Capítulo 128
—Esta es otra bandera de agradecimiento que un paciente curado por mi maestro le regaló.

A medida que el joven asistente del impostor sacaba una tras otra las banderas, explicando con detalle toda su procedencia, todos los presentes se quedaban estupefactos.

¡No cabe duda alguna de que es un verdadero experto!

No importa si eran ciudadanos comunes o altos mandos del ejército en la capital, todos habían sido tratados sin excepción alguna por él.

Incluso Marta estaba sorprendida y comenzó a cuestionarse.

¿Podría ser él el verdadero maestro curandero?

¿Entonces qué papel juega Juan en todo esto?

La idea la asustó tanto que no se atrevió a seguir pensando en ello.

Finalmente, el joven asistente abrió el pequeño libro rojo: —Este es el certificado de práctica médica otorgado a mi maestro por la Asociación Médica de la Capital. Tiene el sello oficial de la Asociación. Si no me creen, pueden verlo ustedes mismos.

Todos se acercaron muy curiosos a mirar y vieron que el certificado era tal como
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