Después de separarse de Tiberio, Juan salió apresurado y se encontró con Celeste: —Hermana.—¡Juan! ¿De verdad estás bien? ¿Lizardo no te hizo nada? —Celeste exclamó con evidente alivio y alegría en su bello rostro.—Estoy perfectamente, —respondió Juan con una ligera sonrisa. —Lizardo no me hizo nada, la verdad es que fue bastante razonable.Celeste lo miró detenidamente durante unos largos instantes, asegurándose de que no había sufrido ningún daño, y luego soltó un profundo suspiro de alivio.—¿Será que fue por Quirino que Lizardo lo dejó ir? —pensó para sí misma, con una cierta sensación de duda.Justo en ese momento, Odón y Quirino salieron del campamento con la cabeza baja y una expresión claramente derrotada.Especialmente Quirino, cuyo rostro mostraba una evidente frustración.Antes de entrar, Quirino estaba seguro por completo de que, una vez que Lizardo supiera que él era un miembro candidato de La Orden del Dragón Celestial, lo recibiría con respeto y amabilidad.Sin embargo
—¿De verdad? —Celeste se quedó asombrada.Odón, al darse cuenta de que si no habían sido ellos quienes liberaron a Juan, el plan de la familia Abarca corría un gran peligro, se apresuró a intervenir: —¡Muchacho, no seas desagradecido! Si no fuera por nosotros, hablando con Lizardo, ¿cómo crees que habrías salido tan campante?Había planteado la misma duda que rondaba la mente de Celeste.Con un tono de voz seguro, Juan respondió: —Es muy simple. Mi influencia es mayor que la de Lizardo, por eso no se atrevió a hacerme nada.—¿Tu influencia es mayor que la de Lizardo? ¿Tan importante te crees? —replicó Quirino con desprecio.Juan, con absoluta seriedad, pronunció cada palabra con claridad: —Soy el nuevo Instructor Principal de La Orden del Dragón Celestial.Al terminar de hablar, el silencio inundó el ambiente.Los tres lo miraban con total incredulidad.Tras unos segundos de incertidumbre, Quirino estalló en carcajadas: —¡Jajajaja! ¡Esto es lo más gracioso que he escuchado en toda mi v
En ese momento, el rostro de Odón se cubrió de sudor, y su mirada hacia Juan estaba llena de temor y miedo. .Si no recordaba mal, Juan había mencionado que él mismo era el nuevo Instructor Principal de La Orden del Dragón Celestial. En aquel momento, todos pensaron que estaba presumiendo y no lo tomaron en serio.Pero ahora, con la noticia transmitida por la emisora militar, confirmando que el nuevo Instructor Principal de La Orden del Dragón Celestial llevaba el apellido González, no había manera alguna de que no se sintiera aterrorizado.Al ver la reacción de Odón, tanto Quirino como Celeste también comenzaron a atar cabos sueltos, y sus miradas estupefactas se fijaron en Juan. Odón, tratando de no perder la compostura, respiró profundamente antes de decir: —¿Tú eres realmente el Instructor Principal de La Orden del Dragón Celestial?Juan, con un tono de voz tranquila, respondió: —Ahora ya pueden creer en mi identidad, ¿verdad?Odón quedó paralizado por el miedo.Celeste estaba des
—¿Muchacho, dices que eres el hermano de esta chica? ¿O acaso tienen una relación más cercana? —Filiberto, de la familia Abarca, soltó con sarcasmo una risa burlona.Sin mediar palabra, Juan levantó la mano y le propinó una bofetada tan fuerte que lo hizo caer al suelo.Todos quedaron boquiabiertos. Nadie podía creer que Juan hubiera golpeado con tanta fuerza a alguien de la familia Abarca frente a todos.Incluso Celeste estaba completamente asombrada.—¡Juan, ¿qué estás haciendo?! —Odón exclamó, atónito.Filiberto se levantó, aún aturdido, y con una mano en la mejilla, le recriminó incrédulo: —¿Tú… te atreviste a golpearme?Con un tono de voz segura y sin dudar, Juan respondió: —Eres mayor, pero te has atrevido a insultar a un joven sin razón alguna. Esta bofetada es solo un pequeño castigo por tu falta de respeto.Clarisa, la hija de Filiberto, furiosa, gritó: —¡Tienes mucho valor para golpear a mi padre en nuestra propia casa! No es de extrañar que seas tan salvaje como Celeste, ¡am
