Capítulo 2

¿Estaba viendo bien? Sacudió su cabeza y apretó los párpados una vez más. Pensó que quizá se confundió o...

No. No se confundió.

Keyla estaba ahí. Justo frente a él. Con una enorme sonrisa en el rostro que le hizo doler el pecho.

Necesitaba verla de cerca, asegurarse que no era una alucinación más, que podía tener una explicación lógica, pues al recordar cuando su padre se la llevó estaba sin vida. Su padre lo dijo, ella murió. ¿como era posible que estuviera ahí?

No perdió el tiempo y se dió la vuelta rápidamente, yendo a la salida en donde se apresuró a las escaleras.

__ ¿Que pasa? - lo detuvo Sara, su cuñada.

__ No tengo tiempo ahora. - siguió corriendo, ella lo siguió al verlo tan alterado, pero frenó sus pasos justo al salir, no podía dejar a sus hijos solos. Joseph ni se fijó en eso cuando buscó a Keyla por todos lados, donde la vio desde la ventana no estaba, solo habían unas bandejas y más invitados o meseros, pero no ella.

__ Joseph, si no quieres hacer esto, Leonardo ya dijo...

__ Sara, esto es lo menos importante ahora. - se volteó a ella para hacerle ver que no era algo sin importancia. La boda pasó a segundo plano solo por ese momento, en donde al girarse continuó su camino, dispuesto a despejar las dudas de si tomar tanto ya le había hecho daño.

Caminó entre los invitados que ignoró al querer felicitarlo. Pasó de largo con todos, incluso cuando su casi suegro quiso presentarlo con sus socios. Sin importar nada más que su objetivo.

__ Joseph. - le habló Adrián con su grupo de amigos. - ¿Que ocurre?

__ Adrián...es Keyla. - dijo de golpe.

__ ¿Que? - su hermano se apresuró a él, pero este no se dejó tocar. Apenas podía respirar, no tenía la capacidad de razonar otra cosa que no fuera lo que acababa de ver.

__ Es Keyla. - dijo una vez más, dejando a su hermano perplejo ante tal nombre. - La acabo de ver.

__ Joseph, ella... Keyla está muerta. - aunque le incomodara decirlo, era lo que sabía, lo que sabían todos. Lo creyó borracho, pero este no se dejó convencer. - Vamos arriba. Cálmate y no...

__ Adrián, sé lo que vi...no estoy alucinando. - se defendió.

__ ¿Que pasa? - el mayor de los tres llegó y Adrián no supo que decir. No podía explicar lo que su hermano dijo.

__ Leonardo, vi a Keyla. Juro que la vi. - no quiso creer que estaba perdiendo la cabeza.

__ Le digo que eso no es posible. - interfirió Adrián.

__ Ryan. - habló Leonardo al consejero que se acercó rápidamente. - Atrasa un poco más la boda.

__ Que la cancelen de una vez. - exclamó Joseph sin interés alguno. - O lo que quieran, ahora no me interesa más que encontrar a Keyla.

__ Joseph ¿cuánto has tomado? - le cuestionó su hermano.

__ ¡Joder, que no estoy borracho! - elevó la voz llamando la atención de muchos.

Siguió su búsqueda, con sus hermanos a cada lado tratando de no hacer el alboroto que este pretendió.

Revisó todas las mesas, miró a cada uno de las mujeres vestidas con ese traje característico de su trabajo en el banquete que les hizo pensar a sus hermanos que en verdad estaba muy borracho.

__ ¡Carajo! ¿A donde fue? - su pregunta no fue respondida por nadie y esa desesperación que llevaba mucho tiempo de no sentir, cubría cada minúscula parte de su sistema.

Por más que repasara el lugar con la mirada y se moviera entre la multitud no logró nada, llegando a ofuscarse por no tener la certeza de lo que había visto y que todos dejaran de verlo como si estuviera loco.

