Capítulo 121
En ese momento, Marta sintió como que le faltaba el aire.

Los dos roles de Juan, como el campesino que conocía y el médico prodigio, se estrellaban en su mente,.

No podía creerlo.

Ni tampoco aceptarlo.

Pero la realidad estaba frente a ella, obligándola a admitirlo.

Dio varios pasos tambaleantes hacia atrás, casi perdiendo el equilibrio.

Nunca en sus sueños más locos habría imaginado que el médico milagroso que había estado buscando desesperadamente resultara ser Juan.

Su mente estaba inundada de recuerdos de todas las veces que se había burlado de Juan, y su rostro se tornó pálido.

A su lado, Rosa tenía la boca abierta de par en par.

— ¿Ese campesino es el médico milagroso?

— ¡Esto es de verdad increíble, el mundo se ha vuelto loco!

Mientras tanto, Juan, que había subido al escenario, miró a Diego y a Patricia y dijo: —No hay necesidad de tantas formalidades, señores Diego y Patricia.

Diego se enderezó y, con una sonrisa, se dirigió a la multitud: —Señoras y señores, no han visto mal.
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