Un disparo, sus manos manchadas de sangre, la mujer que amó y lo amaba entre sus brazos, sin vida.
El ruido le erizó la piel y se levantó de golpe, con el pecho ardiendo y una leve capa de sudor cubriendo su frente.Joseph vio la habitación donde estaba y se dejó caer de nuevo en la cama que lo recibió.De nuevo la misma pesadilla, una que por cinco años lo había perseguido y no lo dejaba dormir. Llenó sus pulmones con aire y se frotó la cara, decidió levantarse para ver la ciudad de Manhattan, que de noche adquiría una melancolía que él odiaba.Agradeció cuando la mañana llegó, quedó de reunirse con su hermano en casa de sus padres, al llegar vió a su pequeño sobrino corriendo por todos lados con su hermana y los rottweiler que lo perseguían a modo de juego.Aunque no tenía ánimos para oírlos de nuevo, entró al sitio donde su hermano discutía algo que cuando cruzó la puerta los dejó callados a todos. Definitivamente tenía que ver con él.__ Ya digan lo que pasa y ahórrense palabrería. - exclamó con su típico humor.Leonardo, su hermano mayor defendía que no lo haría tener un matrimonio contractual, pero lo estaban presionando demasiado.__ Ya Leonardo, dime qué ocurre. - se sentó frente a él. Este aclaró su voz y negó.__ Los Duque insisten en que la única forma de unirse y ceder las rutas de Chicago, es que haya un matrimonio de por medio. - los ojos de Joseph se elevaron a su hermano. - Decliné la oferta, no pienso darte una carga así.__ ¿Que tan necesarias son esas rutas? - preguntó.__ Joseph, te dije que...__ Consejero. - intervino en el alegato de su hermano.__ Muy necesarias, señor. - expuso el consejero Ryan. - Con estas tendríamos el control de cinco ciudades, dándonos independencia total.__ ¿Que pasa si no se obtienen? - volvió a preguntar.__ Tendríamos que seguir negociando y quizá ceder algo netamente valioso para los Crown, así confiarán. - dijo el consejero.Se quedó pensativo un segundo. Ganaban independencia, pero él se echaba un matrimonio encima. Aunque las ganancias fueran muy grandes, tenía que perder.Se levantó en completo silencio y pasó el día sin dar una respuesta que su hermano tomó como un no, ya que tampoco le crearía fuerza a ese proceso. En tanto este fue a su apartamento, en donde vio las fotos que tenía de ella, Keyla, la mujer que amó y ni siquiera alcanzó a decirle que amaba.Perdió tiempo. Llenó su vaso de whisky y marcó el número de su hermano, el cual contestó casi al instante.__ Diles a los Duque que acepto. Me casaré con su hija. No está a discusión, Leonardo. Solo hazlo. - dijo antes de cortar de nuevo y revisar algunas de sus inversiones, eso era mejor que estar en estado ausente dentro de su cabeza.Durmió poco, yendo a su empresa a trabajar cuando el lunes llegó. Recibiendo los reportes de ventas en su escritorio, absorbiendo su tiempo hasta que su hermano llamó.__ Los Duque están llegando. - dijo y este comprendió que debía estar ahí.Era su deber por lo que se trasladó a la mansión Crown en pocos minutos. Llegando a la casa donde todos recibían a los Duque, pues aún cuando no estuvieran de acuerdo, serían cordiales.Joseph entró, siendo detallado por Nadia Duque, la chica que celebró internamente por haber logrado el compromiso con ese hombre de mirada atrapante. Fue su capricho desde que lo vió en un evento y le pidió a su padre no aceptar otra cosa que no fuera su matrimonio con Joseph Crown.__ Como es el deseo de mi hija, esto se hará rápido. - dijo Gustavo Duque, el padre de Nadia. - Espero que la cuides y como los tratados de este tipo, esperamos un nieto lo antes posible.La única contenta con ese pedido fue Nadia, quien se le pegó al brazo pensando en que al fin su deseo de ser la esposa de un Crown se había hecho realidad. Joseph solo puso el anillo en su dedo como si fuera algo sin importancia para él.__ Hecho esto, me retiro. Tengo cosas que hacer. - mencionó, su hermano y su cuñada entendieron, sobretodo ella, pues fue amiga de Keyla por muchos años y también sufrió su pérdida.__ ¿Cuando se realizará la boda? - consultó Gustavo. Joseph se detuvo a medio camino.__ Que Nadia lo decida. - en realidad fue lo que menos le interesó, solo quiso quitarse esa respuesta de encima.__ ¿Que tal en dos semanas? - comió ansias porque fuera aceptada, Joseph solo movió la cabeza y siguió su camino, en tanto Nadia estaba por dar saltitos de alegría. Al fin su deseo de hizo real.Mientras tanto Leonardo alcanzó a su hermano y lo acompañó a un casino donde comprendió lo enojado que estaba, pues pudo tener eso antes, pero se lo arrebataron.