Capítulo 4

Einar le sostuvo la mirada, balanceó la copa de su mano provocando que los cubos de hielos chocaran con el cristal y después lentamente se la llevó a la boca. Engla observó cada detalle, cada movimiento y cada gesto que Einar hace.

Bebió tan poco contenido que apenas le sirvió para remojar sus labios. La lengua deslizándose por ellos hizo fruncir el cejo de Engla, ese hombre tiene un estilo bastante peculiar.

Pasando del hombre serio frente a ella, bajó la mirada y Einar se sintió satisfecho, pero eso duró poco. Al verla quitarse los zapatos y mover sus dedos supo que la bajó por la incomodidad del calzado y no por su imponente mirada. Tal y como lo supuso por sus pies lastimados, ella jamás los utiliza.

—Háblale, quizás habla inglés. —Animó Roy desde el asiento más alejado.

—No creo que lo hable, solo mírala. —Engla frunció el cejo mientras lo mira con atención. Sus labios al hablar casi no se mueven, lo cual le pareció fantástico. —Es una salvaje. —La curvatura de sus labios sorprendió a Engla, su sonrisa no es muy agradable. Pensó la chica pasando su atención ahora al pelirrojo. —Acércate a ella. —Roy lo miró atónito.

—¿Estás loco? ¡Me mordió el cuello y me dejó un moretón! —Se negó con rotundidad.

—No te hará nada, solo mírala, está asustada. Parece un dulce conejito asustado. —Se burló Einar.

—¿Por qué no lo haces tú? Es tu responsabilidad, ¿O ya lo olvidaste? —Engla miró todo a su alrededor con mucha más curiosidad. Sus pequeños dedos se deslizaron por el cuero suave de los asientos y subieron por el metal frío.

Roy la miró con pena, esa chica tan inocente y está exenta a caer en manos de algún cabrón. Por lo menos con Einar puede ser mejor, no dejará que la maltrate o le haga daño como acostumbra a hacerlo.

—Vale, intentaré hablar con ella. —Antes de que Roy pudiera acercarse lo bastante, Engla le bufó como una gata salvaje mientras retrocede en su puesto bastante asustada. —Tío, sí, es una salvaje, dudo que hable el inglés. —Engla lo miró con ceño fruncido y boca medio abierta de manera agresiva.

—No soy salvaje. —Para el asombro de los dos hombres habló un perfecto inglés. —Hablo siete idiomas y entre ellos el inglés, aparte de mis tres lenguas natales. —Einar miró a Roy incrédulo, ella habla muy bien y no cuadra en nada con su apariencia de salvaje.

—¿Cómo es que sabes esos idiomas si no salías del bosque? —Como siempre, la voz de Einar le pareció cautivadora, por lo que prestó total atención.

—Mi padre, él me enseñó mucho... también los viejos libros que me obsequió. —Se inclinó sin temor y tomó la copa en la que bebía Einar y sin medirse le dio un trago, muere de sed. Aquel líquido amargo y frío quemó su garganta haciéndola tirar el vaso.

—¡Carajos! —Einar maldij0 cuando el contenido de la copa le cayó encima. Roy inició a carcajear por el acto inocente de la chica y su gesto de asco.

—No deberías tomar eso preciosa, es malo para las niñas como tú. —Le aconsejó Roy. Einar por su parte quiso darle tres nalgadas. ¿Por qué toma las cosas sin ni siquiera preguntar? Se supone que su padre le enseñó mucho, ¿Acaso se olvidó de los modales?

—No vuelvas a hacer eso, ¿Entendido? —La señaló colérico, Engla no hizo mucho caso, su atención está puesta en el cubito de hielo frente a ella. Luce igual que el hielo del lago, pero este es pequeño y muy cuadrado, ¿Cómo puede conservarse estando en ese líquido caliente? Esa pregunta la confundió bastante. —¿Qué haces? —Preguntó desquiciado por su falta de atención hacia él.

—Es pequeño, muy pequeño y está dentro del líquido caliente. —Señaló el cubito de hielo casi desaparecido. Roy mordió sus labios con fuerza al ver la irritación de Einar.

