Por otro lado, Alina terminó de ducharse y mientras se vestía, escuchó un golpeteo en su puerta. Miró hacia la cuna, temerosa de que Ángel se despertara. Se colocó una toalla en el cabello y ajustó la bata de baño a su cuerpo. Se apresuró a la puerta y la abrió suavemente. Su prima estaba allí y tenía una mirada sugerente. —Tengo un chisme que te gustará. Cuando iba a bajar y salir a dar una vuelta, vi un hombre guapo, bueno a dos hombres guapos entrar al despacho de la abuela. De verdad eran guapos— se tocó el pecho y suspiró dramáticamente. Se dio la vuelta y le gruñó a su guardaespaldas algo así como que no saldría de la casa en lo que restaba del día así que podía marcharse e ir abajo o donde se le pegara la gana. Alina volteó los ojos ante el evidente intercambio de gruñidos y la instó a entrar a la habitación. Se quitó el toallón de la cabeza y fregó su pelo varias veces. Se peino con los dedos y miró a su prima enarcando una ceja. —Vaya… tu curiosidad resulta insana— sacudió
Dante vio ingresar a Alina al despacho, la escuchó hablar y también notó que en ningún momento lo reconoció, es más, parecía como que quería huir de él.Sin pensar dos veces, la siguió cuando se marchaba y se aproximó rápidamente a ella, no pudiéndose resistir a tocarla. La abrazó con fuerza como queriendo imprimirse en ella.Pudieron haber pasado minutos o segundos, pero entre la nebulosa en la que había perdido, escuchó un carraspeo al costado y sintió que Alina lo trataba de empujar. Ella lo miró confundida y luego de unos instantes desvió la mirada hacia Emily.—Abuela… ¿Qué está pasando? — aunque no era culpa de ella, Dante sintió como si lo apuñalase. Alina confiaba más en otra persona que en él. Respiró profundo y contestó por ella.—Soy tu esposo. Vine a buscarte. A llevarte conmigo— hasta él notó lo dictatorial que sonaba eso.—No… yo… — sacudió la cabeza vehementemente ella.—Alina, debemos hablar— medió Emily.—Abuela, creo que antes de decir nada tenemos que asegurarnos qu
Alina abrió los ojos lentamente, parpadeó, aún confundida y habló. —Mi bebé, Ángel… —Aquí está— dijo Dante y se lo pasó a la madre. Vio como ella miraba al bebé y luego a él, pareciendo incómoda. —¿Qué? ¿qué sucede? ¿Qué está mal Ali? —acarició su rostro. —Tengo que darle de comer—señaló entre carraspeos ella. —¿Te da vergüenza que te vea? Tu… ¿no quieres que me quede? — Dante sintió una opresión en el pecho. Su chica vacilaba ante él, tímida y pudorosa con su cuerpo. Fue tal la tristeza y decepción que Alina escuchó en esas preguntas que sintió dolor por él. Aún así, no podía evitar sentirse confundida con la situación. Si ya de por sí parecía estar en el limbo en cuanto a sus recuerdos, que viniese alguien y dijese que era su marido; un marido que creía muerto, no ayudaba para nada. Desde que despertó todo se sintió desconocido, como si estuviese viviendo la vida de alguien mas. —Ni siquiera te conozco, no se tu nombre— no quería lastimarlo, pero fue sincera. Pudo ver cómo esa
La puerta se fue abriendo y tanto Alina como Dante, miraron hacia ésta. A la habitación ingresó un pelinegro con barba incipiente y mirada cansada. Parecía como si hubiese salido de la cama apresurado ya que su cabello aún permanecía alborotado.Alina miró extrañada. Su primo, bueno… ¿primo? no era su primo en realidad, miraba a Dante con desconfianza. Desconfianza que Dante devolvió sin pensarlo.Alina decidió acabar con esas miraditas competitivas que se echaban y habló.—Aáron…—Alina, ¿estás bien? — interrumpió él, ahora mirándola y centrado solamente a ella.—Hmm, sí. Estoy lo mejor que puedo. ¿Te llamó la abuela? — inquirió curiosa.—No. De hecho, fue Alma. Mi hermana dijo que había problemas y a grandes rasgos me explicó lo que estaba sucediendo— luego miró a Dante— Mi abuela cree tú eres el verdadero marido de Alina. Dime, ¿Cómo la encontraste?Dante arqueó una ceja, nada intimidado por el tono del otro.—Efectivamente, soy su esposo. Alina no es tu prima, no me hagas partirte
