Ver a sus hijos dormir plácidamente, ir a reuniones del colegio del mayor de ellos o ir a mostrar el apoyo en competencias escolares, oír a su esposa hablarle de cosas simples como la compra de algo en el camino, solo por que le gustó o su trabajo en el laboratorio, como también sus reuniones con grupos, debido a su cargo de primera dama. Todas esas cosas eran el día a día Marcelo con su familia. Cotidiano y simple, pero único para él, quien no quiso perderse nada, pues el tiempo volaba y sus hijos ya contaban con seis semanas y para él seguían viéndose como el primer día. Siempre se verían así. A lado del otro, vió a ambos dormir, con sus pijamas y la mata de cabello castaño, mientras su pecho se movió con cada respiro. Era maravillosa la forma en que parecían disfrutar de eso y lo mejor del caso, era que luego de comer, era lo único que hacían, dándole así la oportunidad de verlos por más tiempo. __ Entonces la cena benéfica será en dos noches. Así no interfiere con tu videoconfe
¿Que tan peligroso era un Crown? Desde años memorables la mejor manera de atacarlos siempre fueron diferentes, tratando de cubrir partes de ellos que no pudieran defender. Pero ninguna funcionó para desestabilizarlos tanto como para hacerlos perder definitivamente. Al menos no de forma letal. Pues Sara pudo caer rendida ante los brazos envolventes del hombre que mostraba su posesividad sin problemas. A ella le gustaba verlo tener ese miedo a perderla, aún cuando no pasaría, pero eso era algo tierno en un hombre que jamás se dejaba intimidar de nadie. Keyla por su parte, tenía una afición muy grande por los besos y caricias ligeras o demandantes del sujeto que pidió su mano para llevarla a la pista de baile y presumir que su esposa solo tenía ojos para él, aún cuando otros buscaban su atención. Aarón y Luisa no dejaron de verse con ese inmenso amor que nació, estuvo en pausa y tuvo su continuación cuando ambos supieron volver al otro. Marcelo a un lado de su mujer, solo admiraba
Un disparo, sus manos manchadas de sangre, la mujer que amó y lo amaba entre sus brazos, sin vida. El ruido le erizó la piel y se levantó de golpe, con el pecho ardiendo y una leve capa de sudor cubriendo su frente. Joseph vio la habitación donde estaba y se dejó caer de nuevo en la cama que lo recibió. De nuevo la misma pesadilla, una que por cinco años lo había perseguido y no lo dejaba dormir. Llenó sus pulmones con aire y se frotó la cara, decidió levantarse para ver la ciudad de Manhattan, que de noche adquiría una melancolía que él odiaba. Agradeció cuando la mañana llegó, quedó de reunirse con su hermano en casa de sus padres, al llegar vió a su pequeño sobrino corriendo por todos lados con su hermana y los rottweiler que lo perseguían a modo de juego. Aunque no tenía ánimos para oírlos de nuevo, entró al sitio donde su hermano discutía algo que cuando cruzó la puerta los dejó callados a todos. Definitivamente tenía que ver con él. __ Ya digan lo que pasa y ahórrense pala
¿Estaba viendo bien? Sacudió su cabeza y apretó los párpados una vez más. Pensó que quizá se confundió o...No. No se confundió. Keyla estaba ahí. Justo frente a él. Con una enorme sonrisa en el rostro que le hizo doler el pecho. Necesitaba verla de cerca, asegurarse que no era una alucinación más, que podía tener una explicación lógica, pues al recordar cuando su padre se la llevó estaba sin vida. Su padre lo dijo, ella murió. ¿como era posible que estuviera ahí? No perdió el tiempo y se dió la vuelta rápidamente, yendo a la salida en donde se apresuró a las escaleras. __ ¿Que pasa? - lo detuvo Sara, su cuñada.__ No tengo tiempo ahora. - siguió corriendo, ella lo siguió al verlo tan alterado, pero frenó sus pasos justo al salir, no podía dejar a sus hijos solos. Joseph ni se fijó en eso cuando buscó a Keyla por todos lados, donde la vio desde la ventana no estaba, solo habían unas bandejas y más invitados o meseros, pero no ella. __ Joseph, si no quieres hacer esto, Leonardo ya
