—Al cuartel —me sonrió. —Eso es lo tuyo, yo seguiré con los negocios, estoy respondiendo como papá. Espero no meter la pata, aunque mi tocayo me ayuda. —Enrique vigila todo. —afirmó. Al llegar a la sala vi a mis amigos. Y como si me entendieran. Los mayores se levantaron, mientras que Sergio, Jacobo, Gregorio y Cristofer se quedarán cuidando a sus madres y a hermanos. Por otro lado, comenzaron a seguirme Milena, Isaac, Augusto, Sebastián y Demetrio me siguieron. Menos mal Dayana se quedó, suele ser un poco pegajosa. Seguimos a mi tío hasta llegar al despacho, luego al ascensor. Fue increíble el ascensor lineal, al llegar al lugar donde mi padre y mis tíos se pierden horas organizando los operativos para los que trabajan con el gobierno de Estados Unidos. Hace meses descubrimos lo que hacían cuando Milena logró clonar al computador de tío Simón. Aparentemente con su programa fue una entrada por salida, pero la verdad era que ella creó un puente y hemos estado conociendo la vida de
La puta tercera bodega estaba llena de hijos de puta, si nos dejábamos ver aquí se armará la nueva película de masacre sin fin. Y lo primero que harán los que estén arriba es matar a Lupe y a mis sobrinas. —Arnold, no podemos entrar como los putas, Bad Boys porque, las matarán. —¡¿Crees que no me di cuenta?! —miró la estructura—. Con quince años menos escalaría —sonreí. —Viejo estás tú. —Le dijo Rino. —¿Consejo? —Los miré. —Se requiere la ayuda de un amigo. —dijo, le dijeron que su mujer está viva y volvió a ser el loco de siempre. —Rata, tenemos como cincuenta hombres en la planta baja, requerimos apoyo, mientras algunos festejan nosotros debemos correr a la última habitación. —dije. —Vamos en camino, vayan abriéndose paso poco a poco. Eso fue lo que hicimos, nos dividimos, cada uno iba durmiendo, a mí se me estaban acabando los somníferos, terminaré matando. Mojón y yo nos quedamos escondidos escoltando a Rino, lo miramos y se aventuró a subir las escaleras. Cuando subió habl
Victoria dormía en su cuarto, fue canalizada y sedada. Verónica permanece a su lado al igual que Liam quien le ha untado pomadas en los hematomas, cada vez que se le seca la crema, vuelve a echarle. Le dio mucha rabia y tocó explicarle que un hombre malo lo hizo, que hay hombres muy malos que golpean, él es muy inteligente, pero ciertas actitudes de conducta a él le cuestan entender. Dante y Enrique se sentaron a mi lado en el mueble que hay en el cuarto de mi hija. —Gracias hijo, nos salvaste. —Fue el equipo papá —los abracé. —Papá, he estado respondiendo tus correos de trabajo. —Gracias Enrique. Lo tuyo no es la adrenalina. —No de la manera de Dante. —Pero eso no te exime del castigo que desde hace años les tengo reservado, aunque aún les falta 5 años para hacerlo. —¿Un castigo guardado desde hace tantos años? —miré a mi hijo mayor y afirmé. —Así es —dije—, y donde están involucrados todos, ¿lo recuerdan? —Pensé que se te había olvidado —ahora miré a Enrique. —Pocas cosas
Veo a mi esposa terminar de arreglarse, sus cuarenta y cuatro la tienen más buena que nunca, un poco más entrada en carnes, pero que en nada le quedan mal, sigo deseándola y sigue parándome la verga como solo ella puede hacerlo, seguimos culeando de todas las maneras posibles.—Deja de mirarme con ganas de comerme que no tenemos tiempo, deja de ser morboso. —sonreí—. Y esa sonrisa de madurito buenote en potencia no te alcanzará para abrirme de piernas esta vez.—No he dicho nada. —sonreí—. Con el mañanero de esta mañana me conformo. —giró en su eje para mostrarme que es una hermosa mujer cuarentona y yo un cincuentón.—Sigues siendo la mujer más preciosa que hay sobre la faz de la tierra.—Gracias. —La vi entristecerse—. A papá le hubiera encantado ver la graduación de sus nietos.—Ley de la vida Hermosa, me preocupa mamá, se ve triste desde hace dos años que murió mi suegro.—Sí. —A Verónica le dan duro las muertes—. Pero bueno, el hecho que ahora todos hagamos las festividades en La
