidado». Retrocedí más de cuatro años, él siempre realizaba muchas llamadas, supongo que se refería a eso, mi subconsciente me traicionó, recordé cómo era su comportamiento posesivo.

Apenas me senté, no había pasado ni tres minutos cuando se acabó la película, para mis amigos fue momento de burla, tocará comprarla para ver el final en la casa. De regreso dejamos a Raúl en su apartamento, nos dirigimos sin prisa, en silencio absoluto a nuestra residencia. Cada una en sus pensamientos, hablamos al mismo tiempo.

—El Flaco dice que le llamaste la atención —comentó.

—Me encontré con Juan. —ella abrió los ojos y yo arrugué mi cara—. ¿De quién hablas tú?

—¿Te encontraste con Juancho Márquez? —sonreí.

—Sí, lo vi más maduro.

—¿Por eso te demoraste y te perdiste la película? —asentí.

—Fue por mera casualidad, quedó en llamarme.

—No demorará en hacerlo.

Afirmé, habíamos llegado al garaje donde Lorena guardaba su carro, de ahí hasta nuestro apartamento son dos cuadras.

» Y ¿cómo está? ¿Siguen siendo ricos? —Era incorregible, sonó el celular. Ignoré sus preguntas y contesté la llamada; era Juan—. Bueno ya va la primera si no ha mejorado esa parte de intensidad, antes de acostarte te llamará mínimo tres veces, sino demoras horas en el teléfono. —Le saqué la lengua, ella tenía razón.

—¡Cállate!

Dije en voz baja, sonrió mientras tecleaba el botón verde para contestar. Lorena acertó en la segunda parte de su comentario, hablé con Juan más de media hora y terminé aceptando la invitación del viernes en su casa, por motivo de un buen negocio con el mejor socio de su padre. Imaginé a la crema innata del gremio de la construcción.

—Confirmado, ¿entonces el viernes? —preguntaba por enésima vez.

—Sí, y recuerda que llego acompañada.

Era mejor tener un escudo, quien sabe sus intenciones, Raúl era el mejor en hacerse pasar por mi novio. Ya lo hemos hecho antes.

—No lo recalques, por favor.

Sonreí mientras me quitaba la ropa y me ponía pijama, mañana era día de universidad.

» Mi madre se pondrá muy feliz de volver a verte.

—Salúdala de mi parte, por favor. —intercedió mucho por él cuando terminamos.

—Bueno, nos vemos el viernes. —dijo, pero no colgó.

—Ya te dije que sí.

Terminé la llamada, luego el portátil, debía terminar un trabajo. La semana transcurrió como siempre. Las clases en la universidad, tenía varios temas adelantados al igual mis proyectos. Mañana era la reunión en casa de Juan y no he hablado con el Flaco para que me acompañe.

En el grupo de baile estamos organizando una presentación para la cláusula de graduación. No nos hemos visto en la semana, anda corriendo con su tesis. Espero verlo hoy.

—¡Hola, mi Vero! —Raúl puso su morral a un lado, llegaba al salón de baile—. Me cambio y hablamos.

—Andas perdido. —Le contesté.

—Estresado, la semana ha sido muy dura con lo de la tesis, salgo de ella y ahí si te presto atención.

Lo seguí hasta el camerino, los compañeros ya practicaban los últimos pases antes de la llegada del profesor.

—Necesito que estés desocupado para mañana, y no acepto un no por respuesta.

—¿Y eso?

Se ve tan varonil, para nada demuestra su gusto sexual. Si su padre se entera de su homosexualidad, le quita el apoyo económico y sentimental. Ese era el verdadero calvario de mi mejor amigo, el temor a que lo descubra su padre.

—Me invitaron a una reunión, Lorena no puede acompañarme porque viajó, regresa el sábado en la mañana.

—Vero…

Salió del camerino, el profesor llegó en ese instante para impartir la clase. La música comenzó, estamos realizando un mix de música dominicana en las que el merengue y la bachata han jugado un papel importante, pasábamos de un género al otro. Raúl bailaba increíble, nos comprendemos muy bien.

No me veo bailando con nadie más, en las fiestas de la universidad he bailado con varios compañeros, pero no era lo mismo. Nos concentramos en la coreografía. En el intervalo de descanso retomamos la conversación.

—¿Es importante la reunión? —afirmé y negué al mismo tiempo.

—No mucho, solo que no quiero hacerle el desaire. Nos vemos en la entrada del conjunto, hacemos acto de presencia, máximo una hora, y lo más crucial, ¿te puedes hacer pasar por mi novio?

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