Capítulo 3

Las últimas dos semanas fueron de mucho pensar para Engla. Aquellos ojos azules, fríos e inexpresivos no salen de su cabeza por mucho que lo intente de manera incansable.

Ese pelo negro, ese vello en su cara y esa enorme nariz quedaron dibujados en sus pupilas, a tal grado que con solo parpadear la imagen toma vida. Jamás imaginó que ella pudiera conocer a otra persona aparte de su padre, jamás imaginó que las demás personas pudieran ser tan especiales a la vista.

Suspirando profundamente miró el techo de la cabaña y sonrió, por lo menos su padre ha respondido cada pregunta que ella le ha hecho, aunque no entre en detalle cómo le gustaría. Sentándose en la cama miró a su alrededor y sonrió felizmente, su padre no está, pero puede sentir el olor del café fresco que inunda la cabaña.

—Un día más para sonreír sin parar. —Se estiró al levantarse y con viveza inició a saltar y a bailar con la música que suena en su cabeza. —Oh, hola precioso... ven aquí. —Tomó al pequeño conejito que rescató el día anterior. —Hoy te ves mucho mejor, que precioso eres. —Con un beso lo dejó en el suelo y se dispuso a ir a la cocina para beber el café de la mañana.

—¿Hija? —Cristian entró buscándola, los cazadores han estado muy cerca y apenas se ha podido librar de ellos. —¿Engla?

—Aquí estoy, papá. —Corrió a su encuentro. —¿Qué sucede? —El hombre miró a su hija con alivio y negó.

—No es nada, solo quería saber si estabas dormida. —Engla sonrió.

—Con esos gritos si lo estuviera me hubieras despertado, papá. ¿Quieres un poco de café? —Le tendió su taza recién servida.

—Gracias, hija. —Le dio un sorbo al café y pasó para sentarse. Engla al verlo tan pensativo como últimamente lo ha estado, se sentó a su lado.

—¿Pasa algo, papá? Te he estado observando y últimamente has estado muy absorto en tus pensamientos. Me tienes muy preocupada. —Cristian supo que es momento de hablarle a su hija con la verdad, solo así la mantendrá a salvo.

—Ven conmigo. —Dejó de lado la taza y se puso en pie. —Tengo algo que mostrarte. —Engla frunció el ceño con un poco de confusión. —Debo mostrártelo cuanto antes.

—De acuerdo, te sigo. —Ambos salieron de la pequeña cabaña y se internaron más al bosque. —Papá, nos estamos alejando mucho de casa. —Engla miró hacia atrás y después miró nuevamente a su padre. —Jamás me permites pasar el lago y ahora estamos muy lejos. —Cristian no dijo nada, se limitó a caminar y asegurarse de que su hija le siguiera el paso y por supuesto cuidando de que nadie los siguiera.

Tras varios minutos de caminata incesante, llegaron a una parte del bosque inexplorada. Engla agrandó la sonrisa, el lugar es verdaderamente hermoso.

—Hija. —Cristian la tomó de la mano con delicadeza. —Siempre te lo he dicho, pero insisto en que debo repetirlo. Las personas son crueles y suelen opacar la luz más bella que pueda existir, tú eres demasiado inocente y buena para este mundo. —La miró a los ojos y recordó el día que la vio por primera vez. —Ni siquiera yo soy bueno. —Engla rápidamente lo abrazó.

—Tú eres un ser compasivo, tú eres bueno, papá. —Cristian cerró los ojos y correspondió ese abrazo con el mayor de su dolor.

—He construido una cabaña para ti, desde hoy vivirás en este lugar. —Engla se despegó de él y lo miró descolocada. —Sé que en la antigua cabaña estabas más cerca del campo, pero aquí es más seguro. Tienes todo a tu disposición y hay muchos más animales. —Acarició su pelo con ternura. —Prométeme que si no vuelvo un día tú te quedarás aquí y seguirás tu vida tal y como te la enseñé. Siendo buena, alegre, gentil y valiente. Por supuesto alejada de la carretera. —Los ojos de Engla se cristalizaron, su padre siempre le habló de la vejez y la muerte, pero aún lo ve joven, aún él tiene mucho que vivir. —No, no llores cariño, solo prométemelo... sé buena chica y hazlo. —La abrazó al verla temblar.

