Mientras Emerzon conducía de regreso a su casa, las luces parpadeantes de Milán pasaban como destellos en la noche. Su mente estaba ocupada con pensamientos de Ida. La conexión que sentía con ella era algo que no había experimentado antes, y estaba decidido a explorarla a fondo. Sin embargo, sabía que no todos estarían contentos con su relación, y tenía que estar preparado para enfrentar cualquier obstáculo.
Lo que Emerzon no sabía era la profundidad del dolor que Ida había experimentado en el pasado, marcado por una relación tumultuosa con un hombre que la había humillado y menospreciado. La confianza de Ida había sido quebrantada, dejándola con cicatrices emocionales profundas que la hacían desconfiar de hombres ricos y poderosos. Emerzon estaba ajeno a estos fantasmas que aún la atormentaban. Al llegar a su casa, Emerzon revisó su correo y notó un sobre sin remitente. Lo abrió con cautela y encontró una carta anónima que decía: “Cuida bien de tus asuntos, Bennett. Sobre todo a ella si es que te importa.” Emerzon sintió un nudo en el estómago. Sabía que esta era otra jugada de Mauricio para desestabilizarlo. A pesar de la inquietud que la carta provocaba, Emerzon se negó a dejarse intimidar. En lugar de eso, su determinación se fortaleció. Decidió que protegería a Ida y enfrentaría cualquier amenaza que surgiera. Sabía que había algo especial en ella, algo que valía la pena luchar. Lo que Emerzon no sabía era que mientras él se preguntaba sobre el contenido de la carta, Ida, en su taller, reflexionaba sobre su propio pasado y las barreras que había construido para proteger su corazón. Para ella, Emerzon representaba una mera atracción física. No se le podía negar lo guapo que era, pero prefería que su corazón fuera insensible como el mármol, firme y frío, incapaz de ser moldeado por las manipulaciones de otro hombre poderoso. ⋅•⋅⊰∙∘☽༓☾∘∙⊱⋅•⋅ Días después, Ida se encontraba en su taller, trabajando en un nuevo diseño, cuando un recuerdo doloroso la asaltó. Hacía algunos años, había tenido una relación con alguien que pensó sería diferente. Era un hombre de una familia adinerada, alguien que le prometió el mundo, pero que terminó destruyendo su confianza. »»————> Flashback <————«« Todo comenzó en una elegante galería de arte en Milán, donde Ida había sido invitada a exponer uno de sus primeros diseños. Giancarlo Rossi, un empresario de renombre y coleccionista de arte, quedó fascinado por su trabajo. Se acercó a ella con una sonrisa encantadora y una mirada que prometía posibilidades infinitas. —Buenas noches, señorita Moreno. —dijo Giancarlo, extendiendo su mano con un gesto cortés—. Soy Giancarlo Rossi. Su trabajo es excepcional. Me encantaría conocer más sobre su proceso creativo. Ida, halagada y algo tímida, aceptó su mano. —Muchas gracias, señor Rossi. Es un honor conocerlo. Estoy muy emocionada por estar aquí. Lo que comenzó como una conversación sobre arte y moda rápidamente se transformó en algo más. Giancarlo la invitaba a cenas elegantes y eventos exclusivos, cada vez más cerca de su mundo opulento. La atención y los halagos constantes hicieron que Ida se sintiera especial y valorada. Poco a poco, se fue enamorando de él, creyendo que sus sentimientos eran correspondidos de la misma manera. Después de varios meses de romance intenso, Giancarlo la sorprendió con una propuesta de matrimonio en un lujoso hotel en París. Arrodillado frente a ella, con un anillo de diamantes en la mano, le dijo: —Ida, eres la mujer de mi vida. Quiero pasar el resto de mis días a tu lado. ¿Te casarías conmigo? Con lágrimas de emoción, Ida aceptó, sintiendo que todos sus sueños se estaban haciendo realidad. Creía que había encontrado a su alma gemela, alguien que la