Capítulo 384
Su rostro se sonrojó de inmediato.

Después de todo, era la primera vez en su vida que tenía un contacto tan íntimo con alguien del sexo opuesto.

Sin embargo, al recordar que el hombre frente a ella era su amado hermano Pierdrita, se sintió algo feliz en su interior.

Marta acercó con delicadeza su oído al pecho de Juan, escuchando atentamente los latidos de su corazón, y luego verificó detenidamente su respiración. Al notar que su estado parecía haber mejorado, una gran alegría la invadió por completo.

Esto significaba que, a pesar de lo torpes y desesperados que habían sido sus intentos anteriores, en realidad habían dado resultado.

Solo entonces Marta notó que la luz a su alrededor empezaba a desvanecerse poco a poco.

La luz se filtraba entre las grietas de la pared rocosa sobre sus cabezas.

—Parece que está anocheciendo—, murmuró.

Con un poco de miedo, echó un ligero vistazo a su alrededor, luego miró a Juan, y finalmente, armándose de valor, comenzó a cojear mientras seguía el curso
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