—¿Ya morirás? ¿Ya estás muy viejo? —Lo miró con tristeza. —No quiero que me dejes, estaré sola si te vas... no me dejes. —Cristian sonrió con pesar.

—Engla, necesito que me prometas lo que te pedí. Si no vuelvo aquí necesito que te quedes y no vayas a buscarme como siempre lo haces. —Engla se aferró a él con más fuerza.

—De acuerdo, te lo prometo. —Como el alma pura y sentimental que es lloró en brazos de su padre y se desahogó como ella sabe. Llorando y sacando todo lo que le duele y lástima.

Einar Dankworth como todas las mañanas, inició su día con una intensa rutina de ejercicios. Su fuerte cuerpo tenso y cansando suda como si estuviera bajo el chorro de la ducha.

Su respiración agitada muestra su cansancio. Roy sonrió al verlo, desde que se atravesó con aquella chiquilla no ha estado al cien.

—Estás envejeciendo Dankworth, me decepcionas. —Lo miró con burla sin dejar de trotar. —Vamos, no llevamos ni una hora corriendo, aún nos falta dos más. —Einar se detuvo y negó.

—Quiero que des con esa mujer hoy mismo, de no hacerlo lo vas a lamentar. —Roy dejó de moverse e igual de agitado que su amigo, lo miró con seriedad.

—Estoy haciendo todo lo posible. Los cazadores trabajan sin parar y no han podido llegar a ella. Ese viejo sabe cómo despistar y no puedo hacer nada. —Ladeó su sonrisa de manera juguetona. —Además, te has estado follando a todo bicho viviente, no deberías estar tan urgido. —Einar decidió ignorarlo y seguir corriendo. Se ha follado a medio personal, pero ninguna es ella, siente que esa mujer es única y que ella podrá darle ese placer que ha estado buscando desde hace tiempo. Ella se ha vuelto un reto para él y piensa ganarlo a como dé lugar.

Tras una exhaustiva carrera, Einar y Roy volvieron a su cabaña. Einar decidió darse un baño caliente y Roy se preparó para salir a la caza de la chica misteriosa.

—Recuerda informarme de todo lo que pasa. —Gritó Einar desde el baño.

—Sí, claro, enviaré a una paloma con una carta con toda la información. —Se mofó Roy con amargura. —Me voy, nos vemos en la noche. —Einar cerró los ojos y deseó que esta vez tuvieran suerte.

Al salir de la cabaña, Roy se dispuso a subir a su coche, pero dos de los hombres que contrató para peinar el bosque lo esperan y sus gestos no les gusta.

—Tenemos noticias y no son buenas. —Roy se detuvo y los miró excéntrico. —Es mejor que se una a nosotros, encontramos la cabaña, pero también encontramos al viejo muerto. —Roy rápidamente corrió a la cabaña.

—Tenemos que irnos, ¡Ya! —Einar quien se estaba vistiendo lo miró como si estuviera loco.

—¿Qué pasa? —Roy se armó hasta los dientes lo más rápido que pudo.

—Los cazadores me han venido a buscar, ¡Han asesinado al viejo! —Einar tomó la cazadora de la cama y se la colocó.

—Te dije que no le hicieras daño. —Roy no dijo nada, se limitó a correr para ir a la camioneta. —¿No dirás nada? ¿Cómo pasó? —El silencio de su amigo lo frustró.

—Después te explico, ahora vamos por la chica antes de que se la lleven. —Eso llamó la atención de Einar.

—¿No han sido los cazadores que tú contrataste?

—No, al parecer no somos los únicos interesados en esa mujer. —Aceleró el auto al límite y los cazadores le siguieron la marcha.

