Leviatán se paró y caminó con decisión, pasando por alto que lo apunta a él, no puede permitir demostrar que tan dócil es con ella, ni siquiera frente a su padrino.—Baja el arma. —Su tono duro la hizo reír. —No volveré a repetirlo. —Amenazó cabreado. Nancy agrandó su sonrisa, parecía divertida, pero el dolor oculto en ella le dio la fuerza para mantenerse firme.—¿Sabes algo? —Leviatán paró cuando escuchó el arma cargarse. Peter alzó la mano para que nadie se viera en la penosa necesidad de perder la vida por apuntarla con un arma frente a Leviatán. —Quizás yo todo lo esté haciendo mal. —Miró sus ojos. —Tal vez... No... No... Es un hecho de que yo debería tomarla contigo y no con las put4s que te tocan. —Leviatán retomó la compostura y sin terminar de dar el paso, la miró fijamente con ese gesto imponente que haría temblar a cualquiera.—Ambos sabemos que no me harás daño. —Nancy adoró que la subestimara tanto. —Así que suelta la maldit4 arma ahora mis... —El disparo los dejó a todos
Nancy miró por la ventana al borde de las lágrimas, ¿Qué estaba pasando? ¿Está tan ebria que ahora lo ve? ¿Acaso Roy está vivo y se ocultó de ella? Está segura de que si hubiera sido él no la hubiera dejado marcharse, pero ¿Cómo puede existir una mirada como la de su bombón?Al llegar a la casa, subió directo a la habitación sin hacerle caso a Leviatán. Imaginarse a Roy la ha dejado con una sensación extraña en su pecho.—Te voy a hacer una sola pregunta. —La tiró a la cama boca abajo. —¿Quieres que hagamos esto de la manera más fácil o prefieres hacerlo de la forma más difícil? —Nancy no dijo nada, intentó levantarse, pero Leviatán se lo impidió. —Bien, de la manera más difícil. —Quitándose el cinturón, se enderezó y tras dejarle las nalgas descubiertas, le propinó tres azotes que la dejaron colorada. —No eres una put4 y no debes bailar para imbéciles que te ven como un trozo de carne. —Nancy aguantó las lágrimas, no se quejó ni una sola vez y era eso lo que le fascinaba a él, que el
Desviado de su objetivo, así está Roylanth tras el encuentro con la dueña de esos ojos oscuro que siempre piensa.Investigación a más no poder y es como si ellos no tuvieran un hogar, es como si Leviatán no existiera, sin un nombre real no puede haber investigación y todo lo que tiene de ese maldit0 es su patético sobrenombre y que sabe lo sucio y peligroso que es, se siente impotente al no saber nada de ese idiot4, pero lo que realmente le fastidia es que su bebé cruzó mirada con él, fue por solo un segundo, pero sabe que fue así y ella no ha hecho el intento de buscarlo por lo menos. ¿Por qué lo ha olvidado tan rápido?El hombre que le tendió una mano lo está presionando más, desea a Leviatán cuanto antes, pero el hombre sabe como hace las cosas y absolutamente nadie puede llegar a él sin que así lo quiera.Quien quiere destronar a Leviatán, el Boss de la organización para la que trabaja no ha mostrado su cara ni le ha dicho el motivo de su reclutamiento y no le interesa, pero hay a
—Lo siento, lo siento... por favor, no lo menciones. Si él llega a saber que he dicho algo, mi familia morirá, por favor... por favor... —Leviatán sacó su arma y lo apuntó a la frente.—Él no matará a tu familia, los has matado tú. —Sin remordimientos jaló el gatillo y disparó entre sus cejas. —Quemen los cuerpos, estos bastardos nos han dado información útil. —Sacando el móvil marcó el único número que jamás marca cuando está trabajando.—¿Si?—¿Dónde está ella? —Preguntó alejándose de sus hombres.—Está por reunirse con su hermano, ¿Qué sucede? —Leviatán sintió un poco de alivio.—Nada, asegúrate de estar siempre a su lado. —Tras cerrar la llamada, tiró el móvil desechable al fuego que sus hombres provocaron para quemar los cuerpos.***El hombre miró un punto fijo, lleno de amargura y frustración. El odio en él incrementó al escuchar el parloteo del imbécil frente a él.—Leviatán sabe exactamente cada paso que nuestros hombres dan. —Miró a su jefe y trató de no limpiarse el sudor de
