Capítulo 122
Ese hombre originalmente le pertenecía a ella, pero desafortunadamente, ella abandonó a Juan y lo echó.

De lo contrario, hoy Laura, como esposa de Juan, también podría haber disfrutado de esta interminable gloria.

Volteó la cabeza para mirar a David a su lado, solo para ver que David se encogía entre la multitud, temblando como un temeroso ratón que no se atreve a ver la luz.

Ahora Juan es admirado y respetado por todos.

En cambio, David hace el ridículo, resultando insignificante para todos.

La diferencia entre estos dos hombres es realmente abismal.

Finalmente, Diego llevó a Juan ante Marta: —Maestro curandero, ella es Marta, la nieta del señor Díaz.

Él no sabía que Juan y Marta se conocían, simplemente los estaba presentando por cortesía.

Juan tomó una copa de vino tinto y la levantó directo hacia Marta: —Marta, ¿cómo estás?

Marta, con una expresión compleja, levantó su copa sin decir una sola palabra, mirando a Juan con gran asombro, incredulidad y, sobre todo, arrepentimiento.

—Ma
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