apoyaría incondicionalmente. Pero esa ilusión comenzó a desvanecerse lentamente. A medida que se acercaba la fecha de la boda, la verdadera naturaleza de Giancarlo salió a la luz. Se volvía cada vez más controlador y manipulador, cuestionando sus decisiones y humillándola frente a los demás. La gota que colmó el vaso llegó durante una fiesta en la mansión de Giancarlo. Ida había trabajado duro en un diseño para un desfile importante y estaba emocionada por mostrarlo. Pero cuando Giancarlo lo vio, su reacción fue devastadora. —¿Esto es lo que has estado haciendo? —dijo con desdén, sosteniendo el vestido que Ida había creado—. Pensé que tenías talento, Ida. Pero esto… esto es mediocre. Ida sintió que su corazón se rompía. Las palabras de Giancarlo eran como cuchillos, cortando profundamente. —Giancarlo, he trabajado muy duro en esto. Es mi visión, mi pasión. —Tu visión no vale nada si no puedes impresionar a la gente adecuada. —replicó él, sin ninguna consideración por sus sentimientos—. Deberías estar agradecida por todo lo que he hecho por ti. Esa noche, Ida decidió que no podía seguir soportando esa humillación. Con el corazón pesado y las lágrimas rodando por sus mejillas, recogió sus cosas y dejó la mansión de Giancarlo para siempre. Rompió el compromiso y se prometió no volver a confiar en hombres como él, aquellos que usan su poder y dinero para manipular y herir. »»————> Fin del flashback <————«« Volviendo al presente, Ida se detuvo un momento, mirando su diseño en progreso. Los recuerdos de su relación pasada con Giancarlo seguían vivos en su mente, pero ya no la definían. Había aprendido mucho desde entonces y había prometido no volver a ser aquella chica ingenua que se dejó llevar por promesas vacías y halagos superficiales. Sabía que parte de su desconfianza hacia Emerzon provenía de esa experiencia dolorosa. Pero al mismo tiempo, sentía que había algo en él, era esa sensación que la hacía querer arriesgarse de nuevo y abrir su corazón. «No, ya no soy la misma y no lo puedo permitir» pensó Ida con determinación. «Prefiero que mi corazón siga siendo insensible como el mármol, frío y firme, incapaz de ser moldeado por las manipulaciones de otros» Miró su reflejo en el espejo, recordando las palabras y las humillaciones de Giancarlo, pero también recordando su propia fuerza para dejar todo atrás y seguir adelante. Emerzon, con su presencia imponente y su carisma, le recordaba a ese hombre de alguna manera, pero algo en él era diferente. Algo que la hacía dudar de su resolución. «Lo que siento es una simple atracción por Emerzon, no puedo negarlo» reflexionó. «Es un hombre guapo, con una energía que me atrae. Pero eso no puede ser suficiente. Debo protegerme y no dejar que mi corazón vuelva a ser vulnerable» Con una profunda respiración, Ida se volvió hacia su diseño, canalizando sus emociones en su trabajo. Sabía que tenía que ser cautelosa, pero también sabía que no podía ignorar lo que sentía. Quizás con el tiempo, podría descubrir si Emerzon era realmente diferente, alguien digno de su confianza y su amor. Pero por ahora, prefería mantener la guardia alta y seguir siendo la mujer fuerte e independiente que había aprendido a ser.El sol de la mañana iluminaba suavemente la elegante cafetería donde Emerzon e Ida habían acordado reunirse. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, creando una atmósfera acogedora. Emerzon llegó primero, sentado en una mesa junto a la ventana, como es su costumbre. Revisaba unos documentos del proyecto mientras esperaba.Ida entró al café poco después, con una sonrisa cálida que iluminó la habitación. Llevaba un vestido casual pero elegante, que reflejaba su estilo único y su creatividad. Al ver a Emerzon, su corazón dio un ligero salto, pero mantuvo la compostura.—¡Hola, Emerzon! —saludó, acercándose a la mesa—. Espero no haber llegado tarde.Emerzon se levantó para recibirla, devolviéndole la sonrisa.—No, para nada, Ida. Justo a tiempo. Me alegra verte. ¿Te gustaría un café antes de empezar?—Sí, un café suena perfecto. —respondió ella, sentándose frente a él.Emerzon hizo la señal al camarero y pidió dos cafés. Mientras esperaban, Emerzon no podía dejar de admirar la pas