__ La novia. - avisó Adrián a sus hermanos cuando vio a una enojada Nadia, por haberle avisado que retrasaron su boda. No podían hacerle eso.

Todo estaba calculado para que en el minuto exacto ella diera su sí en el altar, los juegos pirotécnicos salieran justo en ese momento y cada preparativo tuviera su instante, volviendo todo perfecto.

Su padre trató de detenerla, pero ella estaba en búsqueda de Joseph quien cuando sus hermanos voltearon al lugar donde estaba con ellos, no lo encontraron.

Se vieron entre ellos y se dividieron para buscarlo. Solo tenían que preguntar quién detenía a las chicas vestidas de chef y darían con él.

Pero Joseph dejó esa opción, yendo a la cocina cuando vio de donde salían todos. Se retiró la corbata y la dejó en el primer basurero que vio.

Entró al lugar, encontrando a muchos cocineros vestidos de blanco, se fijó en cada figura femenina que vio, pero por más que buscó en todas las que ahí estaban, entrando y saliendo, no vió a quien buscaba.

Se dirigió al pasillo que daba a la sala, topándose con Sara, la cual con sus hijos trataba de que no hicieran un desastre.

__ Joseph, me preocupas. Te veo muy...

__ Te juro que la vi. - dijo este tratando de explicar que no estaba loco. Él sabía lo que había visto y nadie podía hacerlo cambiar de opinión.

__ ¿A quien viste? No entiendo. - les dijo a sus hijos que cuidarán al cachorro que llevaban para que se quedaran quietos y se acercó a él. - Tienes algo de temperatura, si quieres...

__ No es eso, Sara. Te juro que la vi. - insistió en lo mismo, mientras ella trató de llamar a su esposo. - No perdí la cabeza.

De eso quería convencerse él mismo.

__ No pienso eso. Pero si te...- Sara bajó el teléfono con lentitud, con la mirada clavada en la entrada del lugar.

El móvil cayó al piso, en tanto la estupefacción cubrió cada facción de su cuñada.

__ ¿Que te... - le juntó el móvil para entregarlo, antes de girarse a ver al mismo sitio que su cuñada.

Keyla iba entrando con un gesto molesto porque habían dañado uno de los platillos al transportarlos y ahora tenía que ver la forma de arreglarlo porque conocía lo exigente que era esa familia. Además no le daría la razón a esa persona que menospreciaba tanto su trabajo, aún cuando se suponía que debía apoyarla.

No podía quedar mal.

__ Lleva esa bandeja al mesón, veré qué hago. - ordenó a uno de sus empleados, tocándose la cabeza. Ese dolor de nuevo la atacó, constante y fuerte, necesitaba una de esas píldoras. En tanto Joseph y Sara no dejaron de verla en ningún momento.

__ ¡Keyla, por Dios eres tú! - dijo una mujer desconocida para ella antes de rodearla del cuello y abrazarla con tanta fuerza que sintió que la estaba ahogando.

Se quedó paralizada, mientras Sara estaba a punto de llorar, sus ojos cristalizados al separarse la delataron. Mientras Joseph no podía detener ese retumbar en su pecho. Ahí estaba. ¡Keyla estaba frente a él!

__ Pero ¿como es que...estás aquí? - preguntó Sara.

__ Lo siento, creo que me estás confundiendo. - dijo Keyla con pesar al verla así y tener que aplastar sus ilusiones.

__ Pero eres Keyla. - afirmó Sara.

__ Sí, soy Keyla. ¿Como te llamas tú? - preguntó amable, mientras Sara borró su sonrisa y Joseph no tenía idea de por qué...

__ ¿Sabes quién soy yo? - preguntó este con cautela. Ella lo observó un segundo, detalló su rostro, creciendo en ella un latido muy fuerte y su respiración comenzó a volverse un poco más pesada como sí...esos ojos los había visto en...

__ No. - dijo con lentitud. Trató de recordar, pero no hubo nada, dándole sin saberlo una estocada dolorosa a Joseph. - No te conozco. - reiteró.

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