Capítulo 383
Al ver el estado crítico de Juan, el corazón de Marta se hundió por completo.

En ese momento, el pánico la invadió, pero más que nada sentía un miedo profundo.

Había tardado tanto en encontrar a su hermano Pierdrita, ¿cómo podría aceptar perderlo ahora?

—¿Qué hago?, ¿qué hago? —murmuraba, mordiéndose los labios con mucha fuerza, sin saber qué hacer.

Justo entonces, sonó la alarma de su teléfono. Marta, como si despertara de un largo sueño, tomó el teléfono temblorosa y dijo: —¡Es cierto! Puedo llamar para pedir ayuda—.

Sin dudarlo dos veces, marcó el número de emergencias y pegó el teléfono a su oído.

Pero en ese instante, la llamada se cortó con un simple tono de desconexión.

Al mirar la pantalla, se dio cuenta de que su teléfono no tenía ni una sola barra de señal.

De pronto recordó que estaba en lo más profundo de un abismo de mil metros, un lugar donde las señales telefónicas no podían llegar en lo absoluto.

Esa amarga realidad casi la hizo desmayar. Con mucha desesperación, comenz
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