Era una tarde soleada en Milán, y las calles estaban llenas de gente disfrutando del buen tiempo. Ida caminaba por una calle adoquinada, disfrutando de un breve descanso de su agitado horario. Llevaba una bolsa con algunos materiales de diseño que había comprado en una tienda cercana, su mente perdida en pensamientos sobre el proyecto de caridad.De repente, un hombre alto y elegante salió de una cafetería, con un vaso de café en la mano. Sin darse cuenta, chocaron en la acera, y el contenido del vaso se derramó, salpicando a ambos.—¡Oh, lo siento mucho! —dijo Mauricio, tratando de secar el café derramado con un pañuelo de bolsillo—. No vi qué venías. Ida se sorprendió y trató de limpiar el café de su ropa. —No, está bien. También fue mi culpa. —respondió, tratando de mantener la compostura.Mauricio, al ver la negativa de Ida, hizo una expresión como si recordara algo. —Espera, ¿eres Ida Moreno, la famosa diseñadora? Te vi en el evento benéfico el otro día. —dijo con una sonrisa,
Esa misma noche, Emerzon había salido a cenar con su mejor amigo, Lorenzo, en un restaurante elegante del centro de Milán. Ambos estaban disfrutando de una conversación animada sobre los últimos avances en la empresa y los planes futuros. Sin embargo, la mente de Emerzon no podía dejar de pensar en Ida, la mujer que lo estaba volviendo loco, sin apenas haber probado ni un delicioso beso de esos labios que eran una tentación. Mientras Lorenzo hablaba, Emerzon miró alrededor del restaurante y su corazón se detuvo al ver a Ida sentada en una mesa cercana. Pero no estaba sola. Frente a ella, con una sonrisa encantadora, estaba Mauricio Hernández. Emerzon sintió una oleada de celos y rabia al ver cómo su enemigo intentaba tocar la mano de Ida.—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —murmuró Emerzon, apretando los puños bajo la mesa.Lorenzo, notando el cambio en la expresión de su amigo, siguió su mirada y vio a Mauricio e Ida. —Emerzon, cálmate. No hagas un escándalo aquí. —dijo en voz b
Emerzon, aún temblando de furia, salió del club, con el eco de las risas y la música zumbándole en los oídos. Lorenzo, sin decir nada, lo miraba de reojo, preocupado por la intensidad en los ojos de su amigo. Emerzon respiraba pesadamente, sus pensamientos completamente consumidos por la imagen de Ida, su rostro inocente, y Mauricio, con esa sonrisa provocadora. Su pecho se contraía de odio y desesperación.—No permitiré que ese desgraciado se acerque a ella —musitó, sus palabras apenas audibles por el rugido de la calle.Lorenzo puso una mano en su hombro, intentando calmarlo.—Hermano, no puedes resolver esto con violencia. Tenemos que encontrar otra manera.Pero Emerzon no escuchaba, su mente atrapada en una espiral de rabia y protección.—Voy a hacer lo que sea necesario —dijo, su voz firme y determinada—. Ida es mía. Nadie, especialmente ese estúpido, no se interpondrá entre nosotros.La noche continuaba, fría y silenciosa, ambos caminaron sin pronunciar palabra, cada uno sumido