El bullicio de la ciudad se contrarresta por los ventanales de cristales blindados. Einar con las manos metidas en los bolsillos mira desde el último piso de su edificio algunas de sus creaciones. Su cabello negro, su altura y su postura dejó anonadada a su nueva secretaria como siempre que se ve frente a él. Ver a ese hombre de ojos azules, nariz perfilada y gesto osco es un sueño hecho realidad. —¿Se quedará ahí parada o me dirá lo que ha venido a decir? —La mujer se sobresaltó al escuchar aquella voz de un Dios griego. Sus labios parecieron sellarse y fue incapaz de reaccionar a su pregunta. Einar quien la miraba desde el reflejo del ventanal, giró sobre sus talones y la miró de frente. La mujer con mejillas sonrojadas bajó la mirada inmediatamente. —Lo... lo siento señor. —Murmuró incapaz de esconder el nivel de intimidación que él tiene sobre ella. —Solo venía a decirle que su socio está esperando por usted en la sala de juntas. —Einar no hizo gesto alguno y la tensión acrecen
—¿A dónde la ha enviado? —Roy bajó del coche y miró al bosque. —A casa. —Sonrió el hombre al verlos tan desconcertados. —No tienen de que preocuparse jóvenes, mi hija estará bien. —Aquella información llamó la atención de Einar. —¿Su hija? —Frunció el ceño, el hombre de cabello blanco, piel arrugada y estatura encogida por la edad, asintió. —¿Por qué viven en el bosque y no en el pueblo? Está a solo tres horas de aquí. —El hombre mayor agrandó su sonrisa, es primera vez que se encuentra con otras personas estando su hija presente y lo pone un poco nervioso. —La humanidad puede ser muy perversa, y para un ser tan puro como mi hija, es muy peligroso. —La mirada azul del hombre, expresó su mal pensar. —Es mi hija, solo la estoy protegiendo. —Le aclaró rápidamente. —Usted me va a disculpar. —Roy se acercó un poco más a él. —Pero ¿Cómo se supone que la va a cuidar después de su muerte? Usted no está muy joven que digamos. —El hombre, al contrario de ofenderse, carcajeó con diversión. —
Las últimas dos semanas fueron de mucho pensar para Engla. Aquellos ojos azules, fríos e inexpresivos no salen de su cabeza por mucho que lo intente de manera incansable. Ese pelo negro, ese vello en su cara y esa enorme nariz quedaron dibujados en sus pupilas, a tal grado que con solo parpadear la imagen toma vida. Jamás imaginó que ella pudiera conocer a otra persona aparte de su padre, jamás imaginó que las demás personas pudieran ser tan especiales a la vista. Suspirando profundamente miró el techo de la cabaña y sonrió, por lo menos su padre ha respondido cada pregunta que ella le ha hecho, aunque no entre en detalle cómo le gustaría. Sentándose en la cama miró a su alrededor y sonrió felizmente, su padre no está, pero puede sentir el olor del café fresco que inunda la cabaña. —Un día más para sonreír sin parar. —Se estiró al levantarse y con viveza inició a saltar y a bailar con la música que suena en su cabeza. —Oh, hola precioso... ven aquí. —Tomó al pequeño conejito que res
Einar le sostuvo la mirada, balanceó la copa de su mano provocando que los cubos de hielos chocaran con el cristal y después lentamente se la llevó a la boca. Engla observó cada detalle, cada movimiento y cada gesto que Einar hace. Bebió tan poco contenido que apenas le sirvió para remojar sus labios. La lengua deslizándose por ellos hizo fruncir el cejo de Engla, ese hombre tiene un estilo bastante peculiar. Pasando del hombre serio frente a ella, bajó la mirada y Einar se sintió satisfecho, pero eso duró poco. Al verla quitarse los zapatos y mover sus dedos supo que la bajó por la incomodidad del calzado y no por su imponente mirada. Tal y como lo supuso por sus pies lastimados, ella jamás los utiliza. —Háblale, quizás habla inglés. —Animó Roy desde el asiento más alejado. —No creo que lo hable, solo mírala. —Engla frunció el cejo mientras lo mira con atención. Sus labios al hablar casi no se mueven, lo cual le pareció fantástico. —Es una salvaje. —La curvatura de sus labios sorp