Capítulo 399
Al escuchar las palabras de consuelo de Juan, Celeste esbozó una dulce sonrisa.

Sin embargo, después de dudar un instante, sacó apresurado su teléfono y envió un mensaje de texto.

Dos horas más tarde, ya cerca del mediodía, el grupo finalmente llegó puntual al campamento militar de Villa del Solís.

Celeste, con un tono de advertencia, le dijo: —Juan, cuando entremos, por favor no digas nada inapropiado. Intenta no provocar a Lizardo. Deja que yo me encargue de todo.

Juan sonrió, aunque su sonrisa escondía una ligera intención que no se revelaba a simple vista.

Si Lizardo se mostraba razonable, Juan estaría dispuesto a darle una oportunidad. De lo contrario, no veía necesidad alguna de hacerlo.

En la entrada del campamento, se erguían imponentes tropas, vigilando el lugar como si fuera una fortaleza inquebrantable, protegiendo el área en un radio de varios kilómetros.

Cuando Juan y Celeste llegaron a la puerta del campamento, fueron detenidos por varios soldados armados que les apuntaro
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