Tres

De niña, mi padre me leía cuentos de princesas que eran rescatadas por príncipes azules. Recuerdo que imaginaba cada detalle relatado de la historia, creaba una película en mi cabeza de manera que podía vivir y sentirme parte de ella. Papá siempre se encargó de contarme de lo maravillosa que fue mi madre, cómo llegó a enamorarse perdidamente de ella y lo difícil que fue al dejarlo solo conmigo. Tenía cinco años cuando mamá falleció, la verdad no me acuerdo de muchas cosas, sin embargo lo que he escuchado de la mujer que me dio la vida me permite tener en la memoria aquellas anécdotas que no pude disfrutar en carne propia.

Oír aquella historia del amor de mis progenitores, me hicieron tener altas expectativas a la hora de buscar a esa persona que fuera la correcta para mi, no creía en las almas gemelas ni mucho menos en las medias naranjas. De hecho, no espero que mi chico ideal sea perfecto, pero si que me demuestre que a pesar de los problemas que puedan surgir en el futuro, estaremos el uno para el otro, así como mis padres.

Sin embargo, me parece un poco difícil de tener.

Detallo mi vestimenta en el espejo de la pared, antes de salir de mi habitación con los nervios de punta. Aún no le he pedido permiso a mi padre para salir, no sé que decirle sin que malinterprete la situación cuando vea a Luke. Bajo el último peldaño y sigilosamente me encamino a la cocina dónde diviso a papá cortar algunos vegetales para el estofado que tanto le encanta.

—Ummm, huele magnífico —comento acercándome a él para luego robarle un pedazo de carne.

Mi padre me reprende con la mirada al darse cuenta de lo que he hecho, desaprueba que robe de su comida. Frunce el ceño al percatarse de mi ropa, normalmente no suelo ir arreglada a ningún sitio.

—¿A dónde vas? —indaga.

Vacilo unos minutos antes de responder.

—Saldré un momento, ¿puedo? —hago un puchero y él asiente dándole un apretón a mi mejilla.

—Pero no llegues tarde, y le dices a Nora que conduzca con cuidado, eh —desvío la vista hacia el estofado que ha comenzado a hervir.

Soy pésima para mentir, por lo que no transcurre ni un minuto y mi padre se da cuenta que no saldré con mi amiga. Así que me adelanto para hablar.

—E-eh, en realidad quedé con un amigo de la universidad que... —el timbre suena interrumpiéndome.

Ladeo la cabeza hacia la puerta y antes que pueda dirigirme a ella, mi padre ya se encuentra abriendo.

Oh, no... ¡Esto no puede estar pasando!

—Buenas noches señor —saluda el rubio.

—Buenas noches, ¿qué deseas? —pregunta papá sonando serio.

Camino hacia ellos dando zancadas hasta quedar frente a Luke.

—¡Hola! —emito con mucha efusividad, demasiado para mi gusto—. Te estaba esperando.

—Sí, disculpa la tardanza, se me presentó algo antes de salir —explica educadamente.

—Descuida, entiendo —digo sonriente.

Entonces, escucho un carraspeo exagerado detrás de mi. Ladeo la cabeza viendo a papá que nos observa a ambos con intriga.

—Ah sí, te presento a mi padre —señalo.

—Luke, mucho gusto señor...

—Alexander —agrega papá estrechando su mano con la del rubio. La  aprieta con fuerza haciendo que Luke haga una mueca de dolor que simula con una sonrisa amable—. Antes de las diez, de lo contrario te haré...

Abro los ojos desmesuradamente y reacciono rápido antes que suelte su discurso de padre protector, por lo que intervengo tomando por el brazo a Luke arrastrándolo al auto que está aparcado en la calle.

—¡Adiós papá, nos vemos en un rato! —me despido entrando al interior del coche.

Suelto el aire que llevaba retenido sin darme cuenta, menos mal actué rápido, a veces mi padre suele ser un poco... peculiar.

—¿No le habías dicho con quién ibas? —inquiere Luke arrancando el motor.

—Eh, no. O sea, le comenté hace minutos antes de que llegaras —juego con mis manos sin atreverme a sostener su mirada.

—Oh, ya.