Mauricio, esa noche después de salir del club, se fue a su lujoso apartamento, de pie frente al espejo del baño, observando las heridas en su rostro.Los golpes de Emerzon habían dejado marcas visibles, pero lo que más le dolía era el golpe a su orgullo. Mientras se aplicaba un poco de ungüento en las magulladuras, sus pensamientos se centraban en Ida y en cómo había sido arrastrado a esta situación.«Ida…» pensó, recordando su sonrisa y la calidez en sus ojos. Había algo en ella, que lo había tocado de una manera que no esperaba. A pesar de su fachada de frialdad y manipulación, Mauricio no podía negar que esa mujer es diferente.«Es una chica linda, buena… Algo en ella me hace querer ser mejor»Pero esos pensamientos se mezclaban con la envidia y el odio que sentía hacia Emerzon. «Ese maldito de Emerzon siempre ha tenido todo lo que quiere. No permitiré que me arrebate esto también.»Mauricio apretó los dientes, su determinación creciendo.Se dirigió a una mesa que estaba cerca de
Ida se quedó mirando fijamente el ramo de flores sobre su mesa de trabajo, los colores vibrantes parecían desvanecerse mientras los recuerdos amargos del pasado regresaban para atormentarla.Las rosas rojas, los lirios blancos y los girasoles amarillos comenzaron a perder su belleza a medida que su mente la transportaba a otra época.Recordó a Giancarlo, su ex prometido, que solía inundarla de detalles similares. Al principio, cada ramo de flores era una promesa de amor eterno, una muestra de devoción que la hacía sentir especial y amada. Pero pronto, Ida descubrió que todo aquello no era más que una pantalla, una fachada para ocultar la verdadera naturaleza manipuladora y controladora de ese hombre.Flashbacks de momentos dolorosos inundaron su mente. Recordó cómo Giancarlo le entregaba flores con una sonrisa encantadora, solo para desmoronarse en gritos y humillaciones cuando no estaba a la altura de sus expectativas. Recordó las promesas vacías y las palabras dulces que se convertí
La noche era tranquila y cálida, perfecta para una cena al aire libre, por lo que no dudó en invitarla a cenar. Emerzon había elegido un restaurante con terraza, iluminado por luces suaves que creaban una atmósfera íntima y acogedora. Mientras esperaban la comida, el murmullo de las conversaciones y el sonido de una música suave llenaban el aire. Emerzon observaba a Ida desde el otro lado de la mesa, y aunque trataba de mantener una sonrisa, un torbellino de emociones lo consumía por dentro. Cada vez que ella reía o hablaba apasionadamente sobre el proyecto, sentía cómo una cálida ola de satisfacción lo envolvía, disipando la soledad que lo había acompañado por tanto tiempo. Recordaba como en el pasado había construido su vida alrededor de su éxito profesional, llenando sus días con reuniones una, detrás de otra. Pero por las noches, cuando el silencio lo rodeaba, esa soledad implacable se hacía aún más evidente. Pero conocer a Ida ha sido ese rayo de luz en esa oscuridad, un reco
La terraza del café estaba tranquila, con solo unos pocos clientes disfrutando de la tarde. Emerzon y Lorenzo se sentaron en una mesa con vista a la plaza, el aire fresco de Milán llenando el espacio entre ellos.Emerzon, con el ceño fruncido y una expresión de inquietud, revolvía su café sin realmente beberlo.—Lorenzo, no puedo dejar de pensar en ella. —dijo Emerzon, su voz cargada de preocupación—. Ida es todo lo que he estado buscando, pero tengo miedo de que no confíe en mí lo suficiente.Lorenzo, siempre el amigo paciente y sabio, asintió, dejando que Emerzon hablara. —Lo entiendo, Emerzon. Sé cuánto te importa. Pero tienes que ser paciente. No puedes apresurar sus sentimientos.Emerzon suspiró, su mirada perdida en la espuma de su café. —Lo sé, pero la espera es difícil. Cada momento con ella es una mezcla de alegría y temor. Quiero protegerla, hacerla feliz, pero no sé si eso será suficiente para que ella me elija.Lorenzo sonrió con comprensión, apoyando una mano en el homb