Al terminar de hablar, una poderosa e invisible aura de intimidación emanó del cuerpo de Juan, dejando a los miembros de la familia Abarca sin palabras, demasiado sorprendidos como para atreverse a responder.Celeste, mordiéndose el labio, finalmente respiró hondo y dijo: —Juan, está bien, no sigas. Al fin y al cabo, ellos siguen siendo aún mi familia.—Aunque no me hayan tratado bien, no puedo ser injusta con ellos, —añadió con un tono de voz tranquila.Al escuchar esas palabras, los miembros de la familia Abarca suspiraron de alivio y alegría.Realmente temían que Celeste decidiera marcharse, ya que la familia Abarca había prometido casar a Celeste con la familia Landa. Y la influencia de la familia Landa en Solestia era mucho mayor que la de la familia Abarca, lo que los hacía imposibles de ofender.Juan, sin embargo, refunfuñó. Pero, si su hermana estaba decidida, no le quedaba más opción que respetar su decisión.Al percatarse de la situación, el rostro de la abuela Abarca se sua
Habían pensado que Juan era un rival extraordinario, pero al enterarse de que era un simple mantenido, un hombre que dependía de las mujeres, se dieron cuenta de que era un inútil.—¡Estás acabado!, pensaron en ese momento todos, convencidos de que, una vez que Benigno pusiera sus ojos sobre Juan, este no tendría ninguna oportunidad de sobrevivir. Incluso Celeste no podría protegerlo de la ira de Benigno.Mientras tanto, Juan, después de ayudar a Celeste a trasladar sus cosas a su nueva villa, no pudo evitar preguntarle: —Hermana, ¿qué estás pensando? ¿Por qué decidiste quedarte con la familia Abarca?Celeste, al entrar en la villa, se quitó despreocupada los zapatos, dejando al descubierto sus delicados pies desnudos. Esa imagen hizo que el corazón de Juan latiera con demasiada fuerza y su sangre corriera más rápido por su cuerpo.Pareciendo darse cuenta de su reacción, el rostro de Celeste se sonrojó un poco, pero mantuvo su tono juguetón: —Juan, ¿acaso crees que me quedé en la famil
Juan casi escupe sangre, frustrado exclamó: —¡Hermana, ya basta!En este mundo, tal vez solo sus hermanas podrían permitirse bromear con él de esa manera.Celeste, con una expresión de sorpresa divertida, comentó: —Hoy en día, una persona virgen es más rara que un animal en peligro de extinción.Molesto, Juan le respondió enojado: —¿Y tú qué? ¿Acaso ya has tenido relaciones con alguien?—¡Claro que no! —Celeste respondió sin rodeos, —Ni siquiera he tenido novio, y mucho menos me han perseguido los hombres.—¿Cómo es posible? —preguntó Juan, verdaderamente sorprendido.Su hermana era demasiado atractiva, tanto en rostro como en figura. Era difícil creer que ningún hombre hubiera intentado enamorarla.Con una sonrisa algo traviesa, Celeste explicó: —Cuando estaba en el ejército con mi padre adoptivo, una vez derribé a un hombre de doscientos kilos. Desde entonces, nadie ha tenido el valor de acercarse a mí.Juan en ese instante no pudo evitar quedarse sin palabras.La fuerza de Celeste e
—Justo tengo un poco de hambre, creo que cazaré algo para comer— murmuró Juan mientras recorría el bosque, buscando alguna presa.En el otro extremo del área de caza, un anciano se detuvo, acompañado por una joven vestida de negro, con una expresión decidida, y un corpulento guardaespaldas que los seguía de cerca.—Abuelo, ¿a qué me has traído aquí? —preguntó la joven.Era una mujer de rostro fino y delicado, pero su porte indicaba la dureza de alguien entrenado en las artes marciales.—Delfina, siempre me has reprochado en no dejarte pelear contra extraños ni dejarte salir a probar tus extraordinarias habilidades. Hoy te voy a poner a prueba— respondió el anciano mientras se agachaba para recoger una pequeña piedra del suelo y se la entregaba.—Si logras darle a una presa en movimiento con esta piedra y traérmela, estaré tranquilo y feliz, te dejaré con agrado salir a recorrer el mundo.—Eso no es tan difícil, solo es cuestión de precisión y técnica— dijo Delfina con mucha confianza.