... Prólogo

YO EN MODO... ¡Y ESTO CONTINÚA!

— ¡Hola! — Escucho la voz de mi asistente; es una chica muy dulce, muy parecida a cómo era yo hace algunos años y todavía no sé, si me gusta o no, aunque últimamente parece mi única amiga. 

— Dime ¿Sucede algo? — Espero que no vaya a decirme alguna tontería, el pecho me duele un poco por la sacudida que acabo de recibir. 

— La reunión, Zoa, tu padre me ha pedido que te lo recuerde — Vale, está claro que mi padre confía muy poco en mi puntualidad. 

— Lo sé, Lila, intentaré llegar lo más pronto posible —le digo haciendo un gesto de dolor.

— ¿Qué quieres decir? ¿Qué debo decirle a tu padre? — Escucho el temor en la voz de Lila. Después de lo de la reunión fallida hace pocos días, la pobre se esconde de mi padre, a pesar de que ella no tuvo la responsabilidad.

— Resulta que he tenido un accidente, pero no te preocupes, no es nada grave, firmo los documentos para la aseguradora y salgo para allá — Levanto la mirada al ver un par de piernas al lado de mi ventana — Lila, debo irme — Cuelgo y me quedo mirando impresionada lo formidables que son.

— Oye, sal del auto. Me has chocado —cierro los ojos e intento desabrochar el cinturón de seguridad.

No puede ser posible, no logro quitármelo. Mis manos empiezan a temblar y una de mis uñas se quiebra, ¡y solo ayer me he hecho la manicura!

— Lo siento, no logro quitarme el cinturón —le digo un poco nerviosa, fingiendo una sonrisa. 

Intento de nuevo desabrocharme el cinturón. ¡Maldito artefacto del infierno!

— ¿No logras quitarte el cinturón? ¿Me estás hablando en serio? — El chico se inclina y puedo ver sus rasgos de cerca; es más hermoso de lo que pensaba, sus cejas pobladas, ojos profundamente azules y sus labios carnosos me dejan completamente impresionada, además de que es increíblemente alto y continúo pensando que lo he visto antes.  

— Hola, ¿Te encuentras bien? — Una voz profunda me distrae y vuelvo mi mirada hacia la ventana del lado del pasajero, donde la cara morena, con ojos profundamente grises y oscuros como el acero, del conductor del auto de atrás, me observa con intensidad y me deja sin aliento ¡Esto no puede estar pasando! ¿O sí? — Lo siento, he chocado tu auto —su voz profunda me devuelve de inmediato a otro choque. Esta vez en la calle, mientras caminaba con Lila. ¡Oh Dios mío!

 Vuelvo mi mirada al lado izquierdo y luego al derecho, he chocado con dos hombres increíblemente atractivos y ya los había visto antes. ¿En serio? 

Mis nervios aumentan e intento con todas mis fuerzas quitarme el cinturón.  Pero al volver a mirar al chico de cabello oscuro, las imágenes de las últimas dos semanas se agolpan en mi mente. ¡Qué calor!

— Yo... Estoy bien, gracias — Respondo al increíble y apasionado hombre de cabello negro; lo de apasionado, lo sé por todo lo que he visto durante los días anteriores — Solo que, no logro quitarme el cinturón de seguridad, creo que se ha atascado — Le digo bajando la mirada un poco avergonzada. 

¡No otra vez, Zoa! ¡Debes aprovechar esta nueva oportunidad!

— ¿No has encontrado una mejor excusa? ¡Sal del auto! — La voz autoritaria y demandante del idiota del Porsche, me enfurece ¿Qué se cree este imbécil?

— Oye, su cinturón está enganchado, no logra quitárselo, deberías ser un poco más paciente — La profunda voz del hombre moreno me deja completamente alucinada, no la recordaba de esta manera. 

Me siento extraña entre dos hombres tan masculinos y hermosos. Hay demasiada testosterona a mi alrededor.

— ¿Quién eres tú? No deberías meterte en esto, Está loca ha chocado mi coche ¿y ahora no logra quitarse el cinturón? ¡Sal de ahí ahora mismo!

Mis manos siguen húmedas y no logro concentrarme, los dos hombres se acercan el uno al otro frente a la parte delantera de mi auto, y puedo verlos a través de mi espejo panorámico. Siguen discutiendo y, entre mis nervios y el sonido de los otros autos que aún claxonan, no tengo la menor idea de lo que están diciendo. 

Muevo mis manos rápidamente hasta lograr quitar mi cinturón, mis pies se enredan con los pedales y me golpeo con la puerta del auto ¡Mierda!

