Capítulo 402
Al ver que su hijo seguía parado allí sin decir nada, Lizardo, enfurecido, le dio una fuerte bofetada en la cara: —¡Maldito inútil! ¡Todo esto es culpa tuya!

Francisco salió volando por el golpe y cayó al suelo, con un fuerte zumbido en los oídos, quedando inconsciente al instante.

—Ya basta de hacer teatro— interrumpió Juan. —Hoy solo te doy una advertencia. Si vuelves a cometer otro error, no tendré misericordia alguna.

—¡Sí, claro! —Lizardo, temblando de miedo, se golpeó el pecho varias veces para asegurarse: —¡Instructor Principal, puede estar tranquilo! De ahora en adelante, si me dice que vaya al este, no me atreveré a ir al oeste. Seguiré todas sus órdenes al pie de la letra.

Fuera del campamento, Celeste notó que Juan llevaba mucho tiempo adentro sin dar señales de vida. Preocupada, decidió hacer una llamada: —Abuela, acepto sus condiciones, pero necesito que la familia Abarca me ayude a rescatar a alguien.

Poco después, un automóvil con placas de Solestia se detuvo justo frent
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