Dante estaba en España, frustrado. Deseaba estar en su casa, en Italia, junto a su mujer. Sin embargo, a causa de una denuncia de acoso en uno de sus hoteles en Madrid, debió volar allí. Al final, resultó, que solo era una treta por parte de la mujer, supuesta víctima. Luego de que la policía interrogase a ambos implicados, y de notar las discrepancias, la mujer terminó por confesar que no era cierto. Que ella quería seguir manteniendo una relación clandestina con el hombre, ya que éste había terminado con ella y había vuelto con su esposa. Si sabía que solo era un lío de faldas ni se movía de Florencia, pero casos así de graves necesitaban sí o sí su atención. Estaba mas enojado porque utilizara el acoso como recurso para atrapar a alguien. El acoso era una situación delicada. Él siempre apoyaba a la víctima, detestaba cuando los medios tergiversaban todo y hacían parecer culpables a las mujeres, u hombres, ya que también existía el acoso hacia los hombres. Generalmente, en lugar de
Alina estaba viendo su celular. Se acomodó nuevamente en el sillón. Eran los últimos meses de embarazo y su bebé se estaba moviendo mucho. Suspiró y cambió de posición. Se frotó el vientre y cerró un momento los ojos. Tenía sueño, pero esperaba el regreso de su esposo. Estaba mas que segura que el volvería mucho antes de lo que había dicho. Siempre trataba de arreglar cualquier conflicto que pudiese surgir rápidamente. Si antes era protector con ella… ahora un guardaespaldas rivalizaría con el. La acompañaba a todos lados, evitaba que ella levantase peso o se estresara siquiera. Sonrió instintivamente, adoraba la forma en que Dante la trataba. Se conocían desde hace años. Primero fueron amigos, pero ambos sabían que su unión era inevitable. Fueron la primera y única relación uno de otro. —¡Ay bebé! Para un poco— se quejó ella— este partido de fútbol lo estás ganando tu, definitivamente— se masajeó un poco mas y recurrió a la estrategia de Dante. Comenzó a cantar una melodiosa nana,
Dante escuchó el golpeteo en la puerta y abrió los ojos. —Pase— levantó la voz. Su secretaria entró con evidente miedo. Lo entendía perfectamente, los últimos 6 meses se había convertido en un verdadero gruñón. No era para menos, había pasado tiempo y aún no habían encontrado a Alina. Su preciosa chica de rizos desobedientes había sido secuestrada y posteriormente había tenido un accidente. Nunca se encontró su cuerpo y él estaba seguro, sentía en su corazón que ella estaba viva. Nadie le creía, obviamente. El coche había caído por un acantilado, habían sido hallados dos hombres muertos. Uno murió en el acto y otro tardó unos minutos mas. Dante no lo lamentaba, si pudiese, el mismo los mataría, los cortaría a pedacitos por haberle infringido miedo y daño a su mujer. Todos decían y afirmaban que ella había caído y muerto, que desorientada terminó al pie del acantilado. No se encontró el cuerpo, y él estaba seguro que ella estaba viva, en algún lugar. Solo no entendía por qué aún no h
Alina estaba nadando en la piscina, se sentía mucho mejor cada día. El agua, el clima, la tenían encantada. De pronto, alguien mas se lanzó a la pileta, vio como el agua salpicó hacia los costados y rio sabiendo quien era. —Prima ¿qué te parece darle un pequeño susto a “don seriecito”?— susurró Alma, su prima. Alina rodó los ojos. Se daba cuenta perfectamente que a Alma le encantaba provocar a su guardaespaldas. —No creo que sea una buena idea. Algún día se le acabará la mecha y me gustaría ver dónde te escondes. —Sabes que no puede hacerme nada. Me tiene que cuidar solamente— chasqueó la lengua segura de lo que decía. —Mmm. Si tu lo dices. Esos dos tenían un gracioso enamoramiento, pero evidentemente ninguno se atrevía a dar el primer paso. Era divertido verlos interactuar. Alina chapoteó un poco mas y salió. Se dirigió a su habitación y se quedó un momento en el umbral de la puerta, observando a su pequeño milagro dormir como angelito. Su hijo, su pequeño y adorado hijo era lo