—Es mejor preguntarle por lo que pasó, ¿No crees? —Einar escuchó a su amigo, pero no puede dejar de mirar a esa chiquilla que le presta atención a todo menos a él. —Dankworth, es hora de hablar con la chica. —Einar suspiró profundamente y se acomodó en su puesto. Al ver qué no tiene intenciones de hablar, prosiguió él. —¿Sabes cómo te llamas? —Engla ladeó la cabeza, ¿Por qué preguntan mucho? Se parecen a ella, pensó.

—Engla Bengtsson Pedesdatter. —Einar repitió el nombre en su cabeza, ese nombre es precioso.

—Hola, Engla, yo soy Roy. —Le tendió la mano, pero como respuesta recibió una arañada. —Deja de lastimarme, no se lástima a las personas.

—Ustedes me lastimaron, lastimaron a mi padre. —El sonido del jet al dar el permiso para poderse levantar la asustó muchísimo.

—Tranquila, todo está bien, es solo la luz, mira. —le señaló el botón. —Engla, ¿Qué sucedió con tu padre? ¿Sabes por qué te perseguían? —Ella no respondió, se quedó pensativa. —Puedes confiar en mí. —Roy se abstuvo a acercarse un poco más.

—Ustedes lo saben, fueron ustedes los que me capturaron. —Einar resopló.

—Lo que faltaba. —Gruñó con amargura. —Solo cuenta lo que pasó y ya está. —Su voz ronca y gruesa la sobresaltó.

—Papá me llevó a mi nuevo hogar y los malos nos siguieron, ellos son como nosotros, pero malos... —Einar quiso arrancarse los pelos de la cabeza uno a uno. —Ellos lastimaron a papá con sus varas, esas que resuenan con fuerza. Papá me dijo, “Corre, hija, corre y no te detengas” yo no quise dejarlo, pero obedecí. Ellos me perseguían muy rápido, asustando a los animales con el fuerte ruido de sus varas. Ellos gritaban “stopp tispe” —Ambos hombres se miraron confundidos.

—¿Puedes decirlo en inglés? —Le pidió Roy.

—Detente put4. —Cuando los chicos escucharon, eso negaron. —Lo gritaban una y otra vez, yo no sé por qué gritaban detente put4. Al inicio creí que no era conmigo, yo no sé lo que significa put4. —Se encogió de hombros. —cuando me iba a detener uno de ellos siguió corriendo hacia mí y eché a correr nuevamente. —Rascó su cabeza con preocupación. —Después él me persiguió y se abalanzó sobre mí. —Señaló a Einar. —Quiero ir con papá, por favor. —Pidió mirándolos fijamente. Einar frunció el cejo, se nota asustada, pero ni aun así ruega por su libertad. Se supone que las chicas salvajes no hablan mucho y ella no es así.

—Tu padre está muerto. —Roy miró a su amigo por la crueldad de la que es dueño. Engla lo miró como si fuera estúpid0.

—Lo sé, pero quiero ir con él, quiero sepultarlo. —La sangre de Einar se heló conforme escucha sus palabras. ¿Cómo puede ser tan fría ante algo así?

—¿No vas a llorar la muerte de tu padre? —Preguntó sin ocultar su tono perplejo. Roy por primera vez se sintió feliz, es primera vez que su amigo luce sorprendido y por alguna razón pone toda su fe en esa chica para ver cómo su amigo va cayendo poco a poco.

—Él me habló de la muerte, me permitió llorar por unas horas y me hizo prometerle que no lo haría más. Yo no rompo mis promesas, no lloraré más su muerte, tengo que ser fuerte. —Einar pasó saliva con dificultad, ¿Acaso ese juego apenas inicia? ¿Será tan dura como se lo está demostrando? El solo hecho de pensar en lo difícil que será dominarla lo excitó.

—Desde hoy me perteneces y como prueba de mi infinita misericordia, el cuerpo de tu padre viene con nosotros y se le hará un sepelio respetable. —Levantándose, la miró con superioridad.

—No, yo quiero ir al bosque, debe llevarme al bosque. —Su corazón inició a marchar como el de un caballo que corre por el campo con rapidez.

—Tu nuevo hogar será en Escocia. —Sin prestarle más atención de la debida, se cambió de asiento y miró por la ventanilla regocijándose por su primera victoria.