El silencio reina entre ambos durante el camino, ninguno de los dos vuelve a emitir palabra. Observo su perfil cuando detiene el auto en uno de los semáforos, recorro mi mirada desde su cabello rubio que cae en su frente, hasta bajar por la nariz respingona y marcado mentón. Su atractivo resalta a metros de distancia, con razón es conocido como el "modelo" de la universidad.

—¿Te han dicho que eres curiosa? —habla de pronto sacándome de mi escudriño.

Aparto la vista de él simulando mirar por la ventanilla, pero es evidente que ha notado como lo he estado observando.  Tonta.

—No lo soy, quizá cuando algo me gusta pero de resto no lo hago... —cierro la boca de golpe al percatarme de lo que he dicho. Por otro lado él se ríe de lo torpe que soy al habla—. O sea, quiero decir que normalmente lo soy, aunque mejor le llamaría observadora.

Cierra la boca, la estás embarrando más.

—¿Ah si? —asiento sintiéndome un poco tonta cuando se trata de él—. Interesante, me gusta.

Lo miro de soslayo sin entender a qué se ha referido con lo que ha dicho. Pero cambia el tema y no me da tiempo de preguntar que significa esas tres palabras.

—¿Puedo preguntarte algo?

Me regala una mirada furtiva para luego posarla en la carretera.

—Sí claro, adelante —asiente.

—¿Por qué me has invitado a salir? —inquiero intrigada.

La pregunta parece tomarlo por sopresa, puesto que la expresión de su rostro cambia.

—¿Por qué es extraño que lo haya hecho?

—No lo sé, quizá porque hemos compartido clases durante tres años y apenas es que me diriges la palabra —respondo encogiéndome de hombros.

—Lo siento, suelo ser distraído y estar siempre en mi mundo —dice apenado—. Pero sí sabía de tu existencia, de hecho te he estado observando desde hace algún tiempo.

Ahora es mi turno de alzar las cejas sorprendida.

—¿En serio? —asiente esbozando una sonrisa.

—Creo que la distraída es otra —comenta en tono de broma causando un ligero sonrojo en mis mejillas—. A veces pensamos que somos invisibles para el resto, que pasamos por desapercibido. Pero la verdad siempre hay alguien que nos admira desde lejos.

Siento mi corazón dar un vuelco ante sus palabras, me he quedado muda y sin saber que responder. Baja del auto y tardo en darme cuenta que hemos llegado, es un lugar un poco alejado de la ciudad. Entonces de pronto mi sistema de alarma se enciende imaginando que los casos que he visto en aquel programa de televisión son reales. Donde el hombre guapo lleva a la chica a un lugar retirado para matarla.

¡Oh no! ¿Y si Luke es realmente un asesino? No debí aceptar la salida, pero ahora no sé cómo regresar a casa sin que...

—Oye, ¿estás bien? —me mira preocupado.

Sacudo la cabeza volviendo a la realidad.

—¿Y-yo? —tartamudeo nerviosa.

—Sí, de repente te has puesto pálida y tu rostro se ha transformado a uno de miedo. ¿Te sientes bien? —asiento lentamente alejando cualquier pensamiento intruso que me hace volver paranoica.

—Sí, sí. Solo era un dolor... estomacal —miento acariciando mi barriga.

—¿Necesitas ir al baño?

¿Es en serio Eveline? Al menos sé más inteligente al mentir

—¿Qué? ¡No, no! —niego sintiéndome avergonzada por lo que he soltado.

Ahora pensará que estoy haciéndome el número dos. Maravilloso.

—Ah, bueno, ¿entonces vamos? —señala el muelle que se encuentra a unos metros de nosotros, el cuál no se por qué no me había fijado aún.

—Vale.

Después de un buen rato, hablamos de cosas triviales mientras disfrutábamos una velada agradable cerca del lago. El restaurante no es como los que están en la ciudad, este es más sencillo con un estilo un poco extravagante y retro. Al fondo canta una chica de piel bronceada que tiene una voz increíble, es una melodía suave que envuelve al ambiente de manera romántica.

—¿Te puedo pedir un favor? —habla luego de unos minutos.

—Sí, claro —lo miro dudosa.

—La razón por la que te he traído aquí es porque necesito de tu ayuda, en verdad no sé que hacer para librarme de aquel problema —explica suspirando cansado—. Y por ello recurrí a ti, creo estar seguro que me podrás ayudar. Te pagaré.

—¿Umm de acuerdo? —respondo vacilante—. Dime.

Sonríe complacido.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo