Capítulo 400
De repente, más de una docena de hombres armados irrumpieron en la sala, apuntando sus rifles directo hacia Juan, los cañones negros parecían listos para disparar en cualquier momento.

—¡Lizardo! —exclamó Celeste, pálida de terror.

Lizardo levantó la mano, interrumpiéndola, mientras sus sombríos ojos se clavaban en Juan. —Escucha, muchacho, te daré una oportunidad. Si te arrodillas ahora mismo y pides disculpas tanto a mí como a mi hijo, te perdonaré en este instante la vida.

—Sé que eres fuerte, pero no olvides que aquí, estás en mi territorio.

—Sí, sí, Juan, arrodíllate de una vez por todas o haré que mi padre te mate— gritó Francisco, lleno de emoción y arrogancia.

—¿Es eso lo que crees? —Juan soltó una pequeña carcajada, su rostro permanecía estar sereno. —Lizardo, te daré una oportunidad. Si tú y tu hijo se arrodillan ahora mismo y se disculpan ante mi hermana y ante mí, olvidaré todo lo ocurrido.

—¡Juan! —Celeste estaba aterrorizada.

No podía creer que, en una situación tan críti
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