__ ¿Quiénes son ustedes? - preguntó Keyla un tanto asustada porque las dos personas frente a ella la estaban mirando de una forma muy... curiosa.Se había topado con gente extraña, exigente, pero nunca con alguien que la llamara por su nombre, como si la conocieran. __ Keyla, amiga soy yo, Sara. - se acercó la chica. - Somos...__ ¿El apellido Crown no te dice nada? - consultó Joseph tratando de darle sentido a lo que ocurría.Keyla movió la cabeza ligeramente. __ No, creo que no. - con dudas respondió. En realidad no recordaba mucho de su vida, desde que despertó en un hospital junto a sus padres estos le dijeron todo lo que debía saber de ellos, pero cuando les preguntó qué pasó, le contaron que fue asaltada en un callejón, por poco perdió a...__ ¿Sabes que eres Keyla White? - preguntó de nuevo.__ Claro que sí. ¿Porque no lo sabría? - respondió ella. - Me están asustando. ¿que está pasando? ¿Quiénes son ustedes? La preocupación en la mirada de la chica aterró a Joseph, pues ent
La razón no la entendía, por más que analizó la situación en su mente, para Joseph no hubo más respuestas que solo lo que un ser egoísta podía hacer. Pero las palabras del padre de Keyla aún le causaban esa fisura en su pecho, aún tenían un poder extraño que ella también percibió al verlo apretar los dedos en el volante.Miró a la mujer a su lado y aunque claramente tenía algunas diferencias en su físico, era ella. Era la misma chica que le hacía problema por todo años atrás. No, en realidad estaba más hermosa. Algo distinto pero no supo qué, solo que su belleza era mucha más. Su corazón se aceleró, pero había algo peligroso en ello que creyó extinto y ahora...__ ¿Vamos a algún lado en especial? - se atrevió a preguntar, sacándolo de su ensimismamiento. Este aclaró su voz. __ ¿Alguno que creas sea especial? - preguntó él. __ No sé. Yo voy a los parques, son más...__ Naturales. - completó Joseph por ella, la chica giró a verlo y no entendió cómo supo lo que diría. No podía leer m
Keyla se vió confundida ante lo que sentía, pero continuó el beso que le dió un tipo de placer al sentirse tan deseada por ese hombre gigante que perdió el control de sus acciones, siendo ella quien profundizó aún más el beso. La lengua del mafioso entró a su cavidad y ella gimió contra su boca al tiempo que Joseph la elevó con un solo brazo para tenerla como tanto deseó. Su Keyla, esa era su Keyla. Ese beso era suyo. Como tantos que hubieron antes. Necesitado. Urgido y lleno de esa sensación de tener el mundo en una sola mano. De un momento a otro la chica cayó en cuenta de lo que sucedía y se alejó de inmediato. Sus ojos se explayaron con rapidez y su voz se perdió. __ ¿Ves? - le dijo Joseph. - Tu cuerpo sabe quién soy. __ No, esto solo...fue un impulso. - se defendió haciendo que la bajara, viendo que estaba a su altura y eso la asustó. - Solo una reacción del...__ ¿Porqué te cuesta entenderlo? Tú cuerpo lo siente, tu corazón te lo grita y tú ya crees que algo está mal con e
Joseph no dejó de verla durante el trayecto que ambos hicieron dentro del auto, ella le dió una dirección y este tenía motivos muy grandes para no desear llegar rápido.¿La dejaría ahí? No quería separarse de ella, sintió que podía perderla de nuevo, por ello frenó antes de llegar a la propiedad señalada.__ ¿Porque confías en mí? - le preguntó en cuanto el vehículo se detuvo. - Puedo estar diciendo mentiras, pero tú me llevas directo a tu casa. Keyla entendió la desconfianza. Pero aunque para él era una duda, en ella se volvió todo lo que cubrió su cabeza.__ ¿Que tanto confié en tí antes? - esperó una respuesta positiva, una sin tantas vueltas. __ Nunca confiaste en mí. - Joseph miró al frente, con esa mirada profunda pasando el camino que tenía frente a él. - Y no sabes cuánta razón tenía para no hacerlo. __ ¿Me estás diciendo que desconfíe? - cuestionó con incredulidad. - ¿No debería ser al contrario? __ Volverte a ver revolucionó todo, Keyla. - contestó el mafioso. - No piens