Siete

Abro los ojos desmesuradamente al darme cuenta de lo que he hecho, asustada me acerco al hombre desmayado en el suelo. Reviso su pulso para asegurarme de que siga con vida, y suspiro aliviada al sentir que aún respira. Pero debo hacer algo para que despierte, no puedo dejarlo allí tirado, sería malvado de mi parte huir luego de haberlo golpeado. Por lo que decido actuar antes que algún vecino cotilla malinterprete la situación, ya de por si es bastante complicada. Al menos agradezco que mi padre no regrese temprano a casa, me avisó que le había surgido algo y vendría más tarde. Así que tengo chance de resolver este pequeño incidente.

Agarro los brazos del hombre arrastrándolo hasta el interior del living, lo coloco en el sofá empleando todas las fuerzas para poder subirlo allí.

¿Y ahora qué hago? Piensa Eveline, piensa.

Comienzo a dar vueltas de aquí para allá, tal vez le haga un agujero a la alfombra de tanto caminar, pero no sé cómo calmar mis nervios. Intento respirar profundamente, pues de lo contrario entraré en pánico y no resolvería nada.

-Bien, llamaré a Nora -marco el número de mi amiga y a los segundos responde-. Estoy en graves problemas.

-¿Ahora qué sucedió? -pregunta sin inmutarse, no es de extrañar que siempre suelo estar en líos.

-Creo que maté a alguien -emito mordiendo mis uñas al borde de la desesperación-. Soy una asesina.

-¿Qué? -lloriqueo-. ¿Qué fue lo que pasó?

-No lo sé, todo sucedió tan rápido que golpeé al hombre que se llevó mi móvil y ahora está inconsciente en mi casa. Es una larga historia que luego te contaré -hablo rápido-. Estoy a punto de un colapso, de verdad no sé que hacer...

-Oye, cálmate. Voy enseguida.

Las manecillas del reloj se mueven lentamente, nunca había sentido tan eternas las horas, y cada minuto que transcurre es más estresante. Me incorporo rápidamente al escuchar el timbre, voy hasta la puerta y abro viendo a mi amiga.

-Al fin estás aquí -la abrazo.

-Tranquila, sea lo que sea que haya sucedido lo resolvemos juntas, ¿entendido? -asiento y me separo de ella-. ¿Dónde está?

-Allí -señalo el sofá.

-¿Aún no ha despertado? -niego con miedo a ver su reacción-. De acuerdo, usaré mis habilidades de primeros auxilios.

Se acerca al hombre y toma el rostro entre sus manos mientras la veo acortar la distancia para revisar sus ojos con una pequeña linterna que no sé de dónde rayos la sacó. Agarra el alcohol que reposa en la mesa y lo coloca en la nariz, de repente el hombre abre lentamente sus ojos mientras barre la mirada a su alrededor. Entonces al percatarse de nosotras, se incorpora bruscamente del sofá haciendo una mueca de dolor al sentir el golpe en su cabeza.

Espero no se haya formado un gran bulto.

-¿Dónde estoy...? -barre la vista a su alrededor-. ¿Y quiénes son ustedes?

-Soy Nora y ella es Eveline -me señala, por lo que sonrío forzado-. Y con respecto a qué haces aquí, bueno creo que mi amiga tiene una explicación. ¿Cierto?

Trago con dificultad al sentir la mirada del hombre clavada en mi. Busco las palabras adecuadas para no quedar como la chica que se equivocó y golpeó sin intención solo por querer defenderlo de aquel maliante. Quizá fue un tantito brusca, pero lo hice por su bien.

-E-eh bueno yo... -rasco mi cuello con nerviosismo-. Usted vino a mi casa a devolverme el móvil, pero al dirigirse a su auto se acercó un ladrón e iba a robarle. Sin embargo le gol...

-Llegó esta valiente chica y lo defendió de aquel ladrón -interviene Nora cambiando la versión de los hechos-. Si no hubiera sido por ella, créeme que no estuvieras escuchando esta historia.

El hombre cambia su expresión, parece no creer ni una sola palabra de mi amiga. Así que decido confesar la verdad, de esta manera tendré la conciencia limpia.

-Se desmayó por mi culpa, tenía intenciones de golpear al malhechor, pero acabé golpeándolo a usted. Lo siento -hablo de manera atropellada-. Pagaré los daños ocasionados a su persona, no...

-¿Crees que necesito tu dinero? -hace el amago de levantarse pero su rostro se transforma en una mueca de dolor.

-Lo siento -repito sin saber qué hacer al respecto, la verdad estoy bastante apenada.

Lo veo agarrar su móvil para luego llamar a alguien, no logro escuchar de quién se trata. ¿Y si es la policía?

Oh no, no.

Imaginándome lo peor, me abalanzo hacia él y le arrebato el móvil.

-¡¿Pero qué mier...?

-Por favor, ten compasión de mi, soy muy joven para estar encerrada en una celda. Siento tanto el haberte golpeado, de verdad discúlpame -suplico uniendo mis manos.

Me quita de encima bruscamente haciendo que caiga al otro lado del sofá.

-Primero que nada, devuélveme mi móvil. Y segundo, no he llamado a la policía, le avisé a un amigo que venga por mi -explica con seriedad.

Se incorpora del sofá y se dirige a la puerta, saliendo de mi casa sin mirar atrás. Suspiro aliviada, imaginé por un instante que me acusaría con las autoridades, aún estoy un poco consternada por lo sucedido. Así que no es para menos que esté siendo paranoica.

-¿Quieres algo de beber...? -escucho a Nora que viene de la cocina, busca al hombre y frunce el ceño al no verlo-. ¿Dónde está?

-Se ha marchado -murmuro poniéndome en pie-. Me siento tan mal, pude haberlo matado.

Cubro mi rostro con ambas manos mientras me hundo en el sofá. Es cierto que el hombre se encuentra bien, pero el simple hecho de pensar lo que pudo haber pasado por mi impulsividad, me hace sentir tan culpable.

-Hey, lo importante fue que no sucedió nada grave.

-Solo quería ayudarle, entré en pánico al ver que aquel maliante tenía un arma y por eso intenté darle una mano. Pero creo que lo empeoré, cómo siempre -emito desviando la mirada al suelo.

-Oye, no es así -alza mi barbilla con su mano-. Hiciste lo que te pareció correcto, solo que él no lo vio de esa manera y es un malagradecido.

Viene a mi mente el hombre que golpeé, se notaba que estaba enojado y por lo visto hizo un esfuerzo sobrehumano para mantenerse sereno a pesar del incidente. Lo más seguro es que no olvide mi rostro, y me recuerde como la chica que casi acaba con su vida.

Vaya, bonita manera de conocernos.

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