Engla corre tan rápido como puede tratando de no caer o estrellarse con un árbol. Las ramas enredan sus pies y el fango la hace resbalar, pero ella no se detiene, ella sigue corriendo tan rápido como sus pies y su condición se lo permite.

Su vestido rosa pastel ahora es chocolate por el lodo, sus mejillas pálidas están sonrojadas por el calor. Su corazón que todo el tiempo está en calma ahora es una máquina imparable. Su respiración no está siendo su mejor aliado, se queda sin aire y estar agitada hace mucho más difícil el respirar.

—¡Hay que rodearla! No la pierdas. —Gritó una voz ronca que la alarmó más. —El jefe la quiere en una pieza. —Un disparo se escuchó al terminar la frase. —¡Maldito hijo de perr4, dije que no dispararan! —Sin importarle le disparó directo al pecho. —Quien tiente con la vida de la zorr4 morirá. —Engla sintió mucho miedo al escuchar esos ruidos tras de ella. ¿Por qué la están persiguiendo? ¿Por qué le hicieron daño a su padre? Esas dos preguntas son lo único que pasa por su cabeza.

—Para, mira ahí. —Einar señaló el auto que se aproxima a gran velocidad. —La están siguiendo.

—Einar, ¡Espera! —Roy trató de detenerlo, pero Einar fue más rápido. Rápidamente, se internó al bosque y miró para todos lados intentando escuchar o ver algo.

Engla casi sin fuerzas siguió corriendo hasta que una rama traicionera la hizo caer por una pequeña bajada. Sus chillidos al caer llamaron la atención de Einar, sin analizar el ruido corrió en la dirección en la que lo escuchó.

—¡Ahí está! —Gritó uno de los hombres y un disparo se escuchó después.

—Maten a todo lo que se mueva, mi jefe tiene que salir con vida de aquí. —La orden que Roy dio no fue del agrado de los hombros.

—No somos asesinos, nosotros solo matamos animales. —Roy maldij0, no tiene tiempo para esa mierd4.

—Esos hombres son unas bestias desagradables y hay una chica en peligro. Si no lo matan ustedes ellos lo matarán, y si no lo hacen lo haré yo mismo y... —El disparo lo calló, al ver a su espalda uno de los malos está tendido en el piso. —Eso es, ahora vayamos por mi jefe y esa chica. —Los tres salieron corriendo persiguiendo el follón y los ladridos de los perros.

Einar sigue a Engla sin detenerse, pero ella es más rápida y conoce más el lugar por lo que se le hace demasiado fácil escaparse.

—Maldit4 sea. —Se detuvo y al ver la dirección en la que ella corre y en la que los hombres lo hacen, decidió tomar la ruta que le da más posibilidad de interceptarla.

—No, por favor. —Gritó cuando aquel cuerpo duró arremetió contra el de ella. —Suéltame. —Una mordida hizo gritar a Einar, Engla aprovechó que la soltó y siguió corriendo a pesar de los disparos que se escuchan cada vez más cerca de ella.

—Ven aquí. —Einar gritó pisándole los pasos. —Si te alejas te harán más daño. —Sabiendo que ella no se detendrá, corrió con un poco más de fuerza y una vez estuvo lo suficientemente cerca se tiró sobre ella y rodaron un poco por el fango hasta chocar con un enorme árbol. —Debes calmarte, tranquila. —Le pidió tratando de no soltarla, pero ella está tan ocupada luchando para tratar de soltarse que no lo escucha. —¡Ya para! —gruñó por las arañadas en sus manos.

Engla solo podía tratar de defenderse, está tan asustada que su capacidad de pensar es nula. Ella al igual que un animal atemorizado y asustado solo ataca una y otra vez.

Los perros llegaron antes que los dueños y los rodearon, Einar se maldij0 así mismo por ser tan impulsivo y no llevar nada para defenderse. Ahora está ahí con esa fiera entre sus brazos y con esos chuchos mostrándole los dientes y los feroces que son.