__ No importa ya. - dijo empinandose la botella de whisky antes de subir al vehículo que lo dejó en su casa de nuevo. Durmiendo lo poco que quedaba para que amaneciera, pues solo así podría verla un poco más.Eso siempre fue lo que intentó, tenerla por más tiempo, ya fuera su recuerdo solamente, pero al fin y al cabo, verla un poco más.Los preparativos se dieron, mientras recibió llamadas de Nadia todo el tiempo para preguntar que quería para ese día, sin embargo contestó igual todas las veces, daba igual.Quería que su trabajo le hiciera desconectarse del tiempo y lo logró, pues cuando las dos semanas pasaron este estuvo frente a un espejo en casa de los Duque, con el esmoquin listo para ese día, la corbata aún no se la ponía, por lo que siguió con su vaso, tenía que creerse que estaba a punto de casarse, algo que asimiló, pero siendo el día ya no conservó mucho interés ver lo que había afuera.Aún así se asomó a la ventana, donde vió la decoración de la zona que los Duque dispusieron para celebrar la gran boda.Una zona gigante donde todos los invitados estaban esperando y comentando que dos familias tan importantes se unirían, algo que Nadia se dedicó a que todos supieran.Las carpas donde arreglaron las mesas para los bocadillos, meseros moviéndose para no cometer errores y no ganar un grito de Nadia o su padre. Volteó los ojos ante tanta perfección en ello.Suspiró llevando el vaso a su boca, en tanto recorrió el sitio donde se casaría en unos...El rostro que martilló su mente por años le detuvo los latidos al hacerse presente en ese sitio.Una chica vestida con su uniforme de chef se dió la vuelta a tiempo que este la miró, creyó haber visto mal o que el licor le hizo una mala jugada, pero cuando apretó sus párpados para quitar la alucinación, ésta siguió ahí...era ella...¡Era Keyla!¿Estaba viendo bien? Sacudió su cabeza y apretó los párpados una vez más. Pensó que quizá se confundió o...No. No se confundió. Keyla estaba ahí. Justo frente a él. Con una enorme sonrisa en el rostro que le hizo doler el pecho. Necesitaba verla de cerca, asegurarse que no era una alucinación más, que podía tener una explicación lógica, pues al recordar cuando su padre se la llevó estaba sin vida. Su padre lo dijo, ella murió. ¿como era posible que estuviera ahí? No perdió el tiempo y se dió la vuelta rápidamente, yendo a la salida en donde se apresuró a las escaleras. __ ¿Que pasa? - lo detuvo Sara, su cuñada.__ No tengo tiempo ahora. - siguió corriendo, ella lo siguió al verlo tan alterado, pero frenó sus pasos justo al salir, no podía dejar a sus hijos solos. Joseph ni se fijó en eso cuando buscó a Keyla por todos lados, donde la vio desde la ventana no estaba, solo habían unas bandejas y más invitados o meseros, pero no ella. __ Joseph, si no quieres hacer esto, Leonardo ya
__ ¿Quiénes son ustedes? - preguntó Keyla un tanto asustada porque las dos personas frente a ella la estaban mirando de una forma muy... curiosa.Se había topado con gente extraña, exigente, pero nunca con alguien que la llamara por su nombre, como si la conocieran. __ Keyla, amiga soy yo, Sara. - se acercó la chica. - Somos...__ ¿El apellido Crown no te dice nada? - consultó Joseph tratando de darle sentido a lo que ocurría.Keyla movió la cabeza ligeramente. __ No, creo que no. - con dudas respondió. En realidad no recordaba mucho de su vida, desde que despertó en un hospital junto a sus padres estos le dijeron todo lo que debía saber de ellos, pero cuando les preguntó qué pasó, le contaron que fue asaltada en un callejón, por poco perdió a...__ ¿Sabes que eres Keyla White? - preguntó de nuevo.__ Claro que sí. ¿Porque no lo sabría? - respondió ella. - Me están asustando. ¿que está pasando? ¿Quiénes son ustedes? La preocupación en la mirada de la chica aterró a Joseph, pues ent
La razón no la entendía, por más que analizó la situación en su mente, para Joseph no hubo más respuestas que solo lo que un ser egoísta podía hacer. Pero las palabras del padre de Keyla aún le causaban esa fisura en su pecho, aún tenían un poder extraño que ella también percibió al verlo apretar los dedos en el volante.Miró a la mujer a su lado y aunque claramente tenía algunas diferencias en su físico, era ella. Era la misma chica que le hacía problema por todo años atrás. No, en realidad estaba más hermosa. Algo distinto pero no supo qué, solo que su belleza era mucha más. Su corazón se aceleró, pero había algo peligroso en ello que creyó extinto y ahora...__ ¿Vamos a algún lado en especial? - se atrevió a preguntar, sacándolo de su ensimismamiento. Este aclaró su voz. __ ¿Alguno que creas sea especial? - preguntó él. __ No sé. Yo voy a los parques, son más...__ Naturales. - completó Joseph por ella, la chica giró a verlo y no entendió cómo supo lo que diría. No podía leer m
