Las luces de la ciudad de Milán brillaban intensamente mientras Emerzon Bennett observaba desde la ventana de su Penthouse en Porta Nuova.
Podía ver la vibrante vida nocturna de la ciudad, un recordatorio constante del éxito que había alcanzado. Sin embargo, dentro de esas cuatro paredes, su vida se sentía vacía y solitaria, como un eco de su propio éxito. Es conocido por su ambición desmedida y su habilidad innata para conquistar el mundo empresarial. Como CEO de una de las empresas tecnológicas más exitosas del mundo, su nombre se asociaba con poder y éxito. El interior de su hogar reflejaba lujo y sofisticación, pero carecía de calidez. Los muebles minimalistas y el diseño impecable parecían acentuar el vacío en su vida personal. A pesar de las conquistas profesionales, Emerzon no podía evitar sentir un hueco en su corazón. El teléfono sonó, sacándolo de sus pensamientos. —Bennett —respondió con su tono habitual de seguridad. Era su asistente, recordándole el evento benéfico de esa noche, un compromiso más en su ajetreada agenda. Emerzon colgó y suspiró, preparándose para otra noche de sonrisas falsas y conversaciones superficiales. Una oportunidad para establecer contactos, pero también, sin saberlo, para cambiar su vida para siempre. ━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━ En el barrio artístico de Brera, Ida Moreno trabajaba incansablemente en su taller. Las paredes estaban cubiertas de bocetos y telas, cada uno reflejando su creatividad y pasión por la moda. A sus 26 años, había logrado un lugar en una prestigiosa firma de diseño en Milán, y su nombre empezaba a resonar en el mundo de la moda. Sin embargo, su éxito no había llegado fácilmente. Su infancia había estado marcada por el dolor y la adversidad, y la moda se había convertido en su refugio, su manera de escapar y expresarse. Cada puntada, cada diseño, era un testimonio de su resiliencia y determinación. Marta, una de las mejores amigas y colega de Ida, irrumpió en el taller con una sonrisa radiante. Su cabello rizado bailaba con cada paso, y sus ojos verdes brillaban con la chispa de una misión. —Ida, ¿te has olvidado del evento de esta noche? —preguntó Marta, acercándose con determinación—. No puedes seguir escondiéndote aquí entre telas y bocetos. Ida levantó la vista, sus ojos marrones reflejando cansancio. Llevaba horas trabajando sin descanso en su última colección, y aunque estaba orgullosa de su dedicación, sentía el peso del agotamiento. —Lo sé, Marta. Pero esta colección es importante para mí. —dijo Ida, su voz cargada de pasión y fatiga. —También lo sé, y tu dedicación es admirable. —respondió Marta suavemente—. Pero necesitas vivir un poco también. Vamos, te ayudaré a prepararte, así no andarás diciendo que soy mala amiga. Ida dejó escapar un suspiro, sabiendo que su amiga no cedería. —Si te digo que no quiero ir, no vas a parar hasta que me convenzas, ¿cierto? —preguntó Ida con una sonrisa cansada. Marta sonrió de oreja a oreja, su risa llenando el taller. —Estás en lo correcto. Ambas amigas soltaron una carcajada, el sonido alivió la tensión acumulada. —Bien, iré solo para no tenerte en mi oreja como un zancudo. —dijo Ida, levantándose finalmente de su silla. —¡Eso es lo que quería escuchar! —exclamó Marta, ya buscando entre los vestidos más elegantes del taller—. Tengo el atuendo perfecto para ti, quizás hoy encuentres al amor de tu vida. Mientras Marta elegía un vestido, Ida se acercó al espejo y comenzó a arreglar su cabello. La imagen reflejada mostraba a una mujer fuerte y decidida, pero también vulnerable. Sus pensamientos se deslizaban hacia el pasado, su corazón había sido lastimado y ahora no quería saber nada del amor. —Sabes, Marta —dijo Ida mientras se aplicaba un poco de maquillaje—. Tengo miedo de lo que pueda pasar esta noche. No quiero ilusionarme demasiado con alguien, ¿qué pasa si mi corazón me traiciona? Marta se acercó y le puso una mano en el hombro. —Ida, a veces hay que arriesgarse para ganar. No todos los hombres son como aquellos del pasado. Estoy segura de que conseguirás uno diferente. Además, siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase. Ida asintió, agradecida por el apoyo inquebrantable de su amiga. Con el vestido adecuado y la confianza renovada, ambas salieron del taller, listas para enfrentar la noche y lo que esta pudiera traer. ━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━◦○◦━ El evento benéfico se llevaba a cabo en uno de los lugares más emblemáticos de Milán: la elegante Galleria Vittorio Emanuele II. Las luces doradas iluminaban el espacio, reflejándose en los pisos de mármol y las cúpulas de vidrio. Las paredes estaban adornadas con obras de arte y flores frescas, creando una atmósfera de lujo y sofisticación. Los asistentes estaban vestidos con trajes y vestidos de gala, la música suave llenaba el aire. Ida, luciendo un deslumbrante vestido rojo que Marta había elegido para ella, se desplazaba por la multitud con su amiga a su lado. —Mira, ahí están los organizadores del evento —dijo Marta, señalando a un grupo de personas cerca del escenario principal. Entre ellos, se encontraba Leonardo Rossi, un conocido filántropo de Milán, y su esposa, Cinzia, una famosa diseñadora de interiores. Ida y Marta se acercaron al grupo, que estaba discutiendo los detalles del evento benéfico. Leonardo, un hombre alto y de porte elegante, fue el primero en notar su llegada. —¡Ida Moreno! —exclamó con una sonrisa amplia. —Es un placer verte aquí. He oído maravillas sobre tu trabajo. Ida se sonrojó ligeramente y estrechó la mano de Leonardo. —Muchas gracias, señor Rossi. Es un honor estar aquí y apoyar una causa tan importante. Cinzia, una mujer de apariencia sofisticada con una gracia natural, también sonrió. —Tu reputación te precede, Ida. De hecho, estoy utilizando algunas de tus piezas en mi próxima colección de diseño de interiores. —Eso es maravilloso, Cinzia. Estoy emocionada de ver cómo se integran. —respondió Ida con genuino entusiasmo. Mientras la conversación continuaba, Marta se inclinó hacia Ida y susurró: —Estás haciendo un trabajo increíble. ¿Ves? No todo es trabajo duro en el taller. Ida sonrió y asintió, sintiéndose más relajada con cada minuto que pasaba. Emerzon Bennett, vestido con un traje negro perfectamente ajustado y una corbata azul oscuro, recorría el lugar con una copa de champán en la mano. Su presencia imponente atraía miradas y susurros por donde pasaba, pero él apenas notaba la atención. Sus pensamientos estaban en su empresa, en los próximos movimientos estratégicos… hasta que la vio. Ida Moreno estaba al otro lado de la sala, conversando animadamente con un grupo de diseñadores. Su elegante vestido rojo resaltaba su figura delgada, con detalles que solo un ojo entrenado podría apreciar. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos marrones brillaban con pasión y entusiasmo. Emerzon se sintió inexplicablemente atraído por ella. No solo era su belleza lo que capturaba su atención, sino algo más profundo, algo en su manera de moverse y de hablar. Decidido a conocerla, con pasos seguros, se acercó lentamente, sus ojos azules fijos en ella. —Buenas noches, señoras y señores —dijo Emerzon, interrumpiendo con su voz firme y presencia imponente la conversación—. Espero que estén disfrutando del evento. Ida sintió un escalofrío recorrer su espalda con solo escuchar su voz. Aunque trató de mantener la compostura, su corazón latía con fuerza. —Buenas noches, señor Bennett. Emerzon se acercó a ella, y la intensidad de su mirada hizo que el resto del mundo se desvaneciera. —Soy Emerzon Bennett. Ida levantó la vista, sorprendida por la interrupción. Sus ojos se encontraron con los de Emerzon, y en ese momento, sintió una chispa inesperada. Aunque desconfiaba de los hombres ricos, no podía negar la conexión que sentía. —Ida Moreno —respondió, extendiendo su mano con una sonrisa cautelosa—. Encantada de conocerlo, señor Bennett. —El placer es mío, señorita Moreno —dijo Emerzon, sintiendo una calidez inusual en su pecho—. He oído hablar de su trabajo. Eres una diseñadora increíble. Ida se ruborizó ligeramente, sintiendo que su corazón latía más rápido. —Gracias. La moda es mi pasión. ¿Y usted? ¿Qué lo trae a este evento? —Siempre busco apoyar buenas causas —respondió Emerzon con sinceridad—. Y debo admitir que conocer a personas tan apasionadas como usted señorita Moreno es una ventaja añadida. Ida sonrió, sintiendo que, a pesar de sus reservas, había algo genuino en Emerzon. —Es raro encontrar a alguien que entienda el valor de la pasión. Muchas gracias. Mientras la conversación continuaba, ambos se sintieron envueltos en una burbuja, ajenos al resto del mundo. Emerzon no podía dejar de admirar la fuerza y la sensibilidad de Ida, mientras ella descubría en él una calidez y una