—Put4 madre. —Roy miró a los canes que ahora lo miran a él con ganas de comérselo. Disparó al aire y los hizo retroceder, pero los perros seguían con su actitud agresiva.

—¡No, no le hagas daños! —Engla le pidió al verlo apuntarle con esa arma, está asustada y tiene miedo, pero no puede permitir que les hagan daños. —Ellos no tienen la culpa, por favor, no... —Roy miró a los chuchos y después la pistola que los apunta desde su mano y decidió soltar otros dos tiros.

—¡Largo! —Uno de los cazadores les tiró una rama haciéndolos salir corriendo despavoridos.

—Tenemos que irnos ya mismo, hay más de cinco hombres muertos. Yo volaré el jet hasta la capital y desde ahí contrataremos a un piloto. —Roy se acercó para tomar a Engla en brazos.

—Muerde. —Einar trató de advertirlo, pero ya los dientes de Engla se habían encajado en su cuello.

—Por una mierd4. —Roy gruñó por el dolor punzante y al despegarla presionó una parte clave de su cuello hasta que desmayó. —Esta chica es una salvaje. —Los cazadores miraron a la rubia en brazos del pelirrojo.

—Creímos que todo era una vieja historia. Las personas hablaban sobre el viejo que vive en el bosque y que rapta a bebés y después se las trae a vivir en medio de la nada y cuando ya tienen la suficiente edad se las come y todo es cierto. —Einar se levantó y sacudió su ropa.

—Eso no es cierto, él solo era un hombre que quería vivir en paz con su hija. —Miró a los dos hombres. —Firmaré un cheque para cada uno con una fuerte suma de dinero, en cambio, quiero su silencio y que esto no se sepa. —Los hombres se miraron entre sí y sin desaprovechar la oportunidad lo aceptaron.

Después de enterrar los cuerpos y preparar el del padre de Engla para trasladarlo con ellos, decidieron marcharse de ese país. Roy no deja de negar, no sabe si fueron un salvamento para esa chica o solo fueron la perdición.

—No lo puedo creer. —Miró por el retrovisor a la chica dormida en el asiento trasero. —Este mundo está jodid0, ¿Matar a un hombre para quedarse con su hija? —Bufó furioso.

—Por lo menos yo les daría una vida mejor. —Einar actuó como si nada, salió victorioso y es lo único que le importa.

—¡Querías comprarla! Ella no es un objeto, es una chica que no sabe nada del put0 mundo, ¡Nada! —Einar miró a su amigo, su furia es comprensible, pero él jamás tiene remordimientos.

—Ya, pero la salvamos y eso es mejor. —Roy río como un desquiciado.

—La hemos raptado, estamos sacando a esta chica ilegalmente de su país, la estás llevando contigo en contra de su voluntad. ¡Está dormida porque de lo contrario estaría chillando y mordiendo!

—¿Puedes calmarte de una maldit4 vez? Ella estará bien conmigo, con esos hombres no sabes lo que pasaría.

—Ambos sabemos lo que le espera a esa pobre chica contigo. No te dicen el demonio en vano, ambos sabemos que la harás sufrir como a todas las que pasan por tus manos. —Einar no tuvo oportunidad de responder, Roy aparcó el coche y bajó tan rápido que solo se escuchó la puerta cerrarse.

Una vez pasaron todo al jet, Roy despegó rumbo a la capital para finalmente irse a su casa. Encontrar a un piloto que trabajara para ellos sin preguntar no fue difícil, solo mostraron una cantidad de dinero y lo tuvieron a su disposición.

Engla suspiró profundamente, su cuerpo se siente tan cansado que le duele. Sus pies se sienten extraños, es como si estuvieran encerrados en una extraña superficie. Frunciendo el ceño un poco confundida, se sentó y abrió los ojos encontrándose con ese par de ojos azules y gélidos que no han salido de su cabeza las últimas semanas.

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