— Oigan... — Me acerco a ellos intentando organizar el vestido recto y hasta las rodillas que llevo puesto, no sé cómo se me ocurrió ponerme una faja debajo de esto, siento que no puedo respirar, ni caminar correctamente — ¡Oigan! — Grito lo más fuerte que puedo.

Hace calor, el sudor se desliza por mis senos y espalda y la humedad entre mis piernas me está empezando a desesperar. ¡Necesito quitarme esta cosa!

— ¿Qué? — Los dos hombres se vuelven hacia mí respondiendo al unísono y me quedo sin voz.

Mis ojos se pierden ante la mirada intensa y oscura del hombre frente a mí, sus ojos son de un gris tan intenso, que parecen negros y con su color de cabello, es increíblemente alucinante verlo, y mucho más si lo haces de cerca. 

Debo estirarme para poder verlo, es demasiado alto, delgado y al parecer musculoso. ¡Dios mío! ¿Esto está pasando de verdad?

Durante un segundo lo observo y espero que me diga algo, y mis mejillas se sonrojan y me arden. 

Sacudo la cabeza y me giro hacia el imbécil rubio, extremadamente alto, musculoso y con unos ojos azules increíbles que hacen latir aceleradamente mi corazón. ¿Cómo ha pasado esto?

— ¿Qué necesitas? 

— ¿Qué quieres? — Los dos me gritan, al parecer los ánimos se han intensificado. Me quedo de pie frente a ellos sin saber qué decir o hacer. 

— ¿Irme? Solo quiero irme, resulta que tengo una reunión urgente y ... — Aunque en realidad creo que ya no alcanzaré a llegar a la reunión, no quisiera irme y perder esta oportunidad, pero debo hacerlo. 

— Yo también, niñata, y no estoy llorando como tú. Hubieses pensado en eso antes de plantarte frente al semáforo —me dice el muy imbécil.

— No le hables de esa forma — Me siento como una princesa, siendo defendida por su príncipe azul de ojos grises y cabello oscuro.

Me giro hacia él y sonrío, escucho mi teléfono sonar ¡miércoles, mi padre va a colgarme! No puedo concentrarme, la faja empieza a picarme y el sudor me desespera. 

— ¿Cariño, crees que tardaremos mucho? — Me quedo observando a la rubia alta y delgada que se acerca a nosotros y abraza a mi moreno posesivamente. 

Cierro los ojos y la imagen de la mujer sentada en el auto y disfrutando de las atenciones de mi príncipe oscuro, hacen que mi vientre se contraiga.

— ¿Quién eres tú? — El imbécil se dirige a la chica de una forma increíblemente amable ¡Idiota!

— Ella es...

— Su novia, mucho gusto — La chica estira su mano ignorándome por completo — ¿Esto tardará mucho? Es que tenemos una urgencia ¿Verdad, cariño? — Escucho su sensual voz y las imágenes del chico vuelven a mi mente y comprendo de inmediato su urgencia ¿La novia? ¡Sí, claro!

La faja se cierra con mucha más fuerza contra mi cuerpo y de un momento a otro siento que me falta el aire.

Empiezo a toser e intento respirar con fuerza, creo que voy a morir. El sol me pega directamente contra la cara, mi corazón se acelera y la faja se ha empequeñecido de repente.

Levanto la mirada y observo unos ojos azules con una hermosa, pero burlona sonrisa mirándome fijamente. 

— Niñata, ¿Te encuentras bien? — Su voz es ronca y sensual, como la miel derretida y mi corazón se acelera un poco más ¡Seguro tengo taquicardia! ¡Voy a morir!

— Princesa, no te desmayes — Unas manos increíblemente grandes y fuertes me sujetan por la espalda mientras la cara del hombre moreno se apodera de todo mi pensamiento, el problema es que sus imágenes cambian, porque estoy acostumbrada a verlo con menos ropa y con otras mujeres.

Pienso que he perdido mi oportunidad, por segunda vez y que estoy destinada a quedarme sola, porque el idiota de Lorenzo me ha malogrado para todos los hombres ¡Aunque no creo en el destino!

Sin poder remediarlo, pierdo por completo las fuerzas, mi respiración se vuelve más lenta, mis ojos se cierran y dejo que el silencio y la oscuridad me abracen, no puedo enfrentarme a esto, necesito aire, necesito alejarme, respirar. 

Siento calor, mis mejillas se calientan y siento como poco a poco mi pulso se va ralentizando, voy a desmayarme y preferiría quedarme así. 

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