profundidad que no esperaba encontrar en un hombre de su estatus. —¿Le gustaría acompañarme a ver la subasta? —pregunto Emerzon. Ida asintió, sintiendo la atracción innegable entre ellos. Mientras se alejaban del grupo, Marta la observaba con una sonrisa de complicidad. —Buena suerte, amiga. —susurró Marta, animándola a seguir su corazón. Mientras caminaban juntos hacia la subasta, Ida y Emerzon se sumergieron en una conversación más personal, dejando que la química entre ellos creciera con cada palabra. El evento benéfico había sido solo el comienzo de una noche que ninguno de los dos olvidaría. La noche avanzó, y aunque sabían que eventualmente tendrían que regresar a sus respectivas vidas, ese encuentro fortuito marcó el comienzo de algo más grande. Un paso hacía descubrir no solo el amor, sino también a sí mismos.La mañana siguiente al evento benéfico llegó, el sol brillaba a través de las ventanas del taller de Ida, llenando el espacio con una luz cálida y acogedora. Ida estaba concentrada en su trabajo, pero su mente no podía dejar de recordar la noche anterior.Emerzon, su mirada intensa, y el sentimiento de conexión que había sentido. Sin embargo, sabía que tenía que mantenerse enfocada.Marta entró al taller con una taza de café en cada mano y una sonrisa traviesa en el rostro.—¡Buenos días, dormilona! —dijo, entregando una de las tazas a Ida—. Entonces, cuéntame. ¿Qué pasó anoche? Vi al señor Bennett muy entusiasta contigo.Ida sonrió y tomó un sorbo de su café, tratando de mantener una expresión neutral. —Nada pasó, Marta. Solo hablamos un poco y vimos la subasta juntos. Nada más.Marta levantó una ceja, claramente no convencida.—¿Nada más? Vamos, Ida. Sé leer entre líneas. Había una conexión evidente entre ustedes. ¿Realmente no pasó nada más?Ida suspiró y dejó la taza sobre la mes
┆ Diecisiete años atrás. El aire en la habitación del hospital estaba impregnado de un estéril olor a desinfectante, mientras las luces fluorescentes proyectaban una luz fría y pálida sobre las paredes blancas. Emerzon, con apenas 15 años, se encontraba junto a la cama de su madre, su corazón latiendo con fuerza.Llevaba una chaqueta de cuero negra y jeans desgastados, una combinación que contrastaba con la fragilidad de su madre, postrada en la cama. Su madre, con la piel pálida y los ojos cerrados, respiraba con dificultad, cada aliento era un recordatorio del tiempo que se agotaba.Thomas Bennett, su padre, estaba de pie al otro lado de la cama, su figura imponente pero sombría. Su traje gris oscuro y su corbata negra reflejaban su naturaleza severa y controlada, pero sus ojos revelaban un dolor profundo que rara vez mostraba. La distancia entre ellos era más que física; era emocional, una brecha que solo se había ensanchado con el tiempo.Emerzon miraba a su madre con desesperaci
Mauricio Hernández salió del club privado con una sonrisa en el rostro, satisfecho con la inquietud que había sembrado en Emerzon. Sabía que cada palabra suya había sido una daga en la mente de su rival, y eso le daba una sensación de poder.Se montó en su auto deportivo, un elegante Aston Martin negro, y aceleró por las calles de Milán, disfrutando del rugido del motor y de la sensación de control que le proporcionaba. Llegó a su lujosa mansión, ubicada en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Las puertas de hierro forjado se abrieron automáticamente, y el coche se deslizó suavemente por el camino de entrada bordeado de árboles.Entró en su oficina personal, un espacio decorado con buen gusto, repleto de arte contemporáneo y muebles de diseño. Se sentó detrás de su escritorio de caoba y encendió su ordenador. Había recibido un correo de uno de sus contactos en la empresa de Emerzon, Mauricio se recostó en su silla, complacido por la información que recibía. Su mente viajó al
Era una tarde tranquila cuando el teléfono de Ida vibró sobre su escritorio. Al ver el nombre de Emerzon en la pantalla, sintió un cosquilleo de emoción y anticipación. Contestó con una voz serena, aunque su corazón latía más rápido de lo normal.—Hola, Emerzon.—Hola, Ida. —respondió él, su voz cálida al otro lado de la línea—. Espero que estés teniendo un buen día. Quería preguntarte si estarías libre esta noche para cenar. Me gustaría hablar contigo sobre algo importante.Ida sonrió, sintiendo una mezcla de curiosidad y alegría. —Me encantaría, Emerzon. ¿A qué hora?—¿Te parece bien a las ocho? Hay un restaurante en el centro que creo que te gustará. —sugirió Emerzon.—Perfecto. Nos vemos allí a las ocho. —respondió Ida, sintiendo que la noche prometía algo especial.Después de colgar, Ida tenía una enorme sonrisa en su rostro, mientras que sus amigas solo la observaban en silencio, pues hacía mucho tiempo que no la veían así. ──────⊹⊱✫⊰⊹──────La noche llegó y el restaurante est
