Capítulo 424
Al recordar que Juan se había atrevido a abofetearla antes, Clarisa deseaba con todas sus fuerzas que Benigno lo pusiera en ese momento en su lugar de manera contundente.

En la planta baja.

Juan ya había terminado de comer una buena cantidad de comida.

Se limpió la boca y le dijo a Celeste: —Hermana, ese tal Benigno todavía no aparece. Creo que mejor deberíamos irnos.

Justo cuando Celeste estaba a punto de responder, una carcajada alegre se escuchó desde la distancia: —Disculpen, llegué un poco tarde, amigos.

Juan giró la cabeza y vio a un joven vestido con un elegante traje blanco y un reloj de edición limitada. Medía cerca de un metro ochenta, y con su aspecto apuesto y voz suave, elevó el ánimo de toda la sala en un instante.

—¡Llegó, Benigno está aquí!

—Benigno, ¡qué guapo estás!

—¿Benigno, puedo invitarte a bailar?

La aparición de Benigno causó una profunda admiración entre los presentes, con saludos y reverencias por parte de todos. Incluso algunas mujeres no pudieron evitar gri
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