—¿Por qué no quiere dejarme ir? —Preguntó a Roy.

—Tranquila, todo estará bien. —Suspiró con pesar. —Ven, te llevaré a la recámara para que duermas un poco. —Hizo ademán de agarrarla, pero se frenó en seco, no quiere otra arañada.

Engla lo siguió por aquel espacio cerrado hasta otro un poco más cerrado. Al entrar lo miró todo con fascinación.

—¿Qué es eso? —Señaló la pantalla plana. —Es enorme, y negra. —Se acercó con sumo cuidado y con un poco de cautela la tocó. —Es dura. —Susurró asombrada. —¿Y esto? —Preguntó ahora por la cama y de igual manera se acercó con cautela y la tocó con mucho cuidado. —Es muy suave. —Roy negó, pobre niña en lo que se ha metido.

—Lo negro es la TV y eso suave que no dejas de tocar es un colchón, ahí se duerme. —Se acercó un poquito más. —Engla, ¿Puedes responderme a algo? —Ella absorta con la suavidad de la cama asintió. —¿Cuántos años tienes?

—Diecinueve años, en la luna roja cumpliré los veinte. —Roy frunció el cejo, no sabe cuándo caraj0s saldrá esa luna, ni siquiera sabía que existía una luna roja.

—Bien, te dejaré sola. —Tras salir suspiró pesadamente, ese hijo de perr4 tiene demasiada suerte. —Tiene diecinueve años y literalmente no conoce nada, ni siquiera una cama. —Einar acarició su barba pensativo.

—Bien, ahora sabes que no estoy haciendo algo fuera de lugar. —Roy lo maldij0 por su estúpid0 sarcasmo.

—Esta ropa me incomoda, ¿Pueden darme otra? —Cuando los chicos voltearon, Einar reaccionó en un nanosegundo y le dio un puñetazo a Roy.

—¡No la mires! —Ni siquiera se dio cuenta cuando la cubrió con su cuerpo. —¡¿Por qué sales desnuda?!— Gruñó caminando hacia la recámara. Roy un tanto noqueado no supo lo que estaba pasando.

—Pero... ¿Qué pasó? —Se acomodó en su puesto, lo primero que escuchó fue la voz de la chica y segundo después ya estaba viendo negro.

—¿Qué sucede? —Engla alzó la mirada y se encontró con la de él. Su inocencia le está haciendo perder el control.

—No puedes salir desnuda así por ahí. ¿También te desnudabas frente a tu padre? —Engla lo pensó y negó.

—Cuando yo me desnudo papá no está. —Le mostró la ropa en su mano. —Estas prendas me incomodan, quiero uno de mis vestidos. —Einar se separó de ella como si quemara y Engla se sobresaltó, está segura de que no le hizo daño.

—No uses la ropa interior, pero por favor... ponte algo de ropa. —Le rogó, le está rogando a una mujer que se vista. Venga, como si no la hubiera lujuriado ya, lo hizo y mucho a la hora de cambiarle la ropa sucia de barro.

—No sé dónde está mi ropa, se ha quedado en casa. —Miró a su alrededor.

—Ponte esto. —Einar le tendió una bata al recordar como la conoció la primera vez. —Vístete y descansa, estamos por llegar. —Sin mirarla una vez más, salió del lugar conteniendo sus impulsos. No puede abalanzarse contra ella, muerde y pueda que lo lastime, o él a ella.

—¿Qué coño ha pasado? —Roy lo miró acariciando su mandíbula. —Me has dado un puñetazo, tío. ¿Estás loco de la lujuria? —Einar se sentó y cerró los ojos con fuerza, no se cree capaz de resistirse a esa mujer. Su cuerpo tan pequeño y delgado, su coño lleno de vello... esa piel inexplorada, joder, esa chica es una fascinación y le pertenece solo a él. —¿Me vas a contestar? —Insistió Roy.

—La ibas a ver desnuda, no tuve otra opción. —Como siempre le restó importancia. —¿Llamaste a casa para que lo tuvieran todo preparado?