Mientras Emerzon conducía de regreso a su casa, las luces parpadeantes de Milán pasaban como destellos en la noche. Su mente estaba ocupada con pensamientos de Ida. La conexión que sentía con ella era algo que no había experimentado antes, y estaba decidido a explorarla a fondo. Sin embargo, sabía que no todos estarían contentos con su relación, y tenía que estar preparado para enfrentar cualquier obstáculo.Lo que Emerzon no sabía era la profundidad del dolor que Ida había experimentado en el pasado, marcado por una relación tumultuosa con un hombre que la había humillado y menospreciado.La confianza de Ida había sido quebrantada, dejándola con cicatrices emocionales profundas que la hacían desconfiar de hombres ricos y poderosos. Emerzon estaba ajeno a estos fantasmas que aún la atormentaban.Al llegar a su casa, Emerzon revisó su correo y notó un sobre sin remitente. Lo abrió con cautela y encontró una carta anónima que decía: “Cuida bien de tus asuntos, Bennett. Sobre todo a ell
El sol de la mañana iluminaba suavemente la elegante cafetería donde Emerzon e Ida habían acordado reunirse. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, creando una atmósfera acogedora. Emerzon llegó primero, sentado en una mesa junto a la ventana, como es su costumbre. Revisaba unos documentos del proyecto mientras esperaba.Ida entró al café poco después, con una sonrisa cálida que iluminó la habitación. Llevaba un vestido casual pero elegante, que reflejaba su estilo único y su creatividad. Al ver a Emerzon, su corazón dio un ligero salto, pero mantuvo la compostura.—¡Hola, Emerzon! —saludó, acercándose a la mesa—. Espero no haber llegado tarde.Emerzon se levantó para recibirla, devolviéndole la sonrisa.—No, para nada, Ida. Justo a tiempo. Me alegra verte. ¿Te gustaría un café antes de empezar?—Sí, un café suena perfecto. —respondió ella, sentándose frente a él.Emerzon hizo la señal al camarero y pidió dos cafés. Mientras esperaban, Emerzon no podía dejar de admirar la pas
Era una tarde soleada en Milán, y las calles estaban llenas de gente disfrutando del buen tiempo. Ida caminaba por una calle adoquinada, disfrutando de un breve descanso de su agitado horario. Llevaba una bolsa con algunos materiales de diseño que había comprado en una tienda cercana, su mente perdida en pensamientos sobre el proyecto de caridad.De repente, un hombre alto y elegante salió de una cafetería, con un vaso de café en la mano. Sin darse cuenta, chocaron en la acera, y el contenido del vaso se derramó, salpicando a ambos.—¡Oh, lo siento mucho! —dijo Mauricio, tratando de secar el café derramado con un pañuelo de bolsillo—. No vi qué venías. Ida se sorprendió y trató de limpiar el café de su ropa. —No, está bien. También fue mi culpa. —respondió, tratando de mantener la compostura.Mauricio, al ver la negativa de Ida, hizo una expresión como si recordara algo. —Espera, ¿eres Ida Moreno, la famosa diseñadora? Te vi en el evento benéfico el otro día. —dijo con una sonrisa,
Esa misma noche, Emerzon había salido a cenar con su mejor amigo, Lorenzo, en un restaurante elegante del centro de Milán. Ambos estaban disfrutando de una conversación animada sobre los últimos avances en la empresa y los planes futuros. Sin embargo, la mente de Emerzon no podía dejar de pensar en Ida, la mujer que lo estaba volviendo loco, sin apenas haber probado ni un delicioso beso de esos labios que eran una tentación. Mientras Lorenzo hablaba, Emerzon miró alrededor del restaurante y su corazón se detuvo al ver a Ida sentada en una mesa cercana. Pero no estaba sola. Frente a ella, con una sonrisa encantadora, estaba Mauricio Hernández. Emerzon sintió una oleada de celos y rabia al ver cómo su enemigo intentaba tocar la mano de Ida.—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —murmuró Emerzon, apretando los puños bajo la mesa.Lorenzo, notando el cambio en la expresión de su amigo, siguió su mirada y vio a Mauricio e Ida. —Emerzon, cálmate. No hagas un escándalo aquí. —dijo en voz b