Capitulo 780
La lluvia seguía cayendo intensamente, tan torrencial que era difícil de ignorar. Aunque algo inusual, era comprensible considerando que era la temporada de la renovación de las estaciones.

Juan movió ligeramente las orejas, captando de repente un eco distante: risas infantiles que resonaban brevemente desde un callejón cercano, como si un grupo de niños jugara al escondite.

Poco después, mientras terminaba su copa de vino, llegó hasta sus oídos un ligero murmullo femenino, suave y quebradizo, como un llanto contenido. Juan permaneció indiferente. Luego, un sonido seco, un fuerte tosido seco de un anciano, se perdió en la distancia.

Era importante recordar que el pabellón de Juan estaba ubicado en la esquina más alejada del lado este, al final de un callejón sin salida.

Juan dejó a un lado su copa, se sirvió otra y salió de la casa. Abrió la puerta y, de repente, el agua de la lluvia parecía teñida de rojo, como torrentes de sangre. Pero en un breve parpadeo, todo volvió a la normalida
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