—Están condicionando la habitación para ella, seguramente cuando lleguemos aún no esté lista la ropa. Estoy molido. —Resopló agotado. Se contuvo de recalcar su reacción por proteger la desnudez de Engla, ya llegará el día donde se lo recuerde.

—Hay que averiguar quién ha intentado raptarla, no puedo dejar a esa persona viva, no cuando sabe de la existencia de Engla.

—Vaya... finalmente te has aprendido el nombre de una chica con solo escucharlo una vez. —Se mofó en medio de una carcajada. Einar le dio una mirada asesina y lo ignoró.

—Solo haz tu maldit0 trabajo y da con ese tipo. —Sentenció irritado.

Las horas pasaron y el vuelo finalmente llegó a su destino. El Hangar privado está de seguridad hasta el cuello. Roy ordenó a los hombres trasladar el cuerpo de Cristian y bajar las maletas para poder marcharse a la mansión de Einar.

Engla lo miró todo con mucha curiosidad. Al bajar del jet miró el enorme objeto y abrió la boca descolocada. ¿Cómo es que pudieron viajar en eso? ¿Acaso es una de esas cosas que vuela alto en el cielo? Llegó a la conclusión de que sí es una de esas cosas que vuelan como las aves. Su padre les llama avión.

—Wow... son muchas personas como yo. —Miró a los guardaespaldas con una gran sonrisa. —Y son varones... ¿Dónde están las hembras? —Se preguntó confundida, solo ha visto a los varones.

—No vayas a correr. —Einar se paró frente a ella. —Si corres te castigaré. ―Engla entrecerró los ojos.

—Qué grosero y cruel es usted. —Alzó el mentón y siguió caminando, pero ese orgullo le duró poco, el tirón la hizo chillar.

—Escúchame bien, no soy alguien con quien puedas jugar, ¿Queda claro? —Engla al sentir el peligro tiró a morderlo, pero Einar que ya sabe cómo reacciona lo evitó. —¡Duérmela! —Le ordenó a Roy mientras trata de controlar a la fiera.

—Por una mierd4, te va a salir matando si no tienes cuidado. —Roy negó y la tomó en brazos una vez se desmayó. —¡Hora de irnos! —Gritó apresurando a los hombres.

Al llegar a la mansión, por petición de Einar, Engla fue llevada y encerrada en la habitación que será su cautiverio. Einar con el cansancio por las nubes decidió ir a la cocina a beber un poco de agua, no le gustan las personas y por ello no tiene personal de servicio.

—Oh vaya... miren quien llegó... el niño testarudo y berrinchudo más importante de Escocia. —Einar miró a la mujer con desagrado, no soporta lo irritante que puede llegar a ser.

—J0der... tremendo culito, precioso. —La mano de Roy resonó al impactar el cul0 de la chica.

—¡No vuelvas a tocarme, animal! —Le gruñó como una fiera.

—No te hagas la difícil, nena, sabes que me extrañaste. —La chica rodó los ojos y lo ignoró. Roy, en cambio, apreció a esa mujer de baja estatura, de pelo y ojos negros, de piel pálida y suave, de cuerpo jodidamente bendecido por lo despampanante que es.

—Si me sigues mirando de esa manera te voy a romper la cara. —Amenazó mirándole.

—Nancy, deja de hablar así.

—¿Qué? —Lo miró incrédula. —¿Acaso te das cuenta de cómo me mira y de la nalgada que me ha dado? ¡Eres un capullo!

—Que pares. —Einar la cortó. —Roy, déjala en paz, después lloras porque no la soportas. —Nancy sonrió mirando al capullo de pelo rojo.

—¿Qué me has traído? —Einar rodó los ojos.

—No soy tu hermano. —Le recordó con falsa frialdad reprochándole lo que ella tantas veces le ha gritado a la cara.

—Te convertiste en cuanto le prometiste a mi madre que me cuidarías en su lecho de muerte. —Sonrió como un angelito. —De eso ya hace ocho años, guapo. Ahora te aguantas. —Riendo con diversión salió de la cocina.

—Yo me largo, no quiero saber el escándalo que formará Nancy a la hora de ver a la muñeca que has traído para jugar... Y no a las muñequitas con ella. —Einar lo vio salir y negó, ella está en su poder y es lo único que importa. De Nancy se ocupará después.

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