Capítulo 422
Cuando Juan salió de la habitación, los ojos de Celeste brillaron con admiración. Se acercó un par de pasos, observándolo de arriba abajo, y exclamó sorprendida: —¡Qué guapo! Te queda perfecto, la ropa te sienta como anillo al dedo.

Juan se sintió un poco avergonzado por los elogios, pero antes de que pudiera decir algo, Celeste agregó con un tono burlón: —Lástima que no sé qué mujer afortunada se va a beneficiar de todo esto en el futuro.

Juan no pudo evitar sentirse avergonzado.

Celeste soltó una risa burlona, tomó su brazo y dijo: —Vamos, te llevaré a ver si encuentras alguna señorita guapa, a ver si te consigo una esposa.

Veinte minutos después, llegaron a la entrada del hotel más lujoso de Solestia, el Palacio de Oro.

Juan y Celeste se bajaron del coche, y Quirino y Clarisa, que ya los estaban esperando ansiosos, se acercaron de inmediato.

—¿Por qué tardaron tanto? ¡Nos han hecho esperar por una eternidad!, se quejó Clarisa con molestia evidente.

Mientras decía esto, sus ojos refl
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