Keyla se vió confundida ante lo que sentía, pero continuó el beso que le dió un tipo de placer al sentirse tan deseada por ese hombre gigante que perdió el control de sus acciones, siendo ella quien profundizó aún más el beso. La lengua del mafioso entró a su cavidad y ella gimió contra su boca al tiempo que Joseph la elevó con un solo brazo para tenerla como tanto deseó. Su Keyla, esa era su Keyla. Ese beso era suyo. Como tantos que hubieron antes. Necesitado. Urgido y lleno de esa sensación de tener el mundo en una sola mano. De un momento a otro la chica cayó en cuenta de lo que sucedía y se alejó de inmediato. Sus ojos se explayaron con rapidez y su voz se perdió. __ ¿Ves? - le dijo Joseph. - Tu cuerpo sabe quién soy. __ No, esto solo...fue un impulso. - se defendió haciendo que la bajara, viendo que estaba a su altura y eso la asustó. - Solo una reacción del...__ ¿Porqué te cuesta entenderlo? Tú cuerpo lo siente, tu corazón te lo grita y tú ya crees que algo está mal con e
Joseph no dejó de verla durante el trayecto que ambos hicieron dentro del auto, ella le dió una dirección y este tenía motivos muy grandes para no desear llegar rápido.¿La dejaría ahí? No quería separarse de ella, sintió que podía perderla de nuevo, por ello frenó antes de llegar a la propiedad señalada.__ ¿Porque confías en mí? - le preguntó en cuanto el vehículo se detuvo. - Puedo estar diciendo mentiras, pero tú me llevas directo a tu casa. Keyla entendió la desconfianza. Pero aunque para él era una duda, en ella se volvió todo lo que cubrió su cabeza.__ ¿Que tanto confié en tí antes? - esperó una respuesta positiva, una sin tantas vueltas. __ Nunca confiaste en mí. - Joseph miró al frente, con esa mirada profunda pasando el camino que tenía frente a él. - Y no sabes cuánta razón tenía para no hacerlo. __ ¿Me estás diciendo que desconfíe? - cuestionó con incredulidad. - ¿No debería ser al contrario? __ Volverte a ver revolucionó todo, Keyla. - contestó el mafioso. - No piens
«Mami»La palabra retumbó en el pecho de Joseph, golpeó de una forma que nunca antes creyó probar. «Mami» El niño movió su rostro y sus ojos amarillos impactaron contra los del mafioso que lo vio una segunda vez y ese orificio comenzó a sangrar en su pecho. __ Baja la jodida arma. - dijo Samuel con el brazo firme en contra del hombre que sostenía a su suegro. - Una vez más por si no...__ ¿Mami? - preguntó del mismo modo, sin darle importancia a ser el objetivo de todos ellos. - Keyla...__ Keyla, vete a la habitación. - ordenó el Comisionado con severidad. __ No le dispares. - suplicó ella. Pero no le pusieron el alías de "el lobo" por nada. __ Vete a la habitación. - para Joseph ver cómo esta le dió una última mirada fue como la confirmación que necesitó para terminar de maldecir a todos porque tuvo que darse cuenta que siempre tuvo su jodido y se lo dejó quitar. __ No me iré. Déjalo ir primero. - contestó ella con firmeza. __ ¿Me estás desafiando? - le preguntó incrédulo, pue
El auto salió de la propiedad mientras la oscuridad comenzó a caer, Keyla vio la ventana mientras su hijo quería saber porqué se mudarían de nuevo.Una pregunta que ella no pudo responder ya que desde que tenía memoria su padre se encargó de decirle que ella era la hija perfecta, algo que ella quiso mantener así. No hacer preguntas, su madre seguía de viaje, pues según ella era la única forma de mantenerse cuerda. Pero había un rechazo para su hijo en sus gestos.Imaginó que era porque le llamara abuela, porque la relación con su yerno era incluso mejor que la suya. Miró por el retrovisor y ya no supo que pasaría. Ni siquiera podía decir que si la llamaba Linda White, su madre respondería. Así que no podía decir que ella despejaría sus dudas. Joseph por su parte entró a territorio impregnado de cámaras de vigilancia, estas se activaban con el movimiento, así que tuvo que hacer uso de algunos bloqueadores para poder hacerlo.No necesitaba de más que su deducción para saber cuál era l
__ Hola, Mateo. - saludó Joseph con una sonrisa cálida hacia el pequeño que su madre llevó a su pecho. __ Hola. - respondió el pequeño como si nada. - ¿Él vendrá con nosotros? __ No, campeón. Ustedes vendrán conmigo. - aclaró el mafioso para él, mientras Keyla lo acribilló con los ojos. - Bueno, eso sí no muero en el intento. La chica quiso golpearlo al verlo tomar todo con humor.__ ¿Tienes sangre en las manos? - preguntó el niño con los ojos fijos en ese sitio. __ ¿Te da miedo? - preguntó y este negó levemente. - Pero no lo es, solo quise pintar un poco y se derramó todo. __ A mí me gusta pintar. - dijo el niño siendo muy abierto con sus emociones para Joseph. - Traje acuarelas para terminar de pintar. Como si fuera un día o momento adecuado el niño no prestó atención al llamado de su madre y solo se concentró en mostrarle a Joseph lo que había hecho. El hombre se puso de cuclillas y tomó el cuadro donde el niño tenía líneas disparejas con distintos tonos, al principio creyó q