Alma escuchó la irrevocable determinación de los labios de Dante y se alegró por su prima. Era obvio que ese hombre daría la vida por Alina y si bien, no quería pensar en eso, pertenecer a la familia a la que ahora ella pertenecía, significaba si o si, un constante peligro. De hecho, había recibido una amenaza, muy, pero muy personal el día anterior. No se lo había dicho a nadie. Ni si quiera Piero lo sabía. Y aunque no deseaba mentir, en ese momento le parecía mas importante resolver la situación de Alina que la de ella.Además, constantemente recibía amenazas. Una más, una menos, no hacía la diferencia. Salió discretamente de la sala y se dirigió a su habitación. Se sentó frente al mueble en el que ocasionalmente se maquillaba y miró su rostro. Miró sus ojeras, llevaba dos días durmiendo intermitentemente. Tenía sueños raros y despertaba sudada y con el corazón acelerado. No podía recordar lo que soñaba, solo algunos pequeños fragmentos que no tenían significado alguno para ella. Su
Fue al cuarto de baño y se duchó plácidamente. Una de las cosas que más disfrutaba era estar en contacto con el agua, ducharse, nadar, incluso el aquagym que en un principio creyó que era algo tonto la satisfacía muchísimo. Una vez que salió se colocó una ropa floja, holgada y se aplicó un toque de maquillaje. No era partidaria de usar mucho, mas bien prefería utilizar diversas cremas y proteger así su piel.Ya en el coche iba mandando un mensaje al dueño del spa al que acudía regularmente. Logan era un playboy conocido en Australia al que había conocido precisamente en el spa. Habían hecho buenas migas desde un principio. Era gracioso, con un sentido del humor pocas veces antes visto. Desde hace unos meses estaba saliendo con una de sus empleadas y pocas personas lo sabían. Y en realidad lo sabía, porque había ayudado a que se involucraran. Su celular sonó y ella inmediatamente atendió.—Hola Logan… estoy yendo para el spa. Me haces un hueco, ¿si?... —oyó la respuesta por parte de él
Alma entregó todo de sí en ese beso. Besó amando el sabor de Piero y la nula dominación que él tenía sobre su propio cuerpo. Parecía como si quería imprimirse en su piel. Apretaba sus nalgas y le daba ligeros mordiscos en cuello y hombro que solo la excitaban más.Lamentablemente, así como empezó, terminó. De repente, Piero la alejó bruscamente de él y se quedó a su lado, como repasando lo sucedido hace unos instantes. Se fregó la cara con evidente frustración y Alma sabía que lo próximo que escucharía no le agradaría ni un poquito.—Espero estés contenta.—Hasta hace solo unos minutos tu también lo estabas— soltó ella. Solo recibió de su parte una mirada fulminante.—No eres graciosa. Me llevaste al límite. Tú provocaste ésto — los señaló a ambos. Ida y vuelta—Por supuesto. Y tu fuiste un pobre espectador obligado por las circunstancias. Pobrecito— Lo desafió ella.—Mentiría si admitiera tal cosa. Pero tú me has buscado desde un principio. Te dije claramente que no puedo ni me voy a
Llegó a su habitación y cerró fuertemente la puerta. Se rió hasta que le dolió la panza. Respiró hondo varias veces y comenzó a tranquilizarse. Lo que había sucedido era grave, pero ella tenía la mala costumbre de reírse cuando se ponía nerviosa y ver a Piero allí, todo enojado, frustrado, la puso con los nervios de punta. Por suerte él no se dio cuenta que ella estaba al borde de las risas. Solo esperaba que toda la situación de las amenazas, los intentos de secuestros, pasase pronto.Ya estaba bastante cansada de tener siempre que estar mirando para los costados. Se lavó la cara y fue hasta la habitación de su prima. Abrió despacito porque era la hora en la que Ángel, comúnmente dormía. Sin embargo, se topó con Dante quien tenía a Alina acunada en su regazo y la acariciaba los brazos con delicadeza. Parecía como que estaba intentando recordar su tacto. Sus pensamientos estaban centrados en ella como si por un momento la descuidaba desaparecería de nuevo.Alma sintió que le picaban l