Emily veía a sus nietas reir y divertirse en la piscina. Agradecía que Alma se tomara tan en serio lo de cuidar a su nueva prima. Todos en la casa estaban enterados de la situación real, pera eran personas de confianza y ella les pagaba muy bien como para decirle algo que no debían a Alina. Alina, esa pequeña chica a la que había encontrado en una carretera en Italia a punto de ser asesinada. De hecho, la joven estuvo a punto de morirvarias veces. Cuando ella y su chofer la encontraron, la chica respiraba con dificultad, su pulso apenas se sentía. Ella sintió mucha pena y dolor por esa vida que se extinguía rápidamente. Y lo más terrible es que estaba embarazada. El sujeto con el que ella estaba, aparentemente su esposo, casi la mata y lo habría hecho si no fuese por Marcus, su chofer, quien intervino. Lamentablemente conocía ese tipo de casos, es mas, lo vivió de primera mano. Su hija fue asesinada por su esposo, aquella persona que debía cuidarla, protegerla, la mató por sus horri
Dante entró como un trombón en la majestuosa casa, no esperaría un segundo mas por ver a Alina. Había sido arrebatada de su vida de un momento para el otro. Sabía que estaba viva, no se había equivocado. Ahora ya tenía las pruebas, y a ella a unos pocos metros de él. Horas antes, cuando su investigador le había dicho que Alina estaba en otro país… que estuvo en coma… a punto de morir en múltiples ocasiones... su corazón casi se detuvo. Ahora estaba allí, frente a frente con la persona que la había mantenido viva, que la cuidó cuando él no estaba allí, pero también la persona que la había alejado de el, que había tratado de evitar que él la encontrase. Su hijo y su esposa estaban en esa casa y él no se movería de allí sin ellos. Quería lastimar a alguien, todo el dolor, el calvario de esos meses… nada justificaba la separación que tuvieron que sufrir ambos. —¡¿Dónde está?! ¡¿dónde está mi mujer?! ¡Alina! ¡vine por ti!— gritó Dante, desesperado y anhelante por verla. Cuando quiso en
Por otro lado, Alina terminó de ducharse y mientras se vestía, escuchó un golpeteo en su puerta. Miró hacia la cuna, temerosa de que Ángel se despertara. Se colocó una toalla en el cabello y ajustó la bata de baño a su cuerpo. Se apresuró a la puerta y la abrió suavemente. Su prima estaba allí y tenía una mirada sugerente. —Tengo un chisme que te gustará. Cuando iba a bajar y salir a dar una vuelta, vi un hombre guapo, bueno a dos hombres guapos entrar al despacho de la abuela. De verdad eran guapos— se tocó el pecho y suspiró dramáticamente. Se dio la vuelta y le gruñó a su guardaespaldas algo así como que no saldría de la casa en lo que restaba del día así que podía marcharse e ir abajo o donde se le pegara la gana. Alina volteó los ojos ante el evidente intercambio de gruñidos y la instó a entrar a la habitación. Se quitó el toallón de la cabeza y fregó su pelo varias veces. Se peino con los dedos y miró a su prima enarcando una ceja. —Vaya… tu curiosidad resulta insana— sacudió
Dante vio ingresar a Alina al despacho, la escuchó hablar y también notó que en ningún momento lo reconoció, es más, parecía como que quería huir de él.Sin pensar dos veces, la siguió cuando se marchaba y se aproximó rápidamente a ella, no pudiéndose resistir a tocarla. La abrazó con fuerza como queriendo imprimirse en ella.Pudieron haber pasado minutos o segundos, pero entre la nebulosa en la que había perdido, escuchó un carraspeo al costado y sintió que Alina lo trataba de empujar. Ella lo miró confundida y luego de unos instantes desvió la mirada hacia Emily.—Abuela… ¿Qué está pasando? — aunque no era culpa de ella, Dante sintió como si lo apuñalase. Alina confiaba más en otra persona que en él. Respiró profundo y contestó por ella.—Soy tu esposo. Vine a buscarte. A llevarte conmigo— hasta él notó lo dictatorial que sonaba eso.—No… yo… — sacudió la cabeza vehementemente ella.—Alina, debemos hablar— medió Emily.—Abuela, creo que antes de decir nada tenemos que asegurarnos qu