Veo a mi mujer en el balcón de la casa, debe ser la vejez, pero le gusta levantarse temprano para mirar a nuestros nietos mayores jugar en los corrales. Besé su cuello y la abracé por la espalda. —Hola, Cielo. —Se aferró más a mi abrazo. —¿En qué piensas? —Honestamente, en la maravillosa vida que he tenido a tu lado durante todos estos años. Se giró y vi su rostro, ver el paso de los años en ella me hacen sentir alagado, se quedó a mi lado. —Yo agradezco que esos bellos ojos miel siempre brillaron al verme. —Has sido un hombre honorable, boca suelta y sucia… —Pero te encanta que aún te hable de esa manera. —sonrió—. Tú decías que a mis sesenta años no se me paraba y mira que aun mi verguita y yo te hacemos voltear los ojos. —Verónica se tapó el rostro y negaba —Tantos años y aún me ponen colorada tus palabras. —¿No ha sido así?, este viejo que ya entró en la tercera edad como me dijeron los descarados de Dante y Enrique. —ahora su carcajada fue más notoria—, no te cuento mis p
—¡Lorena llévame!Le insistí por enésima vez. No tenía nada que hacer, andaba aburrida en la casa. La universidad suspendió clases como por variar y ni de fundas me iba para la finca, visitar a papá con su habitual mal genio. Desde la muerte de mamá todo cambió y no quería incrementar su nostalgia al verme, según me parezco mucho a ella… Y la verdad no quería por el momento ser la causante de un dolor para él.—No es una fiesta para ti Vero, ya sabes cuál es el mundo en donde me muevo.Dejó de maquillarse, se giró quedando de frente, podía verla a través del espejo del tocador. Solo tenía su ropa interior puesta de encajes como le gustaban a los clientes «según ella».—¿Todas tus fiestas terminan mal? —Me senté en su cama.Mi compañera de apartamento era una linda modelo que estaba siendo reconocida en el mundo de prepagos. Estudiaba Bellas Artes, aunque quién sabe cuándo la termine. Tenía un cuerpo formado por el cirujano, con un corazón muy noble, pero con mala extraña cabeza y algo
La verdad me dolía mucho la muerte de mi perro, como para ponerle a pensar en el tal don ese.—Está un poco apenada, pero no quiere verte morir de hambre. —Nos sentamos en la cama y comenzamos a comer, a pesar del desánimo ingerí los alimentos—. Vero no te enojes, sabes que no lo soportará. Ella estaba feliz por estar con el duro de los duros.—A mí qué carajos me interesa con quien ha estado.—Sabes que te quiere mucho, jamás ha permitido enrolarte con esos patanes con quien sale. No te ha llevado a sus fiestas de narcos. Eso es lo más importante, la forma en cómo te demuestra cuan valiosa eres para ella.—Es un mundo muy sucio Raúl, la verdad ya no sé qué hacer para alejarla de esa vida. He aprendido cinco idiomas porque ella cada dos por tres se decepciona con amores, entonces decide cambiar y hacer algo diferente, yo le patrocino, pero su problema, ¡nunca termina!La expresión de su cara me dio a entender que comprendía. A él lo ha metido en un centenar de viajes para luego dejarl
Vi el nerviosismo en ella.—Hay muchos carros con hombres, iba a ser una audiencia solo con mujeres —susurró.Salimos del auto, guardé las llaves en el bolsillo trasero del pantalón. Un señor delgado, alto, rudo, algo atractivo, con jean, botas y camisa manga corta de cuadros dejaban ver su buen estado físico aparte de sus tatuajes, tenía el cabello negro en un corte militar, sus ojos eran negros. Estaba armado, llegó a nuestro lado. Nos preguntó nuestros nombres, bueno peguntó el mío, a Lorena ni la miró, supongo que la conoce.—Me llamo Verónica Vásquez. —metí las manos en los bolsillos del delgado busito blanco.—¿Vásquez qué? —levantó una de sus cejas, luego miró a Lorena.—Verónica Vásquez Benítez, ¿algo más?Comprobó una lista, al no verme registrada apuntó mi nombre con su bolígrafo metálico, un poco más grueso de lo normal. El silencio fue incómodo o ¿así serán estos protocolos? Al ver el rostro de Lorena lo supe, esto no era normal. Un